?lisabeth Roudinesco: ¡°Freud nos hizo h¨¦roes de nuestras vidas¡±
La gran especialista del psicoan¨¢lisis firma una biograf¨ªa sobre el psiquiatra vien¨¦s. En ella desmiente las leyendas y se enfrenta a sus cr¨ªticos feroces.
Para escribir este monumental volumen con aires de biograf¨ªa definitiva, ?lisabeth Roudinesco (Par¨ªs, 1944) no quiso creerse ¡°ni la leyenda negra, ni la dorada¡±. Freud, en su tiempo y en el nuestro (Debate. Traducci¨®n de Horacio Pons) parte de la voluntad de invalidar las condenas m¨¢s injustas, que suelen pintar al padre de la subjetividad moderna como un simple charlat¨¢n, pero tambi¨¦n de las biograf¨ªas de tono hagiogr¨¢fico consagradas a este personaje eternamente pol¨¦mico. Disc¨ªpula de Deleuze, Foucault y Todorov, antigua integrante de la Escuela Freudiana que fund¨® Lacan y gran especialista de la historia del psicoan¨¢lisis, Roudinesco narra la vida de Freud como si fuera una palpitante novela ambientada en la Viena de la belle ¨¦poque, avanzando hacia su exilio (y muerte) londinense en los albores de la II?Guerra Mundial. En el centro de ese paisaje, la autora sit¨²a a un hombre que cometi¨® errores y se enfrent¨® a mil contradicciones, pero logr¨® crear una doctrina ¡°a medio camino entre el saber racional y el pensamiento salvaje, entre la medicina del alma y la t¨¦cnica de la confesi¨®n¡±, con la que logr¨® convertir a los mortales en h¨¦roes de tragedia griega.
PREGUNTA. Su biograf¨ªa aspira a dibujar un retrato justo y ecu¨¢nime de Freud. ?Lo escribi¨® en reacci¨®n a las invectivas contra el personaje de los ¨²ltimos a?os?
RESPUESTA. El libro surge de la necesidad de recapacitar sobre el personaje. La ¨²ltima biograf¨ªa seria sobre Freud, que firm¨® Peter Gay, se public¨® hace 25 a?os. Desde entonces, casi todo lo que se hab¨ªa publicado eran condenas encendidas hasta extremos inveros¨ªmiles, firmadas por personajes que, en realidad, no conoc¨ªan su historia. Como sucede a menudo con los personajes controvertidos, Freud se hab¨ªa acabado convirtiendo en una caricatura de s¨ª mismo, envuelto en numerosos rumores y mentiras. Me pareci¨® que hab¨ªa llegado la hora de volver a un equilibrio.
P. En el libro escribe, por ejemplo, que no fue ¡°un burgu¨¦s libidinoso, adepto de los burdeles y la masturbaci¨®n¡±, como se ha dicho tantas veces. ?De d¨®nde surgen esos malentendidos?
R. Trat¨¢ndose del fundador de una doctrina sobre la sexualidad, me pareci¨® imprescindible saber c¨®mo hab¨ªa sido su vida sexual. Me di cuenta de que exist¨ªan libros enteros sobre decenas de leyendas de las que no hay ninguna prueba. Quise dejar claro que nada demuestra que fuera un hombre incestuoso, ni de tendencia fascista, ni un usurero que cobraba el equivalente de 450 euros por sesi¨®n, y que ni dej¨® embarazada a su cu?ada ni abandon¨® a sus hermanas a los nazis. Tampoco fue un hombre mis¨®gino, aunque a veces s¨ª paternalista.
"Nada demuestra que Freud fuera un incestuoso, ni de tendencia fascista, ni un usurero que cobraba el equivalente de 450 euros por sesi¨®n"
P. Otro de los mitos que destruye es el del genio incomprendido. Sostiene que, en realidad, logr¨® fascinar a sus contempor¨¢neos, ¡°a toda una generaci¨®n obsesionada por la introspecci¨®n¡±.
