Alejandro Jodorowsky: ¡°El arte te abre la jaula para mostrarte la belleza¡±

Hace unos d¨ªas, no muy lejos de su casa en Par¨ªs, Alejandro Jodorowsky (Chile, 1929) iba por la calle y se cay¨®. Se lastim¨® el codo y la rodilla y tuvieron que cocerle la herida que se hizo en la frente. ¡°Pero no me quebr¨¦ nada ni tuve una conmoci¨®n cerebral. Me recogieron varias personas y el farmac¨¦utico me cur¨® gratis. Todav¨ªa se puede confiar en la humanidad¡±, dice ahora con una sonrisa en Madrid, adonde ha venido a presentar su m¨¢s reciente libro, La vida es un cuento (Siruela), una reedici¨®n y ampliaci¨®n de El tesoro de la sombra, publicado hace 10 a?os. Este tarotista, novelista, dramaturgo, poeta, pintor, actor, director de teatro y cine, creador de t¨¦cnicas terap¨¦uticas como la psicogenealog¨ªa y la pisicomagia, comienza este libro con un microrelato sobre la eternidad y lo finaliza con una historia pornogr¨¢fica. ¡°Porque quise llevar al lector a sentimientos sublimes a trav¨¦s de la pornograf¨ªa. Porque uno puede expresarse en todos los estilos, como he intentado hacerlo a lo largo de todas estas p¨¢ginas. La verdad es que me inspiro en el m¨®vil, que no es s¨®lo un tel¨¦fono sino muchas cosas a la vez y nos invita a que seamos m¨²ltiples¡±, explica una ma?ana de sol t¨ªmido.

El escritor que tiene al tel¨¦fono inteligente como fuente de inspiraci¨®n y que vivi¨® casi dos d¨¦cadas en M¨¦xico est¨¢ sentado en el rinc¨®n de una biblioteca. ¡°Leo EL PA?S en tableta, ?eh? Me la llevo al ba?o y ah¨ª leo. Como las noticias son tan terror¨ªficas, me cago de miedo, literalmente,¡± dice con una carcajada. Gesticula con las manos cuando habla y confiesa que guarda en el bolsillo de su abrigo negro un juego de cartas. ¡°Las traigo siempre. Todos los mi¨¦rcoles leo el tarot gratis a 30 personas en un caf¨¦ que est¨¢ al lado de mi casa. Bueno, ¨²ltimamente, como estoy haciendo cine, una pel¨ªcula que se llama Poes¨ªa sin fin, que es la continuaci¨®n de La danza de la realidad, no puedo mucho. Trabajo desde las ocho de la ma?ana hasta las nueve de la noche. Pero tengo un asistente que, durante 15 a?os ha visto c¨®mo leo el tarot, un italiano muy bueno, y ahora ¨¦l lo hace¡±, cuenta despu¨¦s de hacer un par¨¦ntesis en la entrevista para leerle el tarot a este reportero, no sin antes advertir: ¡°no veo el futuro, ?eh? Es para revelarte algo sobre ti. T¨² te haces una pregunta intima, para ti, sin dec¨ªrmela, yo te digo lo que sale en las cartas y, al final, t¨² dices si te hablan o no.¡± Las cartas hablan, desde luego, pero no tanto como ¨¦l. A cada pregunta responde con una afirmaci¨®n y un cuento. ¡°Los cuentos me salvaron de morir cuando era ni?o¡±, afirma en su libro.

Los cuentos me salvaron de morir cuando era ni?o.

Un d¨ªa, este artista chileno que de repente pronuncia alguna palabra en franc¨¦s (idioma en el que vive desde finales de los a?os 70 del siglo pasado), mezcl¨® los ritos cham¨¢nicos, el teatro y el psicoan¨¢lisis para curar a la gente. ¡°Mira: los chamanes de las ciudades son falsos. Porque el cham¨¢n funciona en la naturaleza: trabajan con las plantas y los animales. Pero yo soy un tipo de ciudad y una vez vino una chica para que la curara. Sufr¨ªa porque dudaba que su madre la amara. Le ped¨ª el tel¨¦fono de la mam¨¢ y le dije: ¡®se?ora, voy a curar a su hija. Durante media hora repita este mantra: hija m¨ªa, te amo.¡¯ La chica se acost¨® y la frot¨¦ con el tel¨¦fono, en altavoz, mientras se escuchaba ¡®hija m¨ªa, te amo.¡¯ Y se cur¨®. Pero fue una experiencia de psicomagia. No soy un cham¨¢n. Ay, mira: ?hasta con el tel¨¦fono se puede curar!¡±, dice asombrado por las posibilidades infinitas que ve en el peque?o aparato de comunicaci¨®n.

