Lorena Wolffer y el registro violento
La violencia de g¨¦nero es el tema central sobre el que ha trabajado la artista perform¨¢tica. El Museo de Arte Moderno de M¨¦xico acoge una amplia muestra de su obra.
La performance ocurre en un momento y en un lugar, ante los ojos privilegiados de los presentes. Luego se desvanece, sin dejar rastro. O muy poco: algunas fotos o videos y los recuerdos de los que estuvieron all¨ª. Los artistas, entonces, tienen que ingeni¨¢rselas para, a?os despu¨¦s, intentar llevar esa acci¨®n fugaz a la sala de un museo, para que los espectadores tengan una probada de aquello que alguna vez tuvo lugar. Un registro fotogr¨¢fico apenas cumple con ilustrar de manera burda lo que termina muchas veces teniendo que ser explicado en paneles o cat¨¢logos. Por ello, algunos artistas deciden recrear directamente las acciones frente al p¨²blico nuevo. Pero algo se pierde de cualquier modo en el traslado temporal y muchas veces geogr¨¢fico.
Las fotograf¨ªas y los textos que recogen diversos testimonios son menos "memorias" que disparadores de posibles acciones
Por todo esto es interesante observar lo que ha hecho la artista Lorena Wolffer en la exposici¨®n Expuestas: registros p¨²blicos, pues con notable econom¨ªa de medios consigue darles una segunda vida a una serie de acciones e intervenciones llevadas cabo a lo largo de siete a?os, alrededor de un mismo tema: la violencia de g¨¦nero. Y esto lo hace mezclando documentaci¨®n con una serie de dispositivos que invitan al espectador a reactivar una investigaci¨®n que, desde luego, podr¨ªa no acabarse nunca ¨Ccomo la violencia misma. Los registros, adem¨¢s, tienen aqu¨ª no tanto la funci¨®n de describir hechos pasados como ser objeto de una discusi¨®n ¨Co por lo menos, de una reflexi¨®n¨C que deber¨ªa continuarse al salir de la sala. As¨ª, las fotograf¨ªas y los textos que recogen diversos testimonios son menos "memorias" que disparadores de posibles acciones. Esto no quiere decir que la exposici¨®n tenga un sentido did¨¢ctico, aunque desde luego entra?e, por el asunto mismo, un inevitable impulso de movilizar al espectador. Pero eso es justamente lo que pensaba Guy Debord que deb¨ªan hacer los artistas: "construir momentos que provoquen que el espectador abandone su pasividad". Y aqu¨ª definitivamente el espectador es interpelado y casi empujado a mirarse en el espejo brutal que la arista le pone una y otra vez enfrente.
Un performance de Lorena Wolffer en colaboraci¨®n con Lara Bernays. C¨¢mara: Peter Telfer. Edici¨®n: Ximena Cuevas
El trabajo de Lorena Wolffer ha tocado temas de g¨¦nero desde sus inicios, aunque al principio no estuviera ligado, como ella misma lo explica, "a las teor¨ªas feministas ni a los estudios de g¨¦nero". Hab¨ªa m¨¢s bien una respuesta directa a la disciplina misma, "por lo que posibilita en el uso y la articulaci¨®n del cuerpo". Con el tiempo, no obstante, la artista ha ido sumergi¨¦ndose en un proceso que la llev¨® de las primeras performances centradas en la experimentaci¨®n de los l¨ªmites del cuerpo en general, a trabajos m¨¢s recientes que abordan asuntos que ata?en a cuerpos concretos y reales: como los de las llamadas "muertas de Ju¨¢rez", por ejemplo.
La performance de 2003, Mientras dorm¨ªamos, una obra muy relevante para el contexto mexicano de las ¨²ltimas d¨¦cadas, consist¨ªa en la grabaci¨®n de una voz masculina que le¨ªa con indiferencia los reportes policiacos de cincuenta de los casos de mujeres asesinadas en Ciudad Ju¨¢rez que azarosamente hab¨ªan aparecido en la red, acompa?ados de una acci¨®n muy puntual: los recuentos serv¨ªan como gu¨ªa para que la artista trazara sobre su cuerpo cada uno de los golpes, las cortadas y los balazos recibidos por estas mujeres. Como Wolffer relata, la intenci¨®n era, "llamar a las mujeres por su nombre y apellido y nombrar la violencia espec¨ªfica que vivieron, pero tambi¨¦n buscaba regresar toda la conversaci¨®n sobre Ju¨¢rez al cuerpo de una (otra) mujer". El horror estaba all¨ª, "con todas sus letras", tanto en lo que se dec¨ªa como en lo que no, "sobre un cuerpo femenino".
Los trece proyectos reunidos son el resultado del trabajo que Wolffer en un albergue para mujeres maltratadas
Lo que segu¨ªa, por tanto, era aproximarse a mujeres que pudieran dar sus propios testimonios ¨Cen lugar de oscuros polic¨ªas y funcionarios hablando por las mujeres asesinadas¨C. Eso la llev¨® a producir las obras que componen la muestra del MAM. Otro factor, explica ella, "fue darme cuenta de que la violencia no estaba lejos, all¨¢ en Ju¨¢rez, sino en mi propia historia, en la de mi vecina o mi amiga. Comenzar a desnaturalizar la violencia implic¨® reconocer que como mujer, en este pa¨ªs, y en pr¨¢cticamente cualquier otro, vives una realidad inequitativa que te obliga a luchar por las cosas m¨¢s b¨¢sicas".
Los trece proyectos reunidos son el resultado del trabajo que Wolffer realiz¨® de 2007 a 2013 en uno de los albergues que existen en la Ciudad de M¨¦xico para mujeres maltratadas, donde, nos dice, descubri¨® "lo reparador que resulta para las mujeres contar sus historias: ser ellas quienes narran lo que les pas¨® y qu¨¦ fue lo que las llev¨® a escapar, finalmente, de las manos de sus agresores". Y ese es, en pocas palabras, el planteamiento de Expuestas: registros p¨²blicos: usar los testimonios de las mujeres para transformar la violencia en un fen¨®meno visible y p¨²blico. Y seguirlo haciendo hasta hoy: en un ordenador que est¨¢ en la sala las mujeres que visitan la exposici¨®n y que han sido ellas mismas v¨ªctimas de distintos tipos de violencia, pueden anotar su nombre para acompa?ar la lista, desde luego, interminable, que puede leerse en una gran pantalla que completa el recorrido.
Lorena Wolffer / Expuestas: registros p¨²blicos, Museo de Arte Moderno de la Ciudad de M¨¦xico. Hasta el 18 de octubre.
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