A favor del aburrimiento
Agradezco infinitamente que, de ni?a, mis padres no me apuntaran a clases de chino, ni de hip hop, ni de golf, ni de clarinete. Me empe?¨¦ en hacer tenis porque era el deporte que practicaba mi hermano y porque me gustaba el uniforme de falda corta plisada, camiseta blanca y cinta el¨¢stica en la frente como la que utilizaba Bj?rn Borg. Insist¨ª e insist¨ª (a los siete a?os ya era tan pesada como ahora) hasta que consegu¨ª que me compraran todo el equipo, aguant¨¦ una clase, decid¨ª que era un tost¨®n plantificarse delante de una m¨¢quina que escup¨ªa pelotas e intentar devolv¨¦rselas (nada que ver con Bj?rn Borg) y pas¨¦ el resto del a?o pagando la raqueta con mi escu¨¢lida paga y disfraz¨¢ndome de tenista para estar por casa y recibir a los invitados (para las visitas, sol¨ªa alternar el tut¨² de bailarina con el uniforme de tenis).
Durante mi infancia no se consideraba que los padres tuviesen que entretener a los hijos. A los ni?os se nos dejaba en paz, pod¨ªamos estar con los adultos si les dej¨¢bamos hablar y no les incordi¨¢bamos demasiado o pod¨ªamos estar absolutamente en nuestro mundo. Yo pasaba las horas dando clases de franc¨¦s a mis mu?ecas, construyendo una nave espacial con la que estaba convencida de que alg¨²n d¨ªa podr¨ªa llegar a la luna, viendo la televisi¨®n (a los siete a?os ya hab¨ªa visto m¨¢s pel¨ªculas de terror de las que ver¨ªa en los treinta y cinco a?os siguientes), encerrada en el ba?o bailando y cantando delante del espejo o, sencillamente, tumbada encima de la alfombra sin hacer nada, aburri¨¦ndome, pensando en mis cosas (no eran muy distintas mis preocupaciones de la infancia de las de ahora, todos pasamos la vida d¨¢ndole vueltas a dos o tres temas). De todas estas actividades, creo que la que m¨¢s ¨²til me ha resultado, aparte de aprender a construir naves espaciales, fue la de aprender a aburrirme. Me aburro de casi todo, incluso de las cosas que me apasionan como leer o ver pel¨ªculas, pero nunca me he aburrido de no hacer nada. Aburrirse no es malo, al menos aburrirse solo, lo terrible es aburrirse con otra gente. He intentado a conciencia que mis hijos se aburran desde su m¨¢s tierna infancia y nunca, ni una sola vez, les he o¨ªdo decir: "Mam¨¢, me aburro". Y eso que ni siquiera saben qui¨¦n es Bj?rn Borg.
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