R. Su primer bi¨®grafo oficial, Ernest Jones, quiso presentarlo como un genio solitario enfrentado a las masas, pero es una imagen err¨®nea. Es cierto que sus libros fueron objeto de un vivo debate, pero no hay que confundir la pol¨¦mica con la incomprensi¨®n. Por ejemplo, cuando Elias Canetti visit¨® Viena en 1920, dice que descubri¨® a una ciudad entera persiguiendo a su Edipo. A Freud no le gustaba la pol¨¦mica, porque era un hombre bastante autoritario y no soportaba el conflicto, aunque a veces lo provocara ¨¦l mismo. Pero es falso que fuera un solitario. A menudo trabaj¨® en equipo.
P. Su libro inscribe a Freud en la ebullici¨®n intelectual de la Viena finisecular. ?El descubrimiento del subconsciente fue, en realidad, una aventura colectiva?
R. Por supuesto. Freud fue un personaje muy vien¨¦s, inscrito en una ¨¦poca plenamente europea, en la que el continente se interrogaba sobre sus mitos fundacionales para renovar su identidad, una din¨¢mica muy acorde con la de Freud. Contempor¨¢neo a la emergencia del sionismo y del primer feminismo, su aportaci¨®n forma parte de un gran movimiento de emancipaci¨®n. Empez¨® queriendo curar la neurosis, pero acab¨® provocando una liberaci¨®n a¨²n mayor. Pero tambi¨¦n es cierto, como dijo Stefan Zweig, que la burgues¨ªa de la belle ¨¦poque estaba tan concentrada en la introspecci¨®n que no supo ver venir la I?Guerra Mundial, ni la irrupci¨®n del nacionalismo, ni la miseria del pueblo que les rodeaba.
P. Fue tambi¨¦n un hombre lleno de paradojas: padre de una revoluci¨®n que condujo a la modernidad, pero pol¨ªticamente conservador; de fuerte cultura jud¨ªa, pero ateo; y libertador de las pulsiones sexuales, pero partidario de la abstinencia desde los 40 a?os. ?Fue Freud incoherente?
"Un 70% de los psicoanalistas franceses estuvo contra el matrimonio homosexual. Limitar el papel del psicoanalista al de mero observador, origin¨® un colectivo reaccionario"
R. Todo tiene una explicaci¨®n. La abstinencia, a partir de la que formul¨® la teor¨ªa de la sublimaci¨®n, se explica por su deseo y el de su esposa, Martha Bernays, de no tener m¨¢s hijos. Podr¨ªa haber usado contraceptivos, pero no ten¨ªa suficiente ¨ªmpetu sexual y no sab¨ªa ni utilizarlos. Freud no fue un hombre nada seductor. No fue un puritano, ya que abog¨® por liberar las pulsiones sexuales. Pero tampoco un libertario: cre¨ªa que uno deb¨ªa controlarlas. En lo pol¨ªtico, yo lo definir¨ªa como un conservador ilustrado, igual que Zweig. Fue un hombre atrapado en el torbellino de la revoluci¨®n comunista, en la que nunca crey¨®, y la emergencia del fascismo. Ante esa situaci¨®n, apost¨® por conservar las instituciones existentes, creyendo que la vieja Austria todav¨ªa pod¨ªa salvarse.
P. Freud concibi¨® el psicoan¨¢lisis como una doctrina apol¨ªtica, que deb¨ªa mantenerse al margen de toda militancia. ?Qu¨¦ piensa usted, que suele intervenir a menudo en el debate p¨²blico desde posiciones izquierdistas?
R. En efecto, Freud fue contrario al compromiso pol¨ªtico y apost¨® por una especie de neutralidad. Para ¨¦l, el psico?an¨¢lisis ya era compromiso suficiente. Yo estoy en total desacuerdo con esa parte. Si el psicoan¨¢lisis parte del estudio de los v¨ªnculos familiares, ?c¨®mo puede quedar el psicoanalista al margen del debate del matrimonio homosexual o la gestaci¨®n subrogada, por poner dos ejemplos? Yo soy favorable a ambas cosas desde hace tiempo, pero muchos de mis compa?eros se expresan en sentido opuesto al m¨ªo. No s¨¦ si sabe que un 70% de los psicoanalistas franceses estuvieron en contra del matrimonio homosexual¡
"Freud fue contrario al compromiso pol¨ªtico y apost¨® por una especie de neutralidad. Yo estoy en total desacuerdo"
P. ?C¨®mo explica el conservadurismo de su colectivo?
R. Creo que a base de limitar el papel del psicoanalista al de un mero observador, Freud termin¨® originando un colectivo reaccionario. No podemos detenernos en modelos barridos por la corriente de la historia, ni proyectar en el presente modelos de un pasado remoto. Cuando un psicoanalista me dice que la familia homoparental es contraria al complejo de Edipo, yo le respondo: ¡°?Pues cambiemos el complejo de Edipo!¡±.
