La tela m¨¢gica
Christopher Moulds ha debido de trabajar de lo lindo para hacer sonar as¨ª a la orquesta
Por boca de la musa Cal¨ªope, Cervantes deja claras sus preferencias literarias en La Galatea cuando se refiere ¡°al divino Ariosto¡±, un adjetivo mucho m¨¢s rotundo que los que merecen Dante (¡°famoso¡±) y Petrarca (¡°conocido¡±). ?l fue uno m¨¢s de cuantos cayeron rendidos ante la grandeza po¨¦tica y el estro desbordante de su Orlando furioso, que califica de ¡°variada y hermosa tela¡±, una met¨¢fora que viene pintiparada para esta Alcina que bebe de su fuente y cuya protagonista canta su primer recitativo desde detr¨¢s del tel¨®n de un teatro situado al fondo del escenario, el mismo que deslinda realidad de fantas¨ªa, vida de representaci¨®n, hast¨ªo de magia. O, como constatamos al final mismo de la extraordinaria propuesta esc¨¦nica de David Alden, colores y luces de grisura y lobreguez.
En n¨²mero de arias (ocho m¨¢s el tr¨ªo del tercer acto), Ruggiero ¡ªhechizado por la maga Alcina¡ª es el personaje m¨¢s favorecido por Haendel. Y Christine Rice supo erigirse por m¨¦ritos propios en la gran triunfadora de la noche. Con una voz y un f¨ªsico perfectos para este papel de travestido (escrito originalmente para el castrato Carestini), la brit¨¢nica no s¨®lo compuso un personaje cre¨ªble, sino que cant¨® de manera superlativa tanto pasajes l¨ªricos como agilidades, con timbre igual de atractivo en agudos y graves: su Sta nell'ircana fue el aria mejor cantada del estreno. Casi a ese nivel ray¨® el tenor Allan Clayton, de voz fresca y expresiva, excelentes maneras teatrales y una traducci¨®n asimismo brillante y muy respetuosa de su propia coloratura.
'ALCINA'
M¨²sica de Georg Friedrich Haendel. Con Karina Gauvin, Anna Christy, Christine Rice y Sonia Prina, entre otros. Orquesta Titular del Teatro Real. Direcci¨®n musical: Christopher Moulds. Direcci¨®n esc¨¦nica: David Alden. Teatro Real, hasta el 10 de noviembre.
Decepcionante fue, en cambio, la prestaci¨®n de Karina Gauvin, que fue hace a?os una Morgana sobresaliente, pero que muestra serias limitaciones para componer una Alcina convincente: l¨¢nguida e inexpresiva en los pasajes l¨ªricos, y sin fuerza ni vis dram¨¢tica en los virtuos¨ªsticos, la canadiense no logra transmitir empat¨ªa hacia su personaje, el que experimenta una evoluci¨®n psicol¨®gica m¨¢s interesante y de mayor recorrido. La voz de Sonia Prina, una veterana ya como Bradamente, ha vivido momentos mejores y sus arias adolecieron de bruscos cambios de color. No es muy atractivo el timbre de soubrette, con agudos tirantes, de Anna Christy, que no emocion¨® en ninguna de sus arias, y tiene algunas memorables, como esa Tornami a vagheggiar que cierra el primer acto y que la vieja edici¨®n de Chrysander adjudicaba err¨®neamente a Alcina. S¨®lido y eficac¨ªsimo Melisso de Luca Tittoto y magn¨ªfica Erika Escrib¨¤ como Oberto, la m¨¢s grata sorpresa de la noche.
Christopher Moulds ha debido de trabajar de lo lindo para hacer sonar as¨ª a la orquesta. En ocasiones extrem¨® en exceso los tempi ¡ªlentos y r¨¢pidos por igual¡ª, pero la hace tocar siempre en estilo, compacta, cuidando articulaci¨®n, din¨¢mica y golpes de arco, un ¨¢mbito en el que sin duda ha irradiado su magisterio Mauro Rossi, muy avezado en estas lides, contratado como concertino. Soberbio el continuo y brav¨ªsimo el violonchelista Simon Veis en su solo en escena. La incomprensible ausencia hasta ahora de David Alden en el Teatro Real se rompe por fin con esta formidable propuesta multiteatral, rebosante de buenas ideas. Pocos como ¨¦l han sabido releer las ¨®peras barrocas y as¨ª lo demostr¨® bajo la ¨¦gida de Peter Jonas, cuando escribi¨® en la Staatsoper de M¨²nich uno de los cap¨ªtulos m¨¢s brillantes de la moderna historia oper¨ªstica.
Esta Alcina metateatral, muy remozada con respecto a la que mostr¨® en Burdeos en 2012, va ganando en inter¨¦s, complejidad y coherencia: el da capo de las arias, por ejemplo, deja de ser mera repetici¨®n est¨¢tica para convertirse en transformaci¨®n din¨¢mica de la mano de peque?os elementos esc¨¦nicos (?esos guantes fucsias!), con menci¨®n especial para el arduo y sutil trabajo de iluminaci¨®n.
El grito de j¨²bilo de cantantes y directores que se escuch¨® tras el tel¨®n entre los ¨²ltimos estertores de aplausos son¨® a entusiasmo y alivio colectivo tras un largo trabajo bien hecho. La ¨®pera, estrenada en Londres en 1735, se recuper¨® modernamente en la capital inglesa en 1957, auspiciada por la Handel Opera Society, y fue la espoleta para su regreso al Covent Garden con Joan Sutherland como Alcina y direcci¨®n esc¨¦nica de Franco Zeffirelli. A Madrid ha llegado con 280 a?os de retraso: a¨²n nos queda much¨ªsima tela que cortar.
Babelia
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