Munch, la voz detr¨¢s del grito
La obra del artista noruego resurge en su doble vertiente, pict¨®rica y literaria, con dos exposiciones en Madrid y ?msterdam y la publicaci¨®n de una antolog¨ªa de sus escritos
En un estado de ¨¢nimo
intenso
un paisaje ejercer¨¢
cierto efecto sobre
la persona¡ª al representar
este paisaje [la persona] llegar¨¢ a
una imagen de su propio estado ¡ª
y esto¡ª este estado de
¨¢nimo es lo principal
Como prueban sus propias palabras, Edvard Munch (Loten, 1863-Ekely, 1944) abog¨® por un arte en el que el sentimiento indefectiblemente turba la vista. El filtro emocional inunda de color y de fuerza sus lienzos. Las escenas, siempre figurativas y narrativas ¡ªcon historias y personajes¡ª se transforman. Y el arrebato establece un potente v¨ªnculo con el espectador: atr¨¢s queda el plano objetivo, llega el ensalzamiento de lo subjetivo sin disimulo y con una notable carga de sentida sinceridad. Fue criticado y ridiculizado por cr¨ªticos que clamaban que sus cuadros ara?ados no estaban acabados. ?l, incluso ya en la madurez y plenamente consagrado, montaba sus estudios al aire libre; le gustaba el efecto que la naturaleza y los elementos pod¨ªan tener sobre los lienzos.
La conexi¨®n que Munch trataba de establecer con el p¨²blico no apela simplemente a la reproducci¨®n de ese mundo exterior com¨²n a todos, sino que busca el nexo en el crudo sentimiento, la angustia o la pasi¨®n que todo ser humano ha padecido. A golpe no s¨®lo de pincel sino de pluma, en miles de cartas, en notas, aforismos, apuntes, versos y alg¨²n que otro relato, el ic¨®nico y prol¨ªfico artista noruego trat¨® tambi¨¦n de explicarse y defender su postura.
Este oto?o ambas vertientes de Munch, la pict¨®rica y la literaria, cobran un nuevo impulso. A la exposici¨®n Arquetipos en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid ¡ªque re¨²ne desde el 6 de octubre hasta el 17 de enero cerca de 80 obras del artista noruego y ha sido organizada conjuntamente por el Munchmuseet de Oslo¡ª, se suma la publicaci¨®n por primera vez en castellano de una antolog¨ªa de sus escritos en El friso de la vida (N¨®rdica).
"La escritura fue muy importante para Munch. Sinti¨® la necesidad de expresarse por este medio, algo que resulta evidente a la vista de la cantidad de material que leg¨® y el cuidado que puso en que no se perdiera", explica por correo Hilde B?e, autora del pr¨®logo de El friso de la vida y directora del archivo digital del Munchmuseet. A pesar de sus frecuentes viajes el pintor guard¨® sus apuntes. Rara vez fechaba sus textos, usaba los mismos cuadernos para escribir y dibujar, a veces durante d¨¦cadas. Su t¨ªa Karen y su hermana Inger le ayudaron a conservarlos, como prueba la larga correspondencia que mantuvo con ellas. La publicaci¨®n en la Red ¡ªen noruego y alem¨¢n¡ª del conjunto del archivo del artista dentro del proyecto emunch arranc¨® en 2011 y ya permite acceder a un 60% del material. El libro Cuadernos del alma (Casimiro), aparecido en septiembre, re¨²ne una selecci¨®n tomada de esta web.
