Destellos de toreo sublime
Resurgi¨® el artista que encierra Morante de la Puebla y embriag¨® a la plaza con trazos de genialidad y detalles imperecederos
Renaci¨® la magia, la originalidad, la inspiraci¨®n¡ Resurgi¨® el artista que encierra Morante de la Puebla y embriag¨® a la plaza con destellos de toreo sublime, con trazos de genialidad y detalles imperecederos.
El suceso acaeci¨® en el cuarto de la tarde, al que recibi¨® con una sinfon¨ªa de ver¨®nicas hondas y templadas, ganando terreno en cada una de ellas, y rubricadas con una media antol¨®gica. Quit¨® despu¨¦s con unas personal¨ªsimas chicuelinas, pura orfebrer¨ªa, rematadas con otra media de ensue?o.
Del Cuvillo / Morante, Vega, Manzanares
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, muy justos de presencia, mansos, descastados y nobles.
Morante de la Puebla: tres pinchazos, un descabello -aviso- y un descabello (silencio); estocada ca¨ªda (oreja),
Salvador Vega: estocada (oreja); dos pinchazos -aviso- y estocada (ovaci¨®n).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares: pinchazo y estocada (silencio); casi entera baja (silencio).
Plaza de La Malagueta. 21 de agosto. Quinta corrida de feria. Lleno.
Tom¨® la muleta, se sent¨® en el estribo, y se dispuso a desgranar una tauromaquia sin reglas, cuajada de pinceladas creativas que llegan al alma y hacen brotar la emoci¨®n. Inici¨® su particular obra con cuatro ayudados por alto, a¨²n sentado, un molinete, despu¨¦s, y un pase de pecho ya en la raya del tercio y con el p¨²blico arrebatado.
Surgieron, entonces, muletazos aislados, en especial con la mano derecha, trincherazos, enganches, cambio de terrenos, pero nada de lo que realiz¨® careci¨® de la armon¨ªa que imprimen los elegidos. No hubo ligaz¨®n, pero s¨ª muletazos personal¨ªsimos, toreo de otra ¨¦poca, ante un toro que no humill¨® y derroch¨® aspereza. Brev¨ªsima fue la incursi¨®n al natural, y preciositas los ayudados y el molinete final. No hubo perfecci¨®n en la obra de Morante, pero s¨ª belleza, empaque y barroquismo. Es el sino de los artistas.
Todo hab¨ªa comenzado en el primer toro de Salvador Vega, al que el malague?o recibi¨® con ver¨®nicas con una rodilla en tierra, desbordantes de garbo, y un extraordinario quite por chicuelinas. Inici¨® el tercio final con el pase de las flores, abrochado con otro de pecho sensacional; y continu¨® con un par de tandas con la derecha ligadas y templadas. Sufri¨® el toro una voltereta y todo se desinfl¨®, pero qued¨® claro que Vega es torero que tiene personalidad y sello de artista. Ambos brindaron sus respectivas faenas al convaleciente Jim¨¦nez Fortes, recordado en la plaza con una cari?osa pancarta.
Y se acab¨®. No es que fuera poco, pero no hubo m¨¢s.
La corrida de N¨²?ez del Cuvillo fue de saldo, una piltrafa. Mal presentada, los toros mansearon en los caballos, flojearon de remos y pecaron de docilidad perruna. Pero ese es el toro que exigen las figuras y, a veces, permiten fogonazos como el protagonizado por Morante. No hubo tercio de varas ¡ªalgunos picadores fueron aplaudidos por no cumplir con su cometido¡ª, ni brillo en banderillas ¡ªsalvo un par de Curro Javier al sexto¡ª, ni encastada nobleza en la muleta.
Morante se las vio en primer lugar con una piltrafa en estado comatoso con el que abrevi¨® sin exponer un alamar. Vega se justific¨® ante el ¨¢spero quinto, que no le permiti¨® confianza ni rematar su airosa tarde.
Y tambi¨¦n estuvo Manzanares, que se enfrent¨® con material de derribo, y ¨¦l mismo anduvo perdido, precavido y ap¨¢tico. Muy ausente se le vio ante el birrioso tercero, y, aunque lo intent¨® con actitud m¨¢s dispuesta ante el soso sexto, no alcanz¨® el objetivo de pasar por esta feria con gloria.
Al final, sin toros, el honor fue para dos artistas: Morante, inspirado y rompedor, y Vega, aroma y torer¨ªa.
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