Pregunta. Pero hasta hace poco no confiaba en la tecnolog¨ªa y, sin embargo, ahora est¨¢ enganchado al m¨®vil y al Twitter, donde tiene m¨¢s de un mill¨®n de seguidores.

Respuesta. Bueno, las ideas no son eternas. Uno puede cambiar de ideas. Se deben cambiar como camisas. Las verdades son verdades hasta que dejan de ser ¨²tiles. Empec¨¦ a usar la computadora y el m¨®vil y mi vida progres¨® porque se me abrieron nuevos horizontes. Las cosas no son buenas ni malas, depende c¨®mo las uses.

P. Una persona est¨¢ hecha de contradicciones. ?Cu¨¢les son la suyas?

R. Precisamente la multiplicidad. Como soy m¨²ltiple puedo afirmar varias cosas a la vez contradictorias. Y esa multiplicidad, en el fondo, me lleva a la unidad. Es la metaf¨ªsica: el mundo es una multiplicidad sostenida por una unidad, que es la energ¨ªa primera.

P. En comparaci¨®n con otros escritores, usted comenz¨® a escribir ¡°tarde.¡±

R. Yo siempre escrib¨ª, pero estaba acomplejado. Yo era amigo de Nicanor Parra, de Pablo Neruda, en M¨¦xico asum¨ª una revista despu¨¦s de que Garc¨ªa M¨¢rquez la dej¨®, Sucesos. Es decir: estaba entre monumentos, ?c¨®mo iba a atreverme a escribir yo? Hasta que a los 60 a?os dije: yo escribo as¨ª y ya est¨¢, me acepto como soy y no voy a compararme. Y publiqu¨¦ por primera vez a los 60.

P. En la portada de este libro, y en muchas otras fotos usted, hay un gato que siempre le acompa?a. ?Qui¨¦n es este gato?

R. Ay, este gato. Kas¨¢n se llamaba. 17 a?os conmigo y se muri¨®. Y no lo he podido olvidar. Ya era humano. Le dio un tumor junto a la nariz. Mi mujer y yo marchamos, como hacen en M¨¦xico para hacer una manda, y marchamos desde mi casa hasta el Arco del Triunfo, kil¨®metros y kil¨®metros, para que se curara. Y se mejor¨® un poquito. Recay¨® e hice tres marchas m¨¢s. Y luego se muri¨®. Ahora tengo otro gato, pero ¨¦l es insustituible. Y, en mi inconsciente, Kas¨¢n, est¨¢. Lleg¨® a casa cuando mi hijo peque?o ten¨ªa seis a?os. Le dije: ¡®c¨®mo vas a llamar a este gatito.¡¯ Me dijo: ¡®?Kas¨¢n!¡¯ Cuando se muri¨® fui a Internet a ver qu¨¦ era Kas¨¢n y result¨® que es la ciudad m¨¢s santa de Rusia, donde est¨¢n todas las religiones santificadas. Y ¨¦l era un santo. A m¨ª me gustan mucho los animales. Los gatos, sobre todo. Porque son sinceros y cari?osos. Eran sagrados para los egipcios, por ejemplo. Porque pueden ver en la oscuridad. Eso, en t¨¦rminos psicoanal¨ªticos, es ver en tu inconsciente. No te encuentras hasta que no atraviesas la oscuridad del inconsciente, hasta llegar a tu luz central. Entonces, el gato es tu gu¨ªa.

P. Esta antolog¨ªa de cuentos parece guiarnos por toda su obra.

R. Empec¨¦ a imaginar cuentos desde los cinco a?os. Viv¨ªa en una ciudad peque?a, Tocopilla (norte de Chile), muy cerrada. Y yo era hijo de inmigrantes, diferente a todos, que no ten¨ªa amiguitos. Entonces no me quedaba m¨¢s que irme a una biblioteca que hab¨ªan fundado los masones ingleses. Y la le¨ª entera. Eran pocos libros, ?eh? Y me cri¨¦ entre esos libros, de cuentos y aventuras. De ah¨ª viene esto que he escrito. Y de no encerrarse en un solo estilo. Porque hay que escribir en todos los estilos. Es un libro para que la gente tenga euforia. De todos mis libros, este es que el que te puede dar m¨¢s alegr¨ªa.

