Un simulacro de corrida

Es lo que quieren las figuras modernas de la tauromaquia. Que aqu¨ª no pase nada y salir zumbando a por la siguiente tarde. Morante y Manzanares han estado rivalizando con otros de los denominados figuras para torear la corrida de ayer, que no fue otra cosa que un desfile de inv¨¢lidos ante unos matadores desinhibidos y sin ning¨²n respeto por la fiesta.

Porque es no respetar la fiesta de los toros anunciarse en Bilbao con una corrida de escasa presencia y ni siquiera intentar que haya primer tercio. No tienen afici¨®n y lo demuestran en las tardes importantes. Y lo peor es que acabar¨¢n quitando la afici¨®n a los penitentes que acuden cada d¨ªa a los tendidos. Por fin acudi¨® la gente a la plaza. Se roz¨® el lleno. ?Y c¨®mo se podr¨¢ convencer a alguien para volver despu¨¦s de semejante ultraje? Se hartan de cortar orejas en plazas con los tendidos atolondrados por la juerga, pero nada tiene que ver con la emoci¨®n de la fiesta de los toros.

"El toreo es grandeza". Lo acu?¨® Joaqu¨ªn Vidal y alguien deber¨ªa record¨¢rselo a estos toreros que dicen que hoy mandan en la fiesta. La grandeza de jugarse la vida y emocionar al p¨²blico con su valor y su arte. La grandeza de hacer las cosas de verdad y hacer sentir al aficionado que el torero es un h¨¦roe inigualable. Los figurantes de hoy en d¨ªa se pierden en la bajeza de medirse con unos minusv¨¢lidos ejemplares, siempre esperando a que el toro se acople a su faena en lugar de arrear y apostar por poder a un animal que oponga dificultades.

La corrida no fue tal, se qued¨® en un simulacro, porque ni hubo toros ni hubo toreros. Los deseados juanpedros de las figuras se cayeron siempre y no dieron miedo nunca. Y los toreros se fueron maldiciendo su mala suerte por la condici¨®n de los astados que ellos exigieron. Una gran mentira. Pero es la mentira sobre la que se sostiene hoy en d¨ªa la fiesta.

Enrique Ponce actu¨® ante dos inv¨¢lidos. En el primero se justific¨® con una est¨¦tica hueca y al cuarto no lo pic¨® pero quiso que lo devolvieran tir¨¢ndolo al suelo cuando se dio cuenta de que no iba a poder tenerlo en pie. Morante se perdi¨® en su caos. Ni pudo con el anovillado ni quiso con el quinto. Pitos y bronca y tan contento a navegar en la mentira de cada d¨ªa.

Y se cantar¨¢ la oreja de Manzanares como si fuera importante. Un trofeo que supone el monumento al simulacro, con muletazos por alto, otros despegados y envueltos en el f¨¢cil juego de los molinetes y pasos en lugar de estar quieto. Todo con postura buena y elegancia pero sin ninguna profundidad. Un ejemplo del toreo actual, que cabalga hacia la nada. Esa fiesta que est¨¢ echando a los aficionados de los tendidos y que si no da marcha atr¨¢s no tiene ning¨²n sentido.