Fernando Trueba apadrina un Gran Hermano del cine en M¨¦xico

El joven realizador mexicano Horacio Lu¨ªs Pineda estaba este jueves sentado en el jard¨ªn de un hermoso chalet en Tepoztlan, a una hora del DF, compartiendo unos sopes con el veterano director espa?ol Fernando Trueba. Pineda a¨²n no tiene claro c¨®mo cerrar el gui¨®n de su primera pel¨ªcula, basada en el incendio de un jard¨ªn de infancia en 2009. Murieron abrasados 49 ni?os y ni?as, de menos de cinco a?os, y los 70 que sobrevivieron est¨¢n marcados por siempre con pavorosas quemaduras. Ninguna autoridad ha sido condenada por la monta?a de negligencias bajo la que funcionaba aquella guarder¨ªa de Hermosillo, en el Estado de Sonora, la misma tierra en la que naci¨® Pineda hace 38 a?os. El director novel le consult¨® a Trueba el posible final que barruntaba para su gui¨®n. Los ni?os supervivientes agarran a los culpables, los roc¨ªan con gasolina y los queman vivos.

¡ª?Por qu¨¦ no haces que lo ni?os les perdonen. La venganza ya la tienes, es lo que te pide el cuerpo. Puedes enriquecer m¨¢s el gui¨®n con el perd¨®n, que al final es lo que nos salva.

Fernando Trueba (Madrid, 1955) es una de las sensibilidades m¨¢s l¨²cidas y luminosas del cine espa?ol. Hace dos d¨¦cadas gan¨® un Oscar y recientemente, el premio Nacional de Cinematograf¨ªa. Ha dicho varias veces que no le gustan los premios porque son un s¨ªntoma de que te haces viejo y porque suelen hacer a la gente m¨¢s d¨¦bil y m¨¢s tonta.

¡ª?En Espa?a tenemos un pasado de terrorismo. Y sin embargo, f¨ªjate que las v¨ªctimas de ETA no quieren venganza?¡ª a?adi¨® el autor de Belle ?poque.?

Pineda ladeo la cabeza y clav¨® sus ojos en el plato de sopes, como si buscara una respuesta en la salsa verde que desbordaba los mont¨ªculos de ma¨ªz. Lleva dos a?os trabajando en el gui¨®n. Ha entrevistado a los ni?os supervivientes. A muchos, el fuego les arrebat¨® las orejas, la nariz. Su deseo primario es hacer una pel¨ªcula de ficci¨®n dura, amarga, furiosa. Porque eso es lo que sinti¨® ¨¦l mientras se documentaba en aquel pueblo cerca de su casa.

Por la casa pasar¨¢n como mentores profesionales de todos los campos del sector audiovisual

Trueba estaba este jueves en Tepoztlan porque ha sido invitado a la inauguraci¨®n del Pueblo M¨¢gico Mexican Film Residency, un encuentro de tres semanas en un coqueto chalet r¨²stico entre 10 cineastas noveles para que pulan sus proyectos. ¡°El formato est¨¢ a medio cami¨®n entre la residencia cl¨¢sica y el taller. Es una mezcla porque aqu¨ª tenemos profesores pero a la vez es mucho m¨¢s vivencial que un taller o un laboratorio¡±, explic¨® Flavio Florencio, el director del encuentro.

Los residentes, elegidos entre 120 solicitudes de 10 pa¨ªses, no pueden salir de la casa sin permiso. Est¨¢ prohibido dormir fuera. Nada de visitas y nada de llegar tarde a los talleres. El proyecto, que cuenta entre otros con el apoyo del Gobierno de Morelos, la Fundaci¨®n Bancomer y el Instituto Mexicano del Cinenematograf¨ªa, tambi¨¦n podr¨ªa entenderse como una mezcla de internado de la Inglaterra Victoriana, retiro espiritual y el programa Gran Hermano. Un encierro entre iguales para liberar en comunidad las potencias desconocidas.

¡°Esto es un Big Brother. El cine es a veces muy estresante y te olvidas de la parte humana. Aqu¨ª queremos movilizar la creatividad desde el contacto y la inspiraci¨®n con la naturaleza. Los residentes est¨¢n todo el tiempo hablando del proyecto, de sus inseguridades. Es muy intenso. Pero el objetivo es que sean capaces de averiguar si su idea funciona o no y de c¨®mo mejorarla¡±, continu¨® Florencio. Desde la terraza de la casa, al fondo se ve entre un frondoso verde el caparaz¨®n del campanario de un convento dominico del siglo XVI. Y a la derecha, el cerro Tepozteco, la frontera entre el estado de Morelos y el DF, que en su cima conserva los restos de una pir¨¢mide n¨¢huatl.

Por la casa pasar¨¢n como mentores profesionales de todos los campos del sector audiovisual (gui¨®n, realizaci¨®n, fotograf¨ªa, montaje, producci¨®n, etc). Fernando Trueba, el padrino de esta primera edici¨®n que se repetir¨¢ cada tres meses, record¨® el valor de lo comunitario en el cine. ¡°Yo estudi¨¦ en la Universidad de Madrid. Aquello era un desastre de ense?anza. Pero estoy muy agradecido porque all¨ª coincid¨ª con gente de mi generaci¨®n que amaba el cine tanto como yo. Y eso supl¨ªa el desastre¡±.