Agnes Martin: en busca de la perfecci¨®n oculta
La pintora canadiense triunf¨® en el Nueva York de la posguerra antes de recluirse en Nuevo M¨¦xico. La Tate Modern presenta la primera gran retrospectiva de su obra
Ocurri¨® en Coenties Slip. Al sur de la isla de Manhattan, cerca del muelle en un destartalado edificio, sin agua caliente, ni calefacci¨®n, que en el siglo XIX hab¨ªa servido como almac¨¦n. All¨ª, un buen d¨ªa a finales de los a?os cincuenta, la pintora Agnes Martin (Canad¨¢, 1912-Estados Unidos, 2004), pensando en la inocencia de los ¨¢rboles, consigui¨® pintar su primera obra no-objetiva, ajena a cualquier cosa que tuviera que ver con el mundo natural. Hab¨ªa tardado 20 a?os.
A partir de entonces y durante casi medio siglo, los cuadros de esta maestra de la austeridad y de la serenidad se caracterizaron por la presencia de formas repetitivas, con frecuencia insertadas en una ret¨ªcula, manchadas por extensos y p¨¢lidos campos de color que dejan entrever la textura del lienzo y los trazos del l¨¢piz que lo atraviesa. Martin buscaba dar una forma concreta a lo que es intr¨ªnsecamente inmaterial, y por tanto imposible de ser reducido a un objeto.
Digue siendo una desconocida para el gran p¨²blico, en parte debido a que la sutilidad y grandiosidad de su obra no queda bien reflejada en las reproducciones
La Tate Modern de Londres muestra hasta el 11 de octubre la primera gran retrospectiva de esta artista, Agnes Martin. La pintora canadiense sigue siendo una desconocida para el gran p¨²blico, en parte debido a que la sutilidad y grandiosidad de su obra no queda bien reflejada en las reproducciones impresas. Es por tanto esta una buena oportunidad para dejarse llevar por el sugerente silencio y la concienzuda y rigurosa simplicidad de Martin, figura clave de la abstracci¨®n.
El Nueva York de la posguerra se distingui¨® por su efervescencia art¨ªstica. De ah¨ª surgi¨® el expresionismo abstracto, que otorg¨® a la pintura estado?unidense un nombre propio en la historia del arte. Y este movimiento encontr¨® su respuesta en una peque?a comunidad de j¨®venes artistas instalados en "the Slip". Entre ellos se encontraban Ellsworth Kelly, Robert Indiana, James Rosenquist, Jasper Johns y Robert Rauschenberg. El v¨ªnculo que un¨ªa a este grupo de bohemios no era estil¨ªstico, se trataba m¨¢s bien de un deseo compartido de distanciarse de la exaltaci¨®n gestual y el culto al macho que caracterizaba a sus predecesores del Greenwich Village. Agnes Martin, aunque solitaria por naturaleza, encontr¨® un sitio entre estos j¨®venes, dio rienda suelta a su homosexualidad y comparti¨® su gusto por las formas escuetas y simplificadas. Con el tiempo pas¨® a ser considerada como la gran "sacerdotisa del minimalismo", para disgusto de la artista, que no se identificaba en absoluto con la sobria e impersonal geometr¨ªa del minimalismo, muda de emociones. Ella siempre se consider¨® una expresionista abstracta, gran admiradora de Mark Rothko y Barnett Newman, de quienes aprendi¨® que la geometr¨ªa pod¨ªa ponerse al servicio de la contemplaci¨®n espiritual.
Agnes Martin naci¨® en una granja de un pueblo remoto, Macklin, en Saskatchewan, Canad¨¢. En 1912, el mismo a?o en que se hundi¨® el Titanic, como le gustaba recordar. De familia escocesa, se crio en un paisaje de vastos horizontes e interminables praderas que resulta f¨¢cil asociar a la est¨¦tica de su pintura, relaci¨®n que ella acostumbraba a negar, reacia a admitir cualquier caracter¨ªstica que contextualizara su obra. Quiso ser maestra pero acab¨® dedic¨¢ndose de lleno al quehacer art¨ªstico.
Fue durante esos a?os de formaci¨®n cuando surgi¨® su inter¨¦s por las filosof¨ªas orientales. Practic¨® la meditaci¨®n durante muchos a?os, hasta que consigui¨® aprender a vaciar su mente: "Yo no creo en el intelecto. No tengo ideas, hago lo que me dicta la inspiraci¨®n, y no interfiero con ella", afirmaba en una entrevista con Chuck Smith en 1997. En 1967, cuando se encontraba en la c¨²spide de su carrera, abandon¨® Nueva York y la pintura. Los motivos nunca estuvieron claros, pero pudieron influir los brotes de esquizofrenia paranoide que se agudizaron en aquel momento.
Durante un tiempo vag¨® en una camioneta por el Oeste y por su pa¨ªs natal, hasta que acab¨® construy¨¦ndose una casa de adobe en Nuevo M¨¦xico, donde en 1974 retom¨® la pintura y vivi¨® en un estado de semirreclusi¨®n. Continu¨® all¨ª su indagaci¨®n sobre las constantes inmutables que componen la esencia de la vida; la belleza y la felicidad como expresiones de lo sublime.
De Mark Rothko y Barnett Newman, de quienes aprendi¨® que la geometr¨ªa pod¨ªa ponerse al servicio de la contemplaci¨®n espiritual
Cuentan sus amigos que pod¨ªa permanecer tan quieta que los p¨¢jaros se posaban en su hombro. Fue su sentido de pertenencia a la naturaleza, ajena a la expresi¨®n del yo y de lo material, la mejor ruta que encontr¨® en su b¨²squeda de la perfecci¨®n invisible. ¡°Cuando pienso en el arte, pienso en la belleza. La belleza es el misterio de la vida. No est¨¢ en nuestros ojos, sino en nuestra mente. Es en nuestra mente donde se encuentra la conciencia de la perfecci¨®n¡±, escribi¨® la artista.?
Agnes Martin. Tate Modern. Londres. Hasta el 11 de octubre.
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