Amalgamas

Leonidas Kavakos (Atenas, 1967) tiene dos ¨ªdolos violin¨ªsticos reconocidos que parecen continuarle en una lista alfab¨¦tica: Leonid Kogan y Fritz Kreisler. El poder¨ªo ruso y la elegancia vienesa. Dos aspectos que el violinista griego ha convertido con el tiempo en su propio credo art¨ªstico. En sus conciertos hay d¨ªas en los que reina Kogan y su toque se vuelve m¨¢s objetivo, imponente y pirot¨¦cnico; otras veladas parece que predomina Kreisler y prima la elegancia en el fraseo o la exquisitez en el tono. El pasado jueves en Zaragoza asistimos a una perfecta amalgama de ambos en su sensacional interpretaci¨®n del Concierto para viol¨ªn de Sibelius. Esta composici¨®n, que Kavakos conoce al dedillo por haber sido el ¨²nico violinista que ha grabado sus dos versiones, ha servido como denominador com¨²n y celebraci¨®n del inminente 150 aniversario del m¨²sico fin¨¦s en una nueva gira espa?ola de la London Philharmonic Orchestra (LPO) que ha recalado adem¨¢s en Barcelona, Alicante, Madrid y San Sebasti¨¢n.

Kavakos evoc¨® con elegancia y un superlativo control del stringendo esas impresiones de viajes por Italia y su Finlandia natal que inspiraron a Sibelius los temas del primer movimiento de su ¨²nico concierto. La cadencia, que sirve como desarrollo tras la exposici¨®n, fue un verdadero dechado de maestr¨ªa polif¨®nica que evidenci¨® esa honda influencia bachiana que el fin¨¦s incorpor¨® en su escritura violin¨ªstica asesorado por Willy Burmester. El bell¨ªsimo Adagio di molto destac¨® por algunas din¨¢micas imposibles y el griego se tom¨® la inteligente licencia de unirse a los violines de la orquesta para afrontar con la propulsi¨®n necesaria la clim¨¢tica secci¨®n central del movimiento. El equilibrio fue ideal tambi¨¦n en el Allegro final donde la elegancia y la ligereza kreisleriana en el manejo del arco convivieron con ese poder¨ªo koganiano en la articulaci¨®n y el sonido de la cuarta cuerda. Para terminar ofreci¨® como propina dos frescas versiones para viol¨ªn solo de Bach (la Gavotte en rondeau de la Tercera partita y la Sarabanda de la Segunda) plagadas de interesantes gui?os historicistas.

El otro protagonista del concierto que inauguraba la XXI Temporada de Grandes Conciertos de Oto?o en el Auditorio zaragozano fue Vladimir Jurowski (Mosc¨², 1972) al frente de la LPO que dirige como titular desde 2007. Este director ruso es otro ejemplo de interesantes amalgamas art¨ªsticas al sumar a su tradici¨®n aut¨®ctona una formaci¨®n germana, el inter¨¦s por el historicismo de un Harnoncourt o la magia sonora de un Carlos Kleiber. Su dominio microsc¨®pico del sonido fue providencial a gran escala en Sibelius y a peque?a en los arreglos camer¨ªsticos de cinco piezas para piano de Scriabin que el compositor brit¨¢nico Oliver Knussen realiz¨® en 1978 bajo el t¨ªtulo de Scriabin settings. Sin embargo, lo mejor llegar¨ªa en la segunda parte con una versi¨®n perfectamente planificada y equilibrada de la Quinta sinfon¨ªa de Chaikovski. Lo apol¨ªneo hermanado con lo dionis¨ªaco. Jurowski unifica su versi¨®n apoy¨¢ndose en ese tema del destino que suena l¨²gubre en el primer movimiento y triunfante en el ¨²ltimo, y que el compositor ruso tom¨® de un terceto de Glinka. A pesar de leves deficiencias en el metal, la actuaci¨®n de la LPO fue sobresaliente con poderosas maderas, un musculoso timbalero y una cuerda bien cimentada que lleg¨® a la gloriosa coda final a tal temperatura que Jurowski tuvo que bajar los brazos y dejarles tocar a placer. El estruendo final de bravos y aplausos ya se lo pueden imaginar.