"Ahora sus escritos est¨¢n jugando un papel muy importante en la preparaci¨®n de las exposiciones que sobre su obra se est¨¢n realizando", a?ade B?e. Por ejemplo, en la muestra Munch: Van Gogh que este oto?o, tras su paso por Oslo se ha instalado en ?msterdam. La exposici¨®n enfrenta por primera vez la obra de los dos pintores que nunca llegaron a conocerse personalmente, aunque fueron contempor¨¢neos y compartieron una aproximaci¨®n similar al lienzo. Algo de lo que el noruego era claramente consciente:
El horno del infierno del alma ¨C
es extremadamente
agresivo para
los sistemas nerviosos
(P[or ejemplo] Van Gogh¡)
(En parte yo mismo)
La celebraci¨®n del 150 nacimiento de Munch en 2013 consolid¨® la nueva etapa que ven¨ªa cuaj¨¢ndose desde los a?os noventa en torno al estudio de su obra. El pintor, cuya prol¨ªfica e intensa obra hab¨ªa quedado en buena medida sepultada por El grito ¡ªm¨¢s exactamente por los cuatro gritos que pint¨® en el plazo de 17 a?os¡ª , resurge con fuerza. Nuevos matices se a?aden, como capas de pintura, a la leyenda del artista hipersensible, enfermo y atormentado.
En la infancia Munch perdi¨® a su madre y a una hermana por tuberculosis y se crio junto a su padre m¨¦dico, estricto y devoto cristiano. A los 17 a?os escribi¨® en su diario que hab¨ªa decidido hacerse artista y efectivamente se entreg¨® a la bohemia y al alcohol, frecuent¨® a escritores como Hans Jaeger y gracias a una beca se instal¨® en Par¨ªs en 1899 durante tres a?os, y poco despu¨¦s en Berl¨ªn.
Vivi¨® turbulentas pasiones llenas de celos y desespero, que culminaron en una bronca fatal con Tulla Larsen en la que Munch dispar¨® una pistola y se mutil¨® un dedo. En 1905 ingres¨® en un sanatorio mental despu¨¦s de sufrir una crisis nerviosa y volvi¨® a ser internado tres a?os despu¨¦s. Fue definido por el poeta Strindberg como "el pintor esot¨¦rico del amor, de los celos, de la muerte y de la tristeza". En sus cuadros hay angustia, dolor, mujeres vampiro.
Igualmente cierto es que Munch vivi¨® hasta los 81 a?os y que su obra, a pesar de haber sido muy criticada al principio, lleg¨® a gozar de un amplio reconocimiento. "Fue un artista-empresario muy productivo y de gran ¨¦xito que consagr¨® fervientemente su vida a lo ¨²nico que consideraba su verdadera misi¨®n: crear una obra de gran altura y ser respetado como artista", apunta en el cat¨¢logo de Arquetipos Jon-Ove Steihaug, director de colecciones y exposiciones del Munchmuseet y comisario, junto a Paloma Alarc¨®, de la muestra en el Museo Thyssen. "No es su vida lo que nos llama la atenci¨®n, sino lo que como artista logr¨® producir". De hecho, Munch realiz¨® 1.800 ¨®leos, 750 grabados y un ingente n¨²mero de dibujos que no han sido catalogados.
La sobrevaloraci¨®n del peso de su biograf¨ªa en el arte de Munch es uno de los mitos que empiezan a caer. Aunque en su biograf¨ªa se pueda rastrear, y all¨ª resida el inter¨¦s que tuvo por determinados temas (como la enfermedad o los celos), su plasmaci¨®n a lo largo de cinco d¨¦cadas escapa los m¨¢rgenes de esta estrecha lectura.
Otro mito que ha ca¨ªdo es que su obra posterior a la d¨¦cada de 1890 no val¨ªa realmente la pena. Contra esto carg¨® la exposici¨®n Munch: The Modern Eye que en 2012 estudi¨® la influencia del cine y la fotograf¨ªa en la obra de las ¨²ltimas etapas de su trayectoria. Munch dise?¨® rompedoras escenograf¨ªas teatrales y realiz¨® muchas fotograf¨ªas, los planos y puntos de vista de sus cuadros tienen un car¨¢cter fuertemente cinematogr¨¢fico.
Ahora, la muestra Arquetipos ¡ªque presenta sendos programas de cine y de conferencias¡ª ahonda en otro de los puntos candentes en torno al artista noruego: al tratar la obra de Munch no se debe hablar de copias en referencia a los cuadros que llevan un mismo t¨ªtulo y tratan una misma escena, sino de versiones o interpretaciones.
