Laurie Anderson, la muerte os sienta tan bien
La artista habla sobre el fallecimiento de los seres queridos en ¡®Heart of a dog¡¯
A Laurie Anderson se le murieron seguidas su perra Lolabelle, su madre y su pareja, Lou Reed. El m¨²sico, v¨ªctima de un c¨¢ncer, falleci¨® literalmente en los brazos de su esposa. No es f¨¢cil encajar uno de esos pu?etazos que la vida va dando ¨Cobligatorios, porque sin muerte no habr¨ªa vida, no existir¨ªa la comparaci¨®n- como para soportar tres de ellos seguidos. Anderson (Glen Ellyn, Illinois, 1947) exorciz¨® demonios con Heart of a dog, otra de sus producciones visuales repletas de animaci¨®n, videos caseros de su propia infancia, sonidos, palabras¡ Por supuesto, su voz y su m¨²sica: ¡°La pel¨ªcula arranca con mi perro, y despu¨¦s intento describir qu¨¦ es la muerte, y por tanto la vida, y por eso encadeno historias. No tienen por qu¨¦ tener sentido narrativo, pero s¨ª emocional. De ah¨ª que pase a mi infancia y que reflexione sobre c¨®mo los recuerdos impregnan y alteran los hechos pasados¡±.
Anderson parece, acurrucada en un sill¨®n, un duendecillo travieso. Sonrisa desarmante, uno no puede dejar de pensar que es complejo hacer una pel¨ªcula sobre la muerte, pero a¨²n m¨¢s torturador tener que hablar de ella en un festival tras otro, porque la pel¨ªcula ya se proyect¨® en la Mostra de Venecia. A ella le gusta definirse como contadora de historias, y habla de los diferentes procesos que desarrollan otros contadores como los periodistas y los pol¨ªticos, sobre las necesidades de obtener titulares: ¡°Creo que la gente no es tonta, que sabe ver c¨®mo le intentan colar titulares. Yo en la pel¨ªcula prefiero usar epigramas, que voy soltando por ah¨ª. Como ese maravilloso de David Foster Wallace: ¡®Todas las historias de amor son historias de fantasmas¡¯. O diversas indicaciones acerca de la diferencia entre estar triste y ser triste. Mis im¨¢genes no son tristes, aunque empujen a la melancol¨ªa¡±.
A veces se nos olvida que la muerte marca solo un cierre, que hay que recordar los a?os de vida, la huella que ha dejado esa persona a su alrededor: ¡°S¨ª, y que en sus familiares y amigos sigue presente, ?verdad? Por eso en Heart of a dog hay peque?as historias, relatos que pueden parecer anecd¨®ticos o remarcarte qui¨¦n eres, en qu¨¦ crees. Me interesa la reflexi¨®n ulterior sobre hacia d¨®nde van esas historias, hacia d¨®nde se encaminan los vivos y los muertos en el futuro¡±. La estadounidense divaga, vuelve sobre sus palabras con un ingl¨¦s pausado, con un tono que de bajo parece casi monocorde. Dibuja verbalmente retratos y filosofa acerca de este concepto, sobre c¨®mo nos ve la gente que nos rodea y nos quiere.
Sus frases son una bella tela de ara?a, como la pel¨ªcula. Empieza a envolverte y a apretarte. Es farragosa, jaleosa y a la vez bell¨ªsima. Reh¨²ye referencias a Lou Reed; por mucho que el periodista enrevesa las preguntas, Anderson escoge otro camino. Finalmente, se permite un peque?o chiste sobre su pareja fallecida, tras un largo recorrido acerca de la huella dejada y la sencillez de las im¨¢genes m¨¢s poderosas. Igual que en su pel¨ªcula, que acaba con Turning time around, de Reed. ¡°A m¨ª tambi¨¦n me gusta el disco de la banana¡±. Y no por ello pierde la risa.
Babelia
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