El nombre del crimen innombrable
Genocidio es una palabra de la que se abusa a diario. No siempre a una matanza pol¨ªtica le cuadra el t¨¦rmino acu?ado por el jurista Rapha?l Lemkin. Un libro re¨²ne sus escritos
Crimen de guerra, crimen contra la humanidad y genocidio son tres figuras jur¨ªdicas que usamos indistintamente para calificar grandes cr¨ªmenes, por ejemplo Auschwitz, pero que no son intercambiables. El Tribunal de N¨²remberg conden¨® a los dirigentes nazis por cr¨ªmenes de guerra, pero no por perpetrar un genocidio.
A los jueces les desconcertaba este neologismo, genocidio, que acababa de entrar en escena de la mano de un jurista lituano, el jud¨ªo Rapha?l Lemkin, que ven¨ªa huyendo de la persecuci¨®n nazi. Hab¨ªa visto con sus propios ojos que el proyecto nazi de destrucci¨®n de los jud¨ªos europeos era algo distinto al crimen de guerra porque iba contra no beligerantes y ten¨ªa el claro prop¨®sito de destrucci¨®n de todo un pueblo. Se parec¨ªa al asesinato en masa de los armenios en Turqu¨ªa, y ¨¦l no quer¨ªa que el crimen nazi corriera la misma suerte que el turco porque, como dec¨ªa Hitler, ¡°?qui¨¦n habla hoy del exterminio armenio?¡±. Todo estaba olvidado.
Lo que Lemkin pretend¨ªa con ese t¨¦rmino era crear un il¨ªcito internacional de cr¨ªmenes como el de los alemanes y turcos, perseguible en cualquier parte e imprescriptible mientras no fuera reparado. Estos cr¨ªmenes ven¨ªan de la noche de los tiempos, pero Auschwitz hac¨ªa tan visibles sus rasgos que ya no pod¨ªan ser invisibilizados. Eran cr¨ªmenes dirigidos ¡°contra poblaciones enteras, grupos nacionales, raciales y religiosos¡±, con la particularidad de que hab¨ªa en ello ¡°un proyecto de destrucci¨®n¡± y, por tanto, un plan preparatorio, tan criminal como su ejecuci¨®n, que deber¨ªa ser perseguido desde un principio.
La familiaridad del t¨¦rmino no puede ocultar su complejidad, de ah¨ª el peligro del abuso. Se echaba de menos un libro como ¨¦ste, que recogiera el itinerario intelectual de Rapha?l Lemkin y explicara el contexto vital del autor, los avatares ideol¨®gicos de sus ideas y el destino que han tenido en el derecho internacional. De lo primero se encarga el editor, Antonio Elorza, con una substanciosa presentaci¨®n, y de lo segundo, Araceli Manj¨®n-Cabeza. El libro concluye con un ep¨ªlogo de Elorza en el que hace ver lo complicado que resulta aplicar la tesis del genocidio a grandes matanzas hist¨®ricas como las de Stalin en la URSS, la de Jap¨®n en China o la del franquismo en Espa?a. Lo que s¨ª es cierto es que con este libro en la mano, Saramago nunca hubiera podido decir que ¡°Jenin es el gueto de Varsovia¡±.
No lo tuvo f¨¢cil Lemkin. Le tomaban por un iluminado, torpe de presencia, desali?ado y pobre, pero con una bomba de relojer¨ªa en la mano. El Tribunal de N¨²remberg, que estaba al tanto de sus investigaciones, fundamenta la acusaci¨®n en el crimen de agresi¨®n y no en el genocidio. Es verdad que el fiscal lo tiene en cuenta y que el juez Jackson habla del genocidio como de un crimen contra la humanidad, siempre, eso s¨ª, en el contexto de un crimen de guerra. Pero en la sentencia no aparece. No se fiaban y, sin embargo, ese tribunal debe a Lemkin el razonamiento m¨¢s s¨®lido a su punto m¨¢s flaco. Del Tribunal de N¨²remberg se critica, en efecto, que no respetara el principio nullum crimen sine lege, es decir, que se aplicara un derecho surgido despu¨¦s de la comisi¨®n de delitos. Lemkin siempre tuvo claro, como Primo Levi o Adorno, que Ausch?witz obligaba a pensar de nuevo, a releer de otra manera lo ya escrito, a repensar los fundamentos de la pol¨ªtica, de la ¨¦tica y tambi¨¦n del derecho.
La barbarie experimentada no pod¨ªa contenerse en los moldes conocidos. Hab¨ªa que partir de la experiencia vivida del mal radical, aunque hubiera sido impensable por las ciencias conocidas. El recurso al t¨¦rmino genocidio era una forma de expresar la cat¨¢strofe vivida como el punto de partida, como lo que da que pensar. Este convencimiento lo expresaba cada uno a su manera: Adorno, como nuevo imperativo categ¨®rico; Levi, como deber de memoria, y Lemkin, como vigencia de principios de justicia preexistentes a todo derecho. No se trataba de dar ¡°una respuesta moral a un problema jur¨ªdico¡±, sino de repensar el derecho pos-Auschwitz.
Genocidio. Escritos. Rapha?l Lemkin. Edici¨®n y estudio preliminar de Antonio Elorza. Centro de Estudios Pol¨ªticos y Constitucionales. Madrid, 2015. 316 p¨¢ginas. 24,04 euros
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