La manera en que se mira tambi¨¦n depende del estado de ¨¢nimo y de c¨®mo se encuentra uno en general.
Esa es la raz¨®n por la que un motivo ¡ª
puede verse de muchas maneras y eso es lo que hace interesante el arte
La muestra Arquetipos abarca un amplio espacio cronol¨®gico de m¨¢s de medio siglo, con obras que van desde 1881 hasta 1935. Y es precisamente esta dilatada horquilla temporal lo que refuerza la idea que sustenta la exposici¨®n: Munch trabaj¨® a lo largo de su vida con ah¨ªnco una serie de asuntos sobre los que volv¨ªa una y otra vez. Igual que el dramaturgo Henrik Ibsen hizo en sus obras, podr¨ªa decirse que Munch tambi¨¦n trabaj¨® en torno a moldes o arquetipos que revisitaba incesantemente.
En plena efervescencia del psicoan¨¢lisis y el subconsciente, con el arquetipo jungiano que habla del mito cultural que se impone y se traslada generacionalmente con visiones estereotipadas de la mujer y del hombre, pinta Munch. En su obra aborda reiteradamente escenas como la de una pareja retratada de espaldas que mira al mar en Los solitarios ¡ªimagen plasmada por ejemplo en un grabado de 1894, en una xilograf¨ªa de 1899 y en un ¨®leo de 1935 presentados en la exposici¨®n¡ª. Cambian los colores, la postura, el sentido, como un recuerdo cuya evocaci¨®n va mutando. "Hab¨ªa un inventario de temas que le interesaban y repite obsesivamente obras sobre estos arquetipos en ¨®leo, grabado y dibujo. Ten¨ªa una especie de cat¨¢logo de im¨¢genes en la cabeza. La repetici¨®n es una f¨®rmula moderna de experimentaci¨®n", explica la comisaria Paloma Alarc¨®, jefa de conservaci¨®n de pintura moderna del Museo Thyssen. "Quiz¨¢ porque sus obras son narraciones ha costado leerlas as¨ª. La variaci¨®n se ha entendido mejor en la abstracci¨®n, en las series de pintores como Rothko o de Monet con sus nen¨²fares".
¡ªEl arte es la forma del cuadro¡ª
nacido a trav¨¦s de los nervios¡ª
ojo ¡ªcerebro y coraz¨®n¡ª
del ser humano
El arte es la necesidad
humana de cristalizaci¨®n
La naturaleza es el reino
infinito del que
se nutre el cuadro¡ª
Melancol¨ªa, Muerte, P¨¢nico, Mujer, Melodrama, Amor, Nocturnos, Vitalismo y Desnudos son los ejes que ordenan Arquetipos. La muestra arranca con la quietud y luminosidad impresionista de los retratos de sus hermanas, con figuras melanc¨®licas que miran lejos. La secci¨®n muerte presenta las m¨²ltiples versiones de La ni?a enferma sobre las que Munch trabaj¨® hasta llegar a esa Agon¨ªa densa y expresionista. En la secci¨®n del p¨¢nico est¨¢n las litograf¨ªas y xilograf¨ªas de El grito, de Ansiedad y de P¨¢nico en Oslo. El color vuelve al tratar el tema de la mujer, donde surgen las amenazadoras vampiras, que acaban desembocando en Celos y Sorpresa, y en esa habitaci¨®n de papel verde moteado que presta un fondo repetido en los cuadros que desarrollan el Melodrama. Amor recoge el Beso con el que Munch llega a la abstracci¨®n. En Nocturnos van desapareciendo las figuras. A¨²n queda el Vitalismo fresco y Desnudos, el ¨²ltimo bloque, que se cierra con El artista y su modelo mirando fijamente desde el lienzo.
Edvard Munch. Arquetipos. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid. Desde el 6 de octubre hasta el 17 de enero.
Munch: Van Gogh. Museo Van Gogh, Amsterdam. Hasta el 17 de enero.
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