En busca del infierno
Ferm¨ªn Bocos indaga en un libro los lugares donde los antiguos situaban el Hades
En verano de 1999, el entonces papa Juan Pablo II asegur¨® que el infierno no es "un lugar", sino "la situaci¨®n de quien se aparta de Dios" y que el demonio "est¨¢ vencido", ya que "Jes¨²s nos ha liberado de su temor". Un nuevo punto de vista aport¨® su sucesor, Benedicto XVI, cuando asever¨® que el infierno "existe y es eterno". Otra vuelta de tuerca dio el actual obispo de Roma el pasado febrero al alejarse de la idea de un castigo infinito. La Iglesia "no condena para siempre", zanj¨®. En semejante batiburrillo en que se encuentra el averno se ha querido adentrar, literalmente, el periodista y escritor Ferm¨ªn Bocos (Santander, 1949). ?El objetivo? Intentar localizar los puntos geogr¨¢ficos donde los antiguos consideraban que estaba situada la entrada al m¨¢s all¨¢. ?El resultado? Viaje a las puertas del infierno: Las entradas ocultas del Hades (Ariel), una suerte de cr¨®nicas de viajes a estos lugares. ?La conclusi¨®n? El infierno existe: se puede viajar a ¨¦l, se puede transitar y hasta se puede aspirar su hedor.
El periplo arranca en Espa?a, pero recorre Italia y Grecia y tambi¨¦n hace paradas en Israel, Francia, China, India, Jap¨®n, Irak y Egipto. El autor hace 17 excursiones en busca de los lugares donde, seg¨²n leyendas, literaturas, mitos, cultos y tradiciones de la Antig¨¹edad, se accede a un lugar reservado a los fallecidos.
La curiosidad por "el mundo cl¨¢sico" y el inter¨¦s por la p¨¦rdida de "ese temor al infierno que durante 20 siglos, al menos en nuestro mundo judeocristiano, fue quiz¨¢s un instrumento de dominaci¨®n, incluso pol¨ªtica", explica el escritor, fueron los motivos que lo llevaron a localizar las moradas de las almas castigadas.
En una de ellas consigui¨® colarse Bocos. "Ulises lo hizo hace aproximadamente 3.200 a?os y yo lo hice en v¨ªsperas de la primavera de 2013". Se trata del Necromantei¨®n, una gruta situada cerca la localidad griega de ?fira a la que, seg¨²n la literatura hom¨¦rica, Odiseo accedi¨® para contactar con el M¨¢s All¨¢. Sobre este infierno se encuentra hoy, afirma Bocos en su libro citando al arque¨®logo Sotiris Dakaris, "una ermita bizantina" construida "a modo de tap¨®n". El autor define este Hades (que sit¨²a a "unos ocho o 10 metros bajo tierra") como un sitio "vac¨ªo" que "desprende un olor acre a humedad mezclada con un aroma dulz¨®n dif¨ªcil de identificar si uno no sabe que, durante varios siglos, en aquel lugar se acumularon grandes cantidades de sangre procedentes del sacrificio ritual de miles de animales".
El autor indaga dos entradas al infierno en Espa?a: una en Huelva y otra en Madrid
Fue ese uno de los lugares que m¨¢s impactaron al autor. "Cuando desciendes all¨ª, la humedad, los restos de arena colmatada por la sangre de tantos sacrificios y los restos de hach¨ªs que han encontrado los arque¨®logos te dan una sensaci¨®n de estar pisando tierra maldita y la verdad es que sal¨ª con una sensaci¨®n de cierta repugnancia y repulsi¨®n". Una emoci¨®n diametralmente opuesta pero igualmente intensa le produjo el Monte Athos, tambi¨¦n en Grecia. All¨ª se dirigi¨® el autor, "cansado de buscar las puertas del infierno", para encontrar la entrada al Cielo, a la que le dedica el ¨²ltimo cap¨ªtulo del libro. "Es un lugar donde hay 21 monasterios colgados en precipicios de v¨¦rtigo y donde los monjes hacen una vida absolutamente alejada del mundo actual; all¨ª encontr¨¦ una sensaci¨®n de paz, de imperturbabilidad, de ataraxia".
Pero no necesit¨® Bocos viajar tan lejos para encontrar otra entrada al averno, ya que Espa?a tiene no una, sino dos. "En la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, seg¨²n algunos historiadores recientes que tomaron nota de viajeros de la Antig¨¹edad, hab¨ªa dos puertas del infierno. Una donde hoy se levanta el monasterio de Santa Mar¨ªa de la R¨¢bida, en Huelva, justo en la confluencia del r¨ªo Tinto y del Odiel, y la otra, seg¨²n la historiograf¨ªa y las leyendas que rodean el lugar, en San Lorenzo del Escorial".
Despu¨¦s de a?os de viajes recorriendo inframundos, (el autor ha pasado "casi los ¨²ltimos cuatro a?os" brincando de infierno en infierno) la pregunta es inevitable: ?Ferm¨ªn Bocos cree en su existencia (connotaciones papales aparte)? El autor esquiva responder de forma directa y prefiere citar a Sartre: "El infierno son los otros".
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