P. Alegr¨ªa que le falt¨® en su infancia y adolescencia. Quiz¨¢, sobre todo, cuando era un adolescente gordo.

R. S¨ª, llegu¨¦ a pesar m¨¢s de cien kilos. Y ten¨ªa un hoyo en la cabeza porque se me cay¨® el pelo y mi hermana se burlaba de m¨ª. Y yo andaba arrastrando los pies y nunca mirando el cielo. Porque a los nueve a?os me llevaron, bruscamente, a un barrio obrero de Santiago de Chile, terrible, violento, por donde pasaba el tren a dos metros de ti. Y me acomplej¨¦. Fue terrible. Pero luch¨¦ por salir. Un d¨ªa descubr¨ª la poes¨ªa. Hab¨ªa por ah¨ª una m¨¢quina de escribir, marca Royal, le puse un papel y escrib¨ª un poema. Inmediatamente un primo m¨ªo mayor se enamor¨® de m¨ª y me llev¨® a un grupo de artistas j¨®venes. Y, bueno, tuve public¨®. Cambi¨® mi vida: enflaqu¨¦, comenc¨¦ a ser feliz, empec¨¦ a ser artista, a hacer mu?ecos, t¨ªteres, danza, circo, pintura... Todo: no hab¨ªa un arte que no practicara. Porque resulta que yo era m¨²ltiple.

P. ?Realmente su familia era ¡°monstruosa¡±, como ha dicho alguna vez?

R. S¨ª. Era. Casa mes o cada dos meses, mi padre le pon¨ªa un ojo negro a mi mam¨¢. De un pu?etazo. Ella ten¨ªa unos ojos m¨¢s azules que el azul y, como era lo m¨¢s bello que ten¨ªa, ah¨ª la golpeaba mi padre. Mi madre me insultaba tan fuerte que, de pronto, dec¨ªa: mi padre tiene raz¨®n de tener rabia con ella pero no tiene raz¨®n de pegarle. Entonces, ten¨ªa un conflicto contra la raz¨®n de mi padre de enojarse y la sinraz¨®n de pegarle. Y mi madre dec¨ªa: ¡®este est¨¢ a mi favor.¡¯ Y mi padre me dec¨ªa: ¡®traidor.¡¯ ?Pero yo no pod¨ªa elegir a nadie! Mi madre nunca me acarici¨®. Nunca me dio un abrazo. Y mi padre me agred¨ªa constantemente. Me dec¨ªa: ¡®?maric¨®n! Los bailarines son maricones, los poetas son maricones¡­¡¯ ?y yo era todo eso! Jam¨¢s tuve una conversaci¨®n cercana con ¨¦l. Siempre fui un solitario.

P. Y cuando ya usted tuvo hijos, ?no cometi¨® errores similares a los de su padre?

R. Much¨ªsimos. Cuando se muri¨® en un accidente uno de mis hijos, de 24 a?os, lo pas¨¦ muy mal. Pero yo comenc¨¦ a hacer hijos no porque quisiera, sino porque estaba en contra del aborto. Tengo tres hijos de tres madres distintas. Yo estaba dedicado al ego, al arte. Estaba en el periodo de querer existir y ser aplaudido. As¨ª que no me ocup¨¦ de mis primeros hijos, dej¨¦ que la mam¨¢ se ocupara. Empec¨¦ a hablar con ellos cuando ten¨ªan como siete a?os, cuando ya hab¨ªan desarrollado su mente. Eso lo tom¨¦ del idiota de Confusio. ?l dec¨ªa: ¡®de los ni?os no te ocupas sino hasta que tienen siete a?os.¡¯ Como yo lo admiraba, eso fue lo que hice. Y, claro, ellos sufrieron por tener un padre ausente. Despu¨¦s las madres se fueron y me los dejaron a m¨ª y yo tuve ser padre-madre. Me ocup¨¦ de ellos y, sobre todo, de no inhibirlos y de desarrollar su creatividad. Un d¨ªa me llamaron de la escuela de uno: ¡®se?or, hace tres meses que su hijo no viene al colegio, ?qu¨¦ pas¨®?¡¯ Y le dije al ni?o: ¡®por qu¨¦, qu¨¦ haces.¡¯ Me dijo: ¡®es que me voy al cine.¡¯ Entonces lo apunt¨¦ a una escuela de circo. Y fue feliz. Y ahora tiene mucho ¨¦xito.