P. Define el psicoan¨¢lisis como ¡°una epopeya sobre los or¨ªgenes, una canci¨®n de gesta, con sus f¨¢bulas, mitos e im¨¢genes¡±. Es decir, que la invenci¨®n de la subjetividad moderna pas¨® por convertir al sujeto en algo parecido a un h¨¦roe.
R. Exacto. Esa fue la gran labor de Freud: nos convirti¨® en h¨¦roes de nuestras vidas. Piense que a un enfermo de hace un siglo le daban pociones, le met¨ªan en un sanatorio y le trataban como a un loco. En cambio, Freud les dec¨ªa: ¡°Es usted Edipo¡±. Los psicoanalistas ya no dicen eso, pero s¨ª algo parecido: ¡°Oc¨²pese de s¨ª mismo. No deje que le traten como a un sujeto que consume medicamentos pasivamente¡±. Esa teor¨ªa del sujeto no existe en el conductismo [la otra principal escuela de psicolog¨ªa, opuesta al psicoan¨¢lisis, que estudia el comportamiento y la conducta objetiva y no cree en la existencia de un subconsciente], que es una t¨¦cnica bastante est¨²pida, aunque a veces funcione. En mi opini¨®n, cada cual debe ocuparse de su historia personal. Quienes no son capaces de verbalizarla, ni siquiera un m¨ªnimo, est¨¢n condenados a la necedad.
P. Pese a sus efectos en la percepci¨®n de la interioridad, muchos autores, como el fil¨®sofo Michel Onfray o el historiador ?Mikkel Borch-Jacobsen, siguen definiendo el psicoan¨¢lisis como una estafa. ?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil de aceptar?
"Hoy se condena el psicoan¨¢lisis apelando a lo que algunos llaman ciencia. La psiquiatr¨ªa est¨¢ desapareciendo y los neur¨®logos se convierten en simples distribuidores de medicamentos"
R. Es una teor¨ªa muy contundente que no resulta f¨¢cil de digerir. En la primera mitad del siglo pasado se la condenaba en nombre de la moral. Hoy se la condena apelando a lo que algunos llaman ciencia. Hoy d¨ªa, la psiquiatr¨ªa est¨¢ desapareciendo y los neur¨®logos se convierten en simples distribuidores de medicamentos. El motivo es que tratar a un paciente con un medicamento estandarizado resulta menos costoso que brindarle una terapia personalizada y evolutiva. En ese contexto, es normal que el psicoan¨¢lisis y su manera de entender las enfermedades del alma molesten. El problema es que la gente empieza a estar harta de tomar medicamentos. Si suprimimos una doctrina racional como el psicoan¨¢lisis como posible soluci¨®n, la gente harta de los medicamentos se terminar¨¢ orientando hacia los hechiceros de las medicinas paralelas¡
P. ?Tiene que cambiar el psicoan¨¢lisis para sobrevivir?
R. S¨ª. Debe aspirar a ocupar el lugar que han conquistado los conductistas. Para eso tendr¨¢ que transformarse. La gente ya no quiere tumbarse en el div¨¢n tres veces a la semana durante los pr¨®ximos 20 a?os. El psicoan¨¢lisis debe evolucionar al ritmo que lo hace el mundo. Se deber¨¢ apostar por terapias m¨¢s cortas, en las que se reciba al paciente cara a cara y no tumbado en el div¨¢n. Deber¨¢n aceptar tambi¨¦n tratar a cualquier persona, igual que lo har¨ªa un m¨¦dico en el hospital. Las generaciones j¨®venes ya est¨¢n practicando un cambio. Su problema es que solo hacen estudios de psicolog¨ªa y no de ciencias humanas, lo que provoca que los psicoanalistas j¨®venes est¨¦n peor formados y sean menos cultos. Y para ser psicoanalista no solo se debe ser inteligente, sino tambi¨¦n cultivado.
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