No te lo puedes imaginar
Vivimos rodeados de im¨¢genes pero, a¨²n as¨ª, algunas siguen teniendo un impacto inaudito. La fotograf¨ªa mantiene su pedigr¨ª de t¨¦cnica al servicio de la verdad
Es posible que usted, con el mismo m¨®vil con el que est¨¢ leyendo este art¨ªculo, haya hecho una foto al cruas¨¢n que va a desayunar mientras lee el peri¨®dico. Si lo est¨¢ leyendo en papel es posible que la foto sea adem¨¢s una composici¨®n cubista. Es incluso posible que la haya puesto a circular entre sus contactos por el gusto de decir: ¡°Aqu¨ª estoy¡±. Se calcula que cada hora se suben a Facebook m¨¢s de 10 millones de fotos nuevas y m¨¢s de una hora de v¨ªdeo por segundo a YouTube. Bueno se calculaba hace dos a?os, cuando Viktor Mayer-Sch?nberger y Kenneth Cukier recogieron estas cifras en su ensayo Big Data, que si algo demuestra, es que al terminar de leerlo sus cifras son prehist¨®ricas.
En Visibilidad, la cuarta de sus Seis propuestas para el pr¨®ximo milenio, Italo Calvino tambi¨¦n se refiere a ese a?o m¨ªtico. A la altura del verano de 1985 (despu¨¦s de Cristo pero antes de Google), su duda era esta: ¡°?Ser¨¢ posible la literatura fant¨¢stica en el a?o 2000, dada la creciente inflaci¨®n de im¨¢genes prefabricadas?¡±. Calvino muri¨® poco despu¨¦s de formular esa pregunta, pero la contest¨® con un s¨ª y adelant¨® dos v¨ªas: 1) el modelo posmoderno: reciclar las im¨¢genes us¨¢ndolas en un contexto nuevo para cambiarles el significado. 2) el modelo Samuel Beckett: hacer el vac¨ªo y empezar de cero, ¡°como en un mundo despu¨¦s del fin del mundo¡±.
La ira desatada contra Uma Thurman por un montaje prueba tanto nuestra tolerancia como nuestra credulidad
Acert¨®. Y no solo con la literatura fant¨¢stica. Lo primero ha producido un boom de novelas de g¨¦nero (rosa o negro), una invasi¨®n de metaliteratura, otra paralela de zombies y vampiros. Lo segundo desat¨® un influjo al que no han podido sustraerse ni aquellos que ten¨ªan un mundo propio, digamos, realista. Cormac McCarthy sali¨® airoso del experimento con La carretera, pero J. M. Coetzee, uno de los m¨¢s grandes escritores vivos, se estrell¨® con La infancia de Jes¨²s. A?os antes, Paul Auster, autor menor comparado con los anteriores, tambi¨¦n se hab¨ªa asomado al apocalipsis en El pa¨ªs de las ¨²ltimas cosas. Le sali¨® un beckett posmoderno, la mezcla de las dos v¨ªas de Italo Calvino.
Con todo, las disquisiciones del autor de El caballero inexistente en torno a la visibilidad van m¨¢s all¨¢ de la literatura. Calvino se interroga por el futuro de la imaginaci¨®n individual en la civilizaci¨®n de la imagen. Despu¨¦s de analizar los mecanismos mentales de la fantas¨ªa, recuerda que hubo un tiempo en el que la memoria visual de un individuo se limitaba a su experiencia directa y a un repertorio m¨ªnimo de im¨¢genes de la tradici¨®n. ¡°El poder de evocar im¨¢genes ¡®en ausencia¡¯, ?seguir¨¢ desarroll¨¢ndose en una humanidad cada vez m¨¢s inundada de im¨¢genes prefabricadas?¡±, pregunta. Prefabricadas o no (el adjetivo parece obsesionarle), nada hace pensar que, sue?os y delirios aparte, ese poder de enfocar con los ojos cerrados vaya camino de desaparecer. Por mucho que antes tuvi¨¦ramos que describir a nuestras amistades el cruas¨¢n (o el amanecer) que ahora solo fotografiamos. Malos tiempos para la descripci¨®n. Los novelistas saben algo de eso: Calvino tiene un preciso cuento sobre un fot¨®grafo ciego.
La pregunta no es tanto si podremos generar im¨¢genes mentales ¡ªahora se visualiza lo que antes se imaginaba¡ª sino si sabremos interpretar las que nos rodean. La fotograf¨ªa, un invento que se extendi¨® a partir de su uso pornogr¨¢fico y militar (como Internet), tiene casi dos siglos, nadie queda sobre la Tierra m¨¢s viejo que ella, forma parte de nuestro nervio ¨®ptico. Vivimos rodeados de im¨¢genes pero aun as¨ª, algunas siguen teniendo un impacto inaudito. La ira desatada hace meses contra Uma Thurman por un montaje prueba tanto nuestra tolerancia como nuestra credulidad.
Pese a que estamos m¨¢s acostumbrados a leer im¨¢genes que a leer a secas, la fotograf¨ªa mantiene hoy su pedigr¨ª de t¨¦cnica al servicio de la verdad. La verdad existe ¡ªdigan lo que digan los novelistas y los relativistas¡ª pero la fotograf¨ªa no es m¨¢s que eso, una t¨¦cnica. Lo clave es el pie de foto. ¡°No hay una ¨¦tica de la fotograf¨ªa, hay una ¨¦tica del fot¨®grafo¡±, ha escrito Joan Fontcuberta, fot¨®grafo, que ha dedicado buena parte de su obra te¨®rica a analizar la relaci¨®n de su oficio con la verdad.
La fotograf¨ªa, un invento que se extendi¨® a partir de su uso pornogr¨¢fico y militar (como Internet), tiene casi dos siglos
En un ensayo titulado sintom¨¢ticamente El beso de Judas, Fontcuberta relata una experiencia propia no como artista sino como padre. En 1988 su hija naci¨® muy prematuramente y pas¨® tres meses en la incubadora. Para salvar la imposici¨®n de verla de lejos a trav¨¦s de un cristal que daba a un bosque de incubadoras y para que la viera la madre de la criatura, que no pod¨ªa salir de la cama, el padre dio una c¨¢mara a una enfermera y le pidi¨® que fotografiara a la ni?a. Cumplida la misi¨®n, corri¨® al laboratorio, revel¨® las fotos y las llev¨® al hospital. Es comprensible la emoci¨®n de los padres: por primera vez ve¨ªan a su beb¨¦ de cerca. Templada la excitaci¨®n, una pregunta asalt¨® a Fontcuberta: ?y si la enfermera se hubiera confundido de incubadora? Respuesta: se hubieran emocionado igual. Lo que los padres proyectaban sobre aquellas im¨¢genes estaba por encima de la veracidad de la prueba. Era una mezcla de sentimientos nacidos de la naturaleza y de la cultura, de las v¨ªsceras y de las pel¨ªculas, de la qu¨ªmica y de la literatura. Puede que a Calvino le hubiera gustado saberlo.
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