P. ?C¨®mo se repone un padre de la p¨¦rdida de un hijo?

R. Fueron 10 a?os de sufrimiento. Viaj¨¦ a dos lugares lejanos. Fui al sur de Chile a ver a una bruja, una machi, para que me curara, me dijera algo. Y me dijo: ¡®s¨¦ valiente.¡¯ Fue todo lo que me dijo. Luego fui a M¨¦xico a ver a mi maestro zen, japon¨¦s. Llegu¨¦ deshecho y me dijo una sola palabra: ¡®duele.¡¯ Fue todo lo que me dijo. Y entend¨ª que no tienes que luchar contra el dolor, tienes que sentirlo hasta que se pase. Y se demor¨® 10 a?os en pasar. Fueron diez a?os en los que sufr¨ª d¨ªa y noche. Luego fui aceptando todo y me cambi¨® la vida, me cambi¨® el arte, todo. Y fue para bien. ?Incre¨ªble, no? Mi mayor desgracia es lo que m¨¢s me ha servido. Es decir: con el tiempo, el dolor disminuye y el amor crece. Ese fue mi consuelo.

P. Por lo que dice y escribe hay quien lo compara con Paulo Coelho, por ejemplo.

R. Estuve con Pablo Coelho en la FIL de Guadalajara, en M¨¦xico. Estaba mi foto y la de ¨¦l. Y un d¨ªa me sent¨¦ debajo de su foto y se form¨® una cola y durante dos horas firm¨¦ los libros de Paulo Coelho. Durante dos horas fui ¨¦l. Y la gente no se daba cuenta. Despu¨¦s estuve comiendo con ¨¦l y descubr¨ª que es un industrial fant¨¢stico. Porque ¨¦l sabe que su literatura es un negocio. Anda siempre con su asistente y su abogado y discute cuando sale algo en el peri¨®dico que no le gusta. Y se preocupa de todo. Es un maravilloso industrial.

P. ?Y usted?

R. Yo no. Mira: cuando sali¨® mi ¨²ltima pel¨ªcula, La danza de la realidad, anunci¨¦: ¡®hago cine para perder dinero.¡¯ Porque estamos enfermos del d¨®lar. El d¨®lar no es Dios. No hay que hacer todo por dinero. Hay que hacer las cosas por el placer de hacerlas. Por el placer de crear y ser ¨²til. Ya tengo una edad en la que s¨¦ que me voy a ir y tengo que dejar algo. Por eso hago lo del tarot, por ejemplo.

P. ?Por qu¨¦ nunca ha querido montar una escuela de psicomagia?

R. Porque no soy maestro, no soy gur¨². Antiguamente, cuando se hac¨ªan las catedrales, llegaba el profesor y le hac¨ªan preguntas y ¨¦l respond¨ªa. Si no le hac¨ªan preguntas, no dec¨ªa nada. Yo hago lo mismo: me siento, me preguntan y yo respondo. Pero no ando dando pr¨¦dicas. Porque no quiero hacer una secta. Soy artista. El arte no es ense?ar. Es hacer una obra que le permita a los otros descubrirse a s¨ª mismos. Y curarse.

P. ?Usted ha logrado meterse en el inconsciente de otras personas?

R. Meterme no, pero abrirlo s¨ª. Hace rato vino una mujer llorando porque se muri¨® su hermano menor. Y le dije: ¡®preg¨²ntate por qu¨¦ te afecta tanto. Un hermano menor ocupa tu lugar. Quiz¨¢ te haya dado alegr¨ªa que se fuera, pero te sientes culpable y por eso lloras.¡¯ Con eso le abr¨ª algo. El inconsciente no es tu enemigo, como pensaba Freud, el degenerado polimorfo. Es tu aliado. Pero cuando no lo abres, te castiga con enfermedades, para que veas lo que no quieres ver. Pero cuando ves toda tu suciedad y tus l¨ªmites e imperfecciones¡­ lloras, primero. Luego, poco a poco le das la mano a tu ego, te das cuenta que has llegado a donde has llegado por todos tus defectos y, entonces, te encuentras.

P. ?Cu¨¢l ha sido la obra de arte le ha ayudado a sanar?

R. Varias. En la pintura hay muchos ejemplos. Porque el arte va hacia a ti. Pero lo m¨¢s importante es que tu vayas hacia a ¨¦l. Porque te habla de cosas que todav¨ªa no ves. Te muestra tambi¨¦n lo que no oyes, lo que no dices. Lo inefable. Y entrando en lo inefable te vas descubriendo a ti mismo. Para eso hay que ver el arte con buena voluntad. La sociedad, con sus prejuicios, nos encierra en una jaula. Y lo que hace el arte es abrirte la jaula y mostrarte la belleza. No hay verdad, pero hay belleza.