Un esplendor que no deber¨ªa ser ef¨ªmero

Los responsables del Festival Internacional de Cine de San Sebasti¨¢n nos anuncian la importancia que va a tener el cine en espa?ol, en cualquiera de sus lenguas, en sus variadas secciones. En efecto, vemos nombres de directores consagrados como Amen¨¢bar, ?lex de la Iglesia, Imanol Uribe, Colomo, Agust¨ª Villaronga, Cesc Gay, Marc Recha y muchos otros, latinoamericanos, noveles y experimentados.

Si unimos a esta explosi¨®n de t¨ªtulos los estrenados recientemente o por estrenar de manera inmediata, como Un d¨ªa perfecto, de Fernando Le¨®n, pel¨ªcula dirigida al mercado internacional, o el filme de animaci¨®n Atrapa la bandera, que tambi¨¦n intenta abrirse paso en el mercado americano, o Silencio, la ¨²ltima pel¨ªcula de Almod¨®var, por citar solo tres t¨ªtulos muy diferentes, tendr¨ªamos la impresi¨®n de que el cine espa?ol atraviesa un momento de plenitud y creatividad.

Puede que sea cierta la creatividad, pero la plenitud se encuentra a¨²n muy lejos, la econ¨®mica al menos.

Desde la subida del IVA al 21% se han cerrado 400 salas y el empleo en la exhibici¨®n ha ca¨ªdo un 15%.

Para empezar, las pel¨ªculas citadas a modo de ejemplo no son sino una parte ¨ªnfima de todo lo que se rueda. Tambi¨¦n son largometrajes una elocuente multitud de pel¨ªculas que pueblan Internet, realizadas con otros medios, muy escasos, de baj¨ªsimo presupuesto, de coste cero muchas veces, que se hacen con el entusiasmo, el talento y la buena voluntad de sus autores. Y, por qu¨¦ no, gracias tambi¨¦n al extraordinario paro laboral dominante, que les permite tener tiempo para tan altruistas dedicaciones. Y no hablemos del cortometraje, actividad que se practica de manera natural por cualquier joven con inquietudes creativas.

En la junta directiva de la Academia de Cine nos estamos planteando la manera de hacer part¨ªcipe a toda esta nueva producci¨®n en los premios Goya, al menos la que se pueda controlar con unos m¨ªnimos tr¨¢mites administrativos y alg¨²n estreno, que hoy no tiene por qu¨¦ ser forzosamente en salas. Es muy complicado, pero no podemos ignorar el suceso.

?Y c¨®mo contempla nuestra administraci¨®n todo este bullicio? Con malos o muy malos ojos, como quien tiene un problema molesto que le gustar¨ªa dejar a un lado, intoxicando a la gente con las famosas subvenciones, o con la obsesi¨®n de los cineastas por hacer una de esas frecuent¨ªsimas (5% de frecuencia) pel¨ªculas sobre la Guerra Civil, no vayan a recordar a alguien que tiene a sus antepasados bajo una cuneta. ?ltimamente juegan al despiste electoral con el polic¨ªa bueno diciendo que baja el IVA cultural y el polic¨ªa malo diciendo que de eso nada.

Mientras los espectadores en salas aumentan en los pa¨ªses de nuestro entorno, aqu¨ª, desde la subida del IVA al 21% se han cerrado 400 salas y el empleo en la exhibici¨®n ha ca¨ªdo un 15%. A cambio, el Estado ha recaudado 50 millones m¨¢s, en 2013 por ejemplo, mientras las salas, la industria cinematogr¨¢fica dejaban de ingresar 168 millones. Por cada euro nuevo para el Estado, la industria perdi¨® 4,10 euros.

Nuestro deseo no es dar guerra a las autoridades. Por el contrario, queremos que los diferentes partidos se pongan de acuerdo en una pol¨ªtica de Estado

Mientras la desgravaci¨®n fiscal por inversi¨®n en esos pa¨ªses se mueve entre el 150% de B¨¦lgica, el 40% de Francia, Alemania o Italia, o el 28% de Reino Unido, aqu¨ª la directora general del ICAA dimiti¨® cuando, despu¨¦s de mucho regateo, Hacienda subi¨® la desgravaci¨®n en un 2% para el primer mill¨®n invertido, dej¨¢ndola como estaba, al 18%, para el resto de la inversi¨®n. En Brasil la desgravaci¨®n puede llegar al 70% y en Colombia es del 40%. Esto solo en cuanto a desgravaciones fiscales. EE UU es seguramente el pa¨ªs que m¨¢s protege a su industria cinematogr¨¢fica. El Estado de Nuevo M¨¦xico, por ejemplo, devuelve a la productora antes de un a?o entre el 25% y el 30% del gasto generado en el territorio. Desde hace unos a?os, todos los Estados compiten en ofrecer las mejores condiciones para atraer a los rodajes. Reino Unido tiene unas ayudas p¨²blicas a la industria audiovisual de 120 millones, Alemania de 340 millones y Francia de 770 millones. Y todo esto, ?por qu¨¦ lo har¨¢n? ?Ser¨¢ solo para ayudar a subsistir a los c¨®micos y titiriteros de sus pa¨ªses?

Est¨¢ claro que piensan que el cine es, desde un punto de vista meramente econ¨®mico, un generador de riqueza y un puntal para la marca espec¨ªfica de un pa¨ªs, aqu¨ª de la Marca Espa?a que tanto preocupa a nuestro Gobierno. Y desde un punto de vista cultural, imprescindible como se?a de identidad nacional.

Nuestro deseo no es dar guerra a las autoridades. Por el contrario, queremos que los diferentes partidos se pongan de acuerdo en una pol¨ªtica de Estado, una pol¨ªtica similar a la de los pa¨ªses citados, o, como sucede en Francia, cada alternancia en el Gobierno de la derecha o la izquierda sirva para mejorar las condiciones de una industria cultural de la que se sientan orgullosos. De esa manera el cine espa?ol tendr¨¢ un esplendor de fondo que hoy solo puede ofrecer lateral y puntualmente en citas como nuestro querido Festival de San Sebasti¨¢n.

Emilio Mart¨ªnez-L¨¢zaro es director de cine, autor de Ocho apellidos vascos.