Premios aceptables para un festival tibio
La primera noticia que tuve de ese pa¨ªs ex¨®tico llamado Islandia me lleg¨® a trav¨¦s de una maravillosa lectura de ni?ez. Viaje al centro de la tierra, de aquel escritor no s¨¦ si excelso, pero si apasionante, llamado Jules (o Julio, no nos pongamos sofisticados) Verne comenzaba all¨ª. Y habiendo conocido una parte notable del inmenso mundo, por una raz¨®n u otra, siempre se me ha frustrado la visita a ese lugar tan raro que ha habitado mis deseos o mis enso?aciones. Tengo constancia de que han nacido en ¨¦l Bj?rk, esa moderna tan imprevisible y dotada de algo especial, y alg¨²n futbolista m¨¢s que atractivo. Pero no tengo memoria de haber sido testigo del cine que se hace all¨ª. O a lo peor, si he visto alguna en mi heroico camino por los festivales, pero no me dej¨® huella.
Sparrows, negociable pero tambi¨¦n aceptable Concha de Oro, se desarrolla en ese paisaje, en medio de fiordos y de un pueblo que no te anima excesivamente a vivir en ¨¦l. Es el destino que imponen a un quincea?ero bastante perdido, sensible, t¨ªmido, introvertido, ¨ªntimamente furioso, con todas las papeletas para que su entorno le haga dif¨ªcil su supervivencia mental, al lado de un padre al que casi no ha tratado, hosco, borracho y perdedor. El director R¨²nar R¨²narsson cuenta con delicadeza y autenticidad los encuentros y desencuentros de este atemorizado cr¨ªo, su iniciaci¨®n en esos enigmas tan inquietantes que acompa?an a la adolescencia, en el desconcierto ante tus sensaciones, en el miedo, en el anhelo de ser comprendido, aceptado y querido. Y tiene una secuencia final que me conmueve. Es la pel¨ªcula que m¨¢s me ha atra¨ªdo, junto a la espa?ola (perd¨®n, quer¨ªa decir catalana) Truman y la francesa Los caballeros blancos en una secci¨®n oficial tirando a desfallecida, a encontrar lo que se ha podido.
Me hab¨ªan llegado rumores alarmantes, que desafiaban a la evidencia y a la lucidez, de que hab¨ªa disensiones en el jurado para premiar a un actor genial llamado Ricardo Dar¨ªn, un pavo que me enamora casi siempre desde que descubr¨ª su deslumbrante arte en Nueve reinas. Al final, se ha impuesto la cordura, eso tan necesario llamado sentido com¨²n. Y me parece correcto que tambi¨¦n hayan reconocido el m¨¢s que meritorio trabajo de Javier C¨¢mara, un sparring de altura ante el peso pesado Dar¨ªn en esa esplendida pel¨ªcula sobre las despedidas definitivas y desgarradoras de lo que has amado llamada Truman.
El espect¨¢culo que yo vi en La Habana de los noventa, protagonizado por las jineteras m¨¢s hermosas y sabrosas, que l¨®gicamente solo ve¨ªan d¨®lares en el rostro de sus explotadores y ricos clientes, no lo puedo relacionar con el submundo fe¨ªsta, tal vez naturalista y vocacionalmente s¨®rdido (si hab¨ªa pretensiones de ternura por parte del atormentando y siempre personal Villaronga, se me escapan) que retrata El rey de La Habana. No dudo de la intensidad y el realismo que imprime a su personaje la actriz Yordanka Ariosa, pero no soporto ni su presencia, ni sus gritos, ni su casticismo, ni sus celos, ni sus trapicheos, ni sus excrementos, ni su batalla cotidiana para sortear a la ruina absoluta. Probablemente, hace muy bien su trabajo, pero como soy tan fr¨ªvolo, me puede la est¨¦tica.
Y nada que objetar al premio al mejor director a Joachim Lafosse, creador de atm¨®sfera, veraz, complejo, estremecedor retratista de la permanente tragedia de ?frica en Los caballeros blancos ni el del mejor guion a la sorprendente, irregular, y a ratos muy graciosa 21 noches con Pattie. Las razones de los galardones a la incomprensible, gratuita, in¨²tilmente terror¨ªfica y tediosa Evolution se me escapan. Ellos sabr¨¢n.
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