Torres-Garc¨ªa, el moderno primitivo
El MoMA dedica una amplia antol¨®gica, la primera en EE UU en 45 a?os, al autor uruguayo, maestro del universalismo constructivo y figura clave del arte latinoamericano
En 2006, el poeta e historiador del arte Luis P¨¦rez-Oramas se un¨ªa como comisario al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) ¡°con la satisfacci¨®n de que saber que entonces trabajaban en una muestra de Armando Rever¨®n¡±. El pintor venezolano (1889-1954) que decidi¨® vivir y crear apartado de la sociedad ¡°era una contrafigura a cierto relato de la modernidad hispanoamericana como narrativa monumental e hist¨®rica¡±. Hoy, esa satisfacci¨®n se ha completado al presentar en el MoMA la primera retrospectiva que se le dedica en EE UU en 45 a?os a la otra gran contrafigura del arte moderno latinoamericano: el uruguayo Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa (Montevideo, 1874¨C1949).
¡°Hay que hacer las oposiciones para recibir el diploma y este museo no va a recibir el diploma en modernidad latinoamericana hasta que no pase el examen de Torres-Garc¨ªa¡±, dice P¨¦rez-Oramas. ¡°El museo le deb¨ªa esta exposici¨®n primero a la comunidad hist¨®rica de la modernidad latinoamericana y, despu¨¦s, a la posibilidad de comprender mejor y m¨¢s adecuadamente lo que signific¨® el arte moderno en el continente americano¡±, a?ade.
Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa: The Arcadian Modern se titula esta antol¨®gica que explora, a trav¨¦s de 190 piezas entre frescos, dibujos, collages, ¨®leos y esculturas, la singularidad y complejidad dial¨¦ctica de un artista que ¡°nunca asumi¨® una posici¨®n sin asumir tambi¨¦n su ant¨ªtesis¡±, explica el comisario. ¡°Est¨¢ con Mondrian y abogando por la abstracci¨®n y, al mismo tiempo, en el mismo instante, est¨¢ viendo m¨¢scaras primitivas, pintando escenas arcaicas con una factura r¨²stica¡±.
El tiempo como sedimento
¡°Torres-Garc¨ªa fue un artista radicalmente individual que entendi¨® en seguida que el tiempo no era lineal, pero tampoco c¨ªclico, sino sedimento: en el tiempo presente sobreviven antig¨¹edades ignotas y olvidadas¡±, contin¨²a P¨¦rez-Oramas. Por eso, el maestro uruguayo se erigi¨® como artista de la duraci¨®n, trabajando en todos sus intereses al mismo tiempo. Y puede parecer anacr¨®nico o precursor. Como se ve en la exposici¨®n, ordenada de forma cronol¨®gica, Torres-Garc¨ªa pasaba de la madera al collage o al ¨®leo, de la figuraci¨®n primitiva a su estilo distintivo, el universalismo constructivo.
Nacido en Montevideo en 1874 de padre catal¨¢n, a los 17 a?os se instal¨® en Barcelona, donde se form¨® y relacion¨® con los novecentistas. En la primera sala de la exposici¨®n se pueden ver los dibujos preparatorios para los frescos del Sal¨® de Sant Jordi en el palau de la Generalitat que hizo para la comisi¨®n art¨ªstica y pol¨ªtica m¨¢s importante de la ¨¦poca, y el cuarto fresco y ¨²ltimo de los cinco que iban a ser, Lo temporal no es m¨¢s que s¨ªmbolo, por la pol¨¦mica que levant¨®. Despu¨¦s contin¨²a por su breve periodo en Nueva York, donde consolid¨® el vibracionismo que hab¨ªa iniciado en Barcelona. Vuelve a Europa en 1923 y tres a?os despu¨¦s se instala en Par¨ªs, donde entra en contacto con las vanguardias, sin pertenecer por completo a ninguna.
¡°Juan Fl¨®, el intelectual uruguayo que m¨¢s ha estudiado la figura de Torres, dec¨ªa que era un tipo que siempre estaba demasiado pronto o llegaba demasiado tarde, y pintaba con la mano izquierda¡±, destaca P¨¦rez-Oramas. ¡°Est¨¢ en los momentos claves, y al mismo tiempo tiene el coraje de aguar la fiesta, de decirles a los neoplasticistas que a ¨¦l no le interesa el abstracto puro¡±. Y, adem¨¢s, lo hac¨ªa sentando c¨¢tedra, porque siempre tuvo vocaci¨®n una escolar y universalista, como se vio en la escuela que fund¨® en su ¨²ltima etapa en Montevideo y en su obra literaria, parte fundamental de su trabajo y que tambi¨¦n tiene un hueco en la muestra.
Dos ejes
El periodo de Par¨ªs y su etapa inicial en Montevideo, entre 1935 y 1942, antes de que cree la escuela, son los dos ejes de la retrospectiva. ¡°En el primero, destaco el rol de este moderno que trabaja la temporalidad como sedimentaci¨®n, y es al mismo tiempo arcaico y moderno. En el segundo, es cuando produce repertorios m¨¢s impactantes y sist¨¦micos de pintura abstracta constructiva en donde no hay signos y s¨ªmbolos, pero con esas figuras tubulares que parecen muros incas, la totalidad de la imagen es tambi¨¦n a la vez moderna y arcaica¡±, resume el comisario.
Torres-Garc¨ªa era un moderno primitivo que produc¨ªa ruinas t¨¦cnicas plagadas de s¨ªmbolos. As¨ª lo pretendi¨® desde el principio de su carrera, como recuerda Luis P¨¦rez-Oramas en su texto para el cat¨¢logo de la exposici¨®n. Ya en abril de 1912, el artista le escrib¨ªa en una carta a su amigo el pol¨ªtico y escrtior catalanista Enric Prat de la Riba, desde Italia, donde estaba viendo a todos los maestros renacentistas, de Miguel ?ngel a Ghirlandaio, que ¨¦l ten¨ªa ¡°m¨¢s inter¨¦s en las peque?as pinturas de las catacumbas, los mosaicos de Pompeya y Roma¡¡±. ¡°Me alegr¨¦ mucho al verlos porque, aunque quiz¨¢ est¨¢ mal decirlo, muchas de esas pinturas comparten muchas cosas con mi trabajo ¡ªen proceso y estilo¡ª, o, si prefieres, mis pinturas tienen mucho en com¨²n con ellas¡±, a?ad¨ªa en la misiva.
Aunque art¨ªsticamente nunca encaj¨® del todo en los estilos de su ¨¦poca, pol¨ªticamente estuvo ¡°muy alerta¡± de lo que ocurr¨ªa a su alrededor, desde los murales del Sal¨® de Sant Jordi y su relaci¨®n con Prat de la Riba, ¡°quien le defendi¨® hasta su muerte¡±, cuenta P¨¦rez-Oramas. "Uno de los cuadros que hemos tra¨ªdo, fechado en el 46, Energ¨ªa at¨®mica, es una estructura torresiana, pero se ve que Torres tuvo que ver la foto de la bomba at¨®mica y lo reprodujo en su estilo. En 1939, hace una galer¨ªa de retratos de figuras y antifuguras: Stalin, Hitler, Churchill¡¡±. Y en 1943, ya en Uruguay, crea su Am¨¦rica invertida, sobre la idea de que ¡°nuestro norte es el sur¡±. ¡°Junto al retrato del Che son los dos emblemas de la americanidad¡±, concluye el comisario.
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