¡°Editar es una enfermedad absolutamente incurable¡±
Una de los baluartes de la edici¨®n mundial, el hombre que public¨® 'Mafalda' en Ediciones de la Flor, reflexiona sobre la actualidad
Daniel Divinsky (Buenos Aires, 1942) se separ¨® de su mujer, Ana Mar¨ªa Kuki Miler, con quien abri¨® en 1966 la editorial Ediciones de la Flor, donde publicaron Quino, Boris Vian, Rodolfo Walsh y Fontanarrosa. ?l y su exesposa siguieron siendo socios, pero ahora ya el veterano editor ha dejado de ser parte de la empresa. ?Deja de ser editor Divinsky, uno de los baluartes mundiales de la edici¨®n literaria en lengua espa?ola? Aqu¨ª cuenta por qu¨¦ no renuncia a esta ¡°enfermedad incurable¡± que es publicar libros.
Pregunta. ?Qu¨¦ pas¨®?
Respuesta. Nos separamos hace seis a?os, seguimos como socios. Seguir trabajando juntos fue una prueba que no pudimos superar y al cabo de un tiempo las divergencias se fueron haciendo m¨¢s fuertes y yo vi que se produc¨ªa una incompatibilidad ¡°de caracteres tipogr¨¢ficos¡¡±. No quer¨ªamos exactamente lo mismo. No fue un naufragio; el barco va a seguir con un rumbo que no es el que yo hubiera querido disponer, pero creo que cumpl¨ª una largu¨ªsima etapa en la edici¨®n¡ Publiqu¨¦ lo que quise. No pude editar, por ejemplo, a George Steiner o a John Berger. Pero siempre estuve fuera de la corriente principal, en una gama que va desde el humor gr¨¢fico hasta la ficci¨®n de Boris Vian. La edici¨®n es una adicci¨®n, y ah¨ª voy a seguir hasta el d¨ªa de mi muerte. Voy a asesorar a editores j¨®venes. Por lo tanto, seguir¨¦ viviendo para publicar.
P. O sea que esto no se cura¡
R. Editar es una enfermedad absolutamente incurable.
P. ?Qu¨¦ queda atr¨¢s?
R. Una aventura que fue amateur al principio. El comienzo fue una diversi¨®n, un entretenimiento. Publicamos a Paul Nizan, una antolog¨ªa de Brassens, la poes¨ªa de Tennesee Williams¡ En 1970 Quino entr¨® en la casa. El tomo seis de Mafalda ya hizo que la editorial fuera otra cosa.
P. Le cambi¨® la vida Mafalda a usted tambi¨¦n¡
R. Le cambi¨® la vida a la editorial. Me permiti¨® dejar la abogac¨ªa, que ejerc¨ªa a disgusto: no me satisfac¨ªa esa profesi¨®n de pobres listos y de ricos tontos.
P. Diez a?os despu¨¦s se produjo el golpe de Estado¡
R. Pensamos que hab¨ªa una l¨®gica dentro de la dictadura: cre¨ªmos que iban a empezar por perseguir a las editoriales militantes. Nosotros no lo ¨¦ramos. Y nos prohibieron libros tambi¨¦n a nosotros, como un libro titulado Me ten¨¦s podrido, Argentina. Me tienes cansado, en el espa?ol de ac¨¢. Luego prohibieron un libro infantil. Y finalmente nos arrestaron. Con esa dictadura no se bromeaba jur¨ªdicamente.
P. Y se exiliaron.
R. En Venezuela, despu¨¦s de pasar por prisi¨®n y despu¨¦s de una fuerte protesta internacional y de un gran apoyo de la Feria de Fr¨¢ncfort, por ejemplo. ?ramos gente progresista, sin actividad pol¨ªtica, y nos tomaron como ide¨®logos de la guerrilla.
P. ?Este es un tiempo mejor?
R. En absoluto. Desaparecieron los editores con los que se hablaba de libros. Ahora hay managers con los que se habla de marketing, y eso ni lo domino ni me interesa. En otros tiempos en Fr¨¢ncfort estaban Umberto Eco y Carlos Barral discutiendo sobre escritores medievales.
P. ?Pero eso no es nostalgia, en los tiempos del ebook?
R. Coexisten los libros de papel con los ebooks. Y van a coexistir. Pas¨® ya con el CD: se acaba el libro, ahora todo ser¨¢ CD. ?D¨®nde est¨¢ el CD? No pienso que eso vaya a pasar con el libro electr¨®nico, pero la lectura en papel no se va a desplazar porque no hay un soporte unificado que reciba los libros.
P. ?Qu¨¦ le ense?¨® este oficio?
R. Que el mejor estudio de mercado es el olfato del editor. Para el libro. Siempre hay 2.000 locos a los que les va a gustar la misma cosa que a ti. Hay que trabajar para ellos y no pensar en los 100.000 que no conoces.
P. ?Y c¨®mo se ha llevado con los egos de los escritores?
R. Como titula muy bien mi querido amigo Mario Muchnik, ¡°lo peor no son los autores¡±: lo peor son los agentes literarios y los herederos de los autores. Tienen expectativas que superan a las de los autores.
P. ?Y usted c¨®mo lleva el mal del ego del editor?
R. Estoy totalmente curado. Hay algunos que se consideran part¨ªcipes necesarios del libro y otros que se dan cuenta de que son solo intermediarios. Coincido con mi amigo Herralde: el editor no descubre al autor, reconoce su existencia.
P. Este es un oficio invencible.
R. Hasta la noche de hoy.
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