Madonna predica en Nueva York
La reina del pop desembarca en el Madison Square Garden con una gira cargada de erotismo y liturgia
A Madonna, como a misa, los devotos de verdad acuden con fe y entrega. Se saben cercanos al ¨¦xtasis desde horas antes del concierto, no importa demasiado que el espect¨¢culo no haya empezado o lo que digan las cr¨ªticas del ¨²ltimo disco. Los m¨¢s creyentes forman una especie de galer¨ªa antes del show: los guardianes de las esencias, ataviados con sujetadores en forma de cono; los cumplidores con los ¨²ltimos estilismos de la artista, disfrazados de toros y toreros; y todos a¨²llan a cada peque?o gesto, como si vieran a una divinidad y con eso bastara.
Por eso probablemente, en lugar de subirse al escenario, Madonna ve m¨¢s coherente bajarse a ¨¦l desde las alturas. Anoche lo hizo metida dentro de una jaula en el Madison Square Garden de Nueva York para arrancar el concierto con dos temas pegadizos y muy declarativos: Iconic y Bitch, I¡¯m Madonna. En espa?ol: Soy Madonna, perra.
Era, para ser exactos, Madonna inundando el escenario con su fabuloso cuerpo de baile, vestidos de samur¨¢is, en la segunda cita de su nueva gira mundial, Rebel Heart Tour, un espect¨¢culo apabullante -a veces circense- de algo m¨¢s de dos horas, en el que la mezcla de erotismo y religi¨®n, marca registrada de la casa Ciccone desde hace 30 a?os, se eleva a su m¨¢xima potencia.
El Papa Francisco celebrar¨¢ una misa multitudinaria la semana que viene precisamente en ese mismo pabell¨®n, pero una gamberrada del destino quiso que ayer Madonna organizara por su cuenta una iglesia muy particular, con crucifijos, cuerpos esculturales, tarifa plana de lascivia y la voz de Mike Tyson como propina extravagante.
Tras los samur¨¢is, durante Holly Water (¡°B¨¦salo mejor, m¨®jalo mejor, ?no sabe a agua bendita?¡±, dice el estribillo), una cuadrilla de bailarinas irrumpe en el escenario en ropa interior para bailar con Madonna en una barra fija de forma sinuosa, como si de un striptease se tratara, con la salvedad de que van ataviadas con tocados de monja y la barra en cuesti¨®n tiene forma de cruz. Cuando la diva le dio un azote en el trasero a una de ellas, fue un delirio para el madonnismo. Muchos contoneos despu¨¦s, enlaz¨® con un Vogue ambientado en una suerte de ¨²ltima cena, en medio de m¨²sica de ¨®rgano y c¨¢lices.
Los temas nuevos se combinan con una raci¨®n generosa de cl¨¢sicos. Material Girl se baila como un cabaret y con Living for love el concierto se convierte en una corrida de toros con Madonna en traje de luces y los bailarines repartidos entre cuernos y matadores. La ¨²nica ciudad espa?ola en la que recalar¨¢ la gira es precisamente la antitaurina Barcelona, los d¨ªas 24 y 25 de noviembre, y tambi¨¦n tiene su punto ver si acaba la funci¨®n envuelta en una bandera (y con cu¨¢l), como ha hecho hasta ahora: la de Canad¨¢ la semana pasada en Montreal, donde arranc¨® la gira, y la de EE UU ayer en Nueva York.
Hace a?os que el espect¨¢culo le comi¨® el terreno a la m¨²sica en s¨ª, cuando el n¨²mero de joyas que utiliza y los dise?adores del vestuario se convirtieron en noticia. Pero cuando anoche Madonna agarr¨® la guitarra y cant¨® un dulce True Blue, y el estadio entero la sigui¨® a pleno pulm¨®n, o se qued¨® sola en el escenario para Like a Virgin, hasta la parte m¨¢s agn¨®stica del Madison Square Garden pudo ver que adem¨¢s de Madonna, est¨¢ Madonna, y que su su voz suena segura.
¡°Hoy estoy nost¨¢lgica, ?sab¨¦is que esto mismo lo estuve cantando aqu¨ª hace 30 a?os?¡±, dijo anoche la diva. En el 85, Madonna llev¨® su gira Virgin Tour precisamente al Madison y hub quien no le augur¨® una larga carrera, los cr¨ªticos musicales de la ¨¦poca, en general, no fueron precisamente entusiastas.
Hoy tampoco lo son. El nuevo disco, Rebel Heart, con colaboraciones interesantes como la del DJ Diplo y temas muy pegadizos, ha sido recibido sin alharacas, como todo lo que ha hecho desde Hung up (2005). Ayer a¨²n se pod¨ªan comprar entradas para el concierto. Con el paso de los a?os, los nuevos trabajos de Madonna han ido perdiendo relevancia, pero eso tambi¨¦n tiene que ver en parte con la transformaci¨®n de la industria en s¨ª: la explosi¨®n digital ha fragmentado los estrellatos. Ya no se construyen reinados absolutos como los que eran posibles en los 80 y los 90, y la ristra de Beyonc¨¦s, Rihannas o Britneys Spears que han surgido despu¨¦s tampoco lo han logrado, por eso conserva el trono, porque es d¨ªficil constrir otro.
Pero el paso de esos 30 a?os lo repiti¨® una vez m¨¢s al final de concierto. Hoy es dif¨ªcil leer hoy una cr¨ªtica sobre ella sin comentarios mordaces y a veces sexistas sobre su edad (56 a?os), sus intentos por combatirla (el b¨®tox) o su inacta vocaci¨®n de icono sexual, pero ayer lo que hab¨ªa en el escenario del Madison no era una mujer con aspecto de querer jubilarse. Tras un apote¨®sico Celebration, desapareci¨® de nuevo por las alturas, esta vez m¨¢s al estilo Mary Poppins. El letrero de despedida en la pantalla dec¨ªa Bye, bitches.
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