Peter Florrick contra Hillary Clinton
¡®The Good Wife¡¯ avanza en la mezcla de ficci¨®n y realidad en su nueva temporada
La televisi¨®n de Estados Unidos va a dar un nuevo paso en las relaciones entre ficci¨®n y realidad a cuenta de la pol¨ªtica y las campa?as electorales. En la nueva temporada de The Good Wife, que arranca el pr¨®ximo domingo en Estados Unidos y llegar¨¢ a Espa?a en la programaci¨®n de Fox Life el 8 de octubre, Peter Florrick, marido de la protagonista Alicia Florrick, tendr¨¢ como rival en su carrera hacia la Casa Blanca a la mism¨ªsima Hillary Clinton. No se tratar¨¢ de un personaje m¨¢s o menos inspirado en la exsecretaria de Estado, sino que se aludir¨¢ en los episodios a la candidata dem¨®crata y sus aspiraciones, aunque Clinton no aparecer¨¢ en pantalla. Eso s¨ª, la serie se guarda la carta de alejarse todo lo que desee de la realidad.
Dan Pfeiffer, exasesor del presidente Barack Obama, ha interpretado esta entrada de la ficci¨®n en la pugna dem¨®crata por la nominaci¨®n para las elecciones de 2016 como ¡°la conexi¨®n casi perversa entre la cultura popular y la pol¨ªtica¡±.
La exitosa serie de la CBS ya despert¨® en su estreno en 2009 diversas especulaciones sobre si el personaje de la protagonista, una abogada que debe afrontar las infidelidades de su marido, que ocupa un cargo pol¨ªtico, se basaba en Clinton.
La candidata y esposa del expresidente Bill Clinton es, adem¨¢s, una seguidora de The Good Wife, como se ha sabido gracias a un correo electr¨®nico que envi¨® cuando estaba al frente del Departamento de Estado para que sus asesores le dijesen en qu¨¦ horario se emit¨ªa.
La s¨¦ptima temporada de la serie ir¨¢ entrelazando ficci¨®n y realidad, como ya ha hecho en episodios anteriores a cuenta de cuestiones como las primaveras ¨¢rabes, la guerra en Siria o el espionaje de la NSA. El productor Robert King ha revelado que el episodio en el que Peter Florrick ¡ªinterpretado por Chris Noth¡ª y Clinton se enfrentan en el caucus de Iowa, la primera cita en las primarias de 2016, se emitir¨¢ coincidiendo con la votaci¨®n real, el pr¨®ximo 1 de febrero.
Todo ello supone un reconocimiento al poder de las nuevas narrativas audiovisuales y de las redes sociales, y un s¨ªntoma de la necesidad de las grandes cadenas de explorar otros territorios ante la huida de los espectadores m¨¢s j¨®venes. La consultora Deloitte se?ala que los menores de 30 a?os ven m¨¢s de la mitad de los contenidos televisivos que consumen a trav¨¦s de ordenadores o tabletas, mientras que los mayores de esa edad siguen el 80% en televisi¨®n. Los j¨®venes acuden a nuevas fuentes para seguir la informaci¨®n pol¨ªtica, desde redes sociales a los late night shows de presentadores como Stephen Colbert y Jon Stewart, convertidos en dos l¨ªderes de opini¨®n que han dado forma a las ¨²ltimas campa?as.
Medios de EE UU han revelado que Obama incluy¨® a Stewart en la lista de periodistas que invita a la Casa Blanca para abordar la actualidad, algo que nunca hab¨ªa ocurrido con el conductor de un programa nocturno. La revista The New Yorker le atribuye ¡°diez veces m¨¢s poder que cualquier editorial solemne¡± y reconoce que es ¡°el doble de iluminador que las supuestas noticias reales de las que se alimenta¡±, en palabras de David Remnick, su director.
¡°La Hillary Clinton de The Good Wife no determinar¨¢ si gana o pierde en la realidad, pero la manera en que sea retratada s¨ª afectar¨¢ a c¨®mo la ven algunos espectadores, y eso es algo con lo que tendr¨¢ que lidiar su campa?a¡±, apunta Pfeiffer.
Influencia de la invenci¨®n
Los c¨®micos de la ¨²ltima generaci¨®n explotan en Internet la instantaneidad con la que un mensaje en las redes sociales puede cambiar una campa?a electoral, cuyos responsables tienen ahora que a?adir la ficci¨®n a los numerosos frentes que deben vigilar.
La influencia de estas nuevas plataformas y actores en la actualidad pol¨ªtica estall¨® en 2008 con la imitaci¨®n que Tina Fey realiz¨® en Saturday Night Live de la aspirante republicana a la vicepresidencia Sarah Palin. Desde entonces, los asesores pol¨ªticos tienen en cuenta el peligro que supone que la copia tenga m¨¢s peso en una campa?a que el candidato real.
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