Tr¨¢gicos, ligeros, ¨²nicos
Si alguien no es capaz de escribir una obra maestra, que escriba un libro irrepetible
Empecemos por la traca final: ¡°Cuantos m¨¢s libros leemos, antes nos damos cuenta de que la verdadera misi¨®n de un escritor es crear una obra maestra, y que ninguna otra tarea tiene la menor importancia¡±. Con esta contundencia abr¨ªa Cyril Connolly La tumba inquieta, un conjunto de apuntes destinados a defender la capacidad sanadora de la literatura. ?C¨®mo no estar de acuerdo con un arranque as¨ª? ?A qu¨¦ deber¨ªamos dedicar nuestro tiempo m¨¢s que a leer obras maestras? ?Por qu¨¦ conformarse con novelitas si nos esperan Nada, Pedro P¨¢ramo o El entenado? Conviene, sin embargo, ser realistas: si alguien no es capaz de escribir un libro magistral, pid¨¢mosle que al menos escriba un libro ¨²nico, es decir, necesario; imperfecto pero irrepetible.
A veces un libro ¨²nico tiene mucho en com¨²n con otro libro ¨²nico. Por ejemplo, una forma ligera de tratar la tragedia. Es el caso de Tambi¨¦n esto pasar¨¢, de Milena Busquets, publicado en enero por Anagrama, y de El comensal, de Gabriela Ybarra, publicado hace un par de semanas por Caballo de Troya. Del primero se ha dicho mucho y bueno y todo con justicia. ¡°Vivir con ligereza y alegr¨ªa es dificil¨ªsimo¡±, sostiene su narradora, y donde dice vivir podr¨ªa decir escribir. De hecho, la misma levedad que hace flotar Tambi¨¦n esto pasar¨¢ es la que lastraba Hoy he conocido a alguien (Bruguera, 2008), la digna primera novela de Busquets. ?Por qu¨¦ el tono que funciona con Blanca no funcion¨® con Ginebra si ambas protagonistas se parecen tanto? Por falta de contrapeso. Los cl¨¢sicos nos ense?aron que cuantos m¨¢s hilos atan a una marioneta, m¨¢s libertad de movimientos tiene y que un p¨¢jaro no puede volar en el vac¨ªo. Sin gravedad no hay vuelo y en su caso lo grave fue, desgraciadamente, la muerte de su madre.
Algo parecido podr¨ªa decirse de Gabriela Ybarra, que reconstruye en la primera mitad de El comensal, el secuestro y asesinato de su abuelo, el empresario bilba¨ªno Javier de Ybarra, a manos de ETA en junio de 1977, seis a?os antes de que ella naciera. Entretanto, la segunda parte narra el c¨¢ncer terminal de su madre. Si la novelista recrea los hechos que no vivi¨® filtrando la memoria de otros con una sencillez que nos recuerda al Sciascia del caso Moro, en el relato de la enfermedad materna ¡ªque remueve en los suyos los recuerdos del 77¡ª, la sencillez se torna ligereza hasta el punto convertirse, parad¨®jicamente, en una de las formas m¨¢s profundas de expresar emoci¨®n. Sin patetismos y sin manique¨ªsmo.
Todo entonces rezuma humanidad y naturalidad, decoro: ya se trate de todos los detalles de la quimioterapia o de la vida sexual de la escritora, de sus ¡°estudios de mercado¡± sobre productos de belleza o de la b¨²squeda en Internet de informaci¨®n sobre los terroristas. Siempre prefiri¨® imaginarlos como marcianos, locos o seres de ficci¨®n y no como personas. ¡°Asumir su humanidad significa reconocer que yo tambi¨¦n podr¨ªa llegar a hacer algo as¨ª¡±, nos dice. Algunos resultaron ser amigos de uno de sus amigos del colegio de Getxo.
Despu¨¦s de leer El comensal, como despu¨¦s de leer Tambi¨¦n esto pasar¨¢, nos preguntamos qu¨¦ viene ahora. Tal vez no venga nada. Es suficiente. ?Qui¨¦n necesita una carrera literaria cuando ya ha escrito un libro irrepetible?
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