Arrabal, so?ando a Pr¨®spero
Hay una tensi¨®n irresuelta entre su oralidad y la impronta ritual de 'El arquitecto y el emperador de Asiria'
Un solitario, sue?a que est¨¢ acompa?ado, habla con su amigo imaginario, comparte sus fantas¨ªas con ¨¦l, escenifica sus recuerdos; le besa y le pide que le pegue, alternativamente (para sentirse vivo)¡ Calib¨¢n, so?ando a Pr¨®spero; Viernes, imaginando a Robins¨®n, o viceversa. El arquitecto y el emperador de Asiria, la pieza m¨¢s celebrada de Fernando Arrabal, cabe leerse de este modo, atendiendo a las palabras del Arquitecto: ¡°So?¨¦ que estaba solo en una isla desierta y que, de pronto, un avi¨®n se ca¨ªa¡±, a la complementariedad de sus dos ¨²nicos personajes, a sus continuos cambios de roles y a la metamorfosis final.
En esta coproducci¨®n hispanoargentina, Corina Fiorillo, su directora (y los actores con ella), defienden el texto con u?as y dientes, y lo llenan de acci¨®n sin ponerlo todo perdido, como suced¨ªa en Ping¨¹inas, hace tres meses en este mismo teatro (en la sala de al lado, reci¨¦n bautizada con el nombre del dramaturgo melillense, cuya figura Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente ha abrazado como bandera de su gesti¨®n al frente del Espa?ol). La acci¨®n de la pieza, encuadrada en la etapa P¨¢nica de Arrabal, evoca otros juegos de roles: Arquitecto y Emperador podr¨ªan ser Solange y Claire interpretadas por Stan Laurel y Oliver Hardy. Algo del esp¨ªritu c¨®mico de tan c¨¦lebre pareja hay en el enfrentamiento proteico sin tregua ni sosiego entre Fernando Albizu y Alberto Jim¨¦nez, con sus f¨ªsicos antag¨®nicos, aunque sus personajes tienden a igualarse an¨ªmicamente, presas de una exaltaci¨®n que, en el caso del Arquitecto, pudiera haberse mesurado, para conseguir un contraste violento entre ambos.
El arquitecto y el emperador de Asiria
Autor: Fernando Arrabal. Int¨¦rpretes: Fernando Albizu y Alberto Jim¨¦nez. Direcci¨®n: Corina Fiorillo. Madrid. Matadero/Las Naves del Espa?ol, hasta el 1 de noviembre.
En la obra, que tantea temas como las relaciones filiomaternales, la represi¨®n de la libido, la posibilidad de comuni¨®n con el otro¡, existe una tensi¨®n, cuando no una contradicci¨®n manifiesta, entre el lenguaje hablado, fecundo y pleno de ingeniosas asociaciones de ideas, pero al filo de lo verboso, y el car¨¢cter ritual neto de ciertas escenas, s¨ªntesis a la que en este montaje solo se ha llegado en algunos momentos.
Babelia
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