Robinsonadas m¨¢s o menos navide?as
N¨¢ufragos los ha habido desde el principio de la navegaci¨®n, pero hubo que esperar muchos siglos hasta que el argumento llegara a interesar a la gente
N¨¢ufragos que sobreviven aislados de todo los ha habido desde el principio de la navegaci¨®n, pero hubo que esperar muchos siglos, hasta que las luces racionalistas y el sentimentalismo rousseauniano se adue?aron de la conciencia europea, para que el argumento del robins¨®n llegara a interesar a la gente. En 1719, fecha de la aparici¨®n de la primera parte de las aventuras del m¨¢s c¨¦lebre n¨¢ufrago de todos los tiempos, se publicaron cuatro ediciones del libro, y unos a?os m¨¢s tarde ya estaba traducido a todos los idiomas ¡°cultos¡± del planeta. Inspirada en relatos reales que hab¨ªan conmovido a la opini¨®n p¨²blica en los primeros tiempos del periodismo (b¨¢sicamente el del marinero escoc¨¦s Selkirk), la estupenda novela de Defoe se convirti¨® en el origen de una duradera moda literaria que se vino en llamar robinsonada y que, de un modo u otro, se ha prolongado hasta nuestros d¨ªas: ah¨ª tienen, por empezar por el final, la pel¨ªcula Marte, de Ridley Scott, en la que el ¡°n¨¢ufrago¡± es un astronauta al que sus compa?eros han olvidado y que deber¨¢ sobrevivir con el mismo ingenio con que lo hizo Crusoe. Estos d¨ªas he recibido casi simult¨¢neamente las Aventuras de Robinson Crusoe, publicada completa y primorosamente por Libros del Zorro Rojo en la ya can¨®nica traducci¨®n de Julio Cort¨¢zar, y una nueva edici¨®n (restaurada seg¨²n la primera edici¨®n) de El robins¨®n suizo (Random House), de Johann Wyss (1812), quiz¨¢ la m¨¢s conocida secuela de la novela original, y cuyo argumento sirvi¨® para que el autor y su hijo (que la edit¨®) desarrollaran en ella toda la panoplia de los valores familiares t¨ªpicos de la burgues¨ªa conservadora del primer romanticismo. El irland¨¦s James Joyce, a quien el libro de Defoe fascinaba, consideraba a Crusoe una personificaci¨®n de los rasgos esenciales del ingl¨¦s: ¡°La independencia varonil, la crueldad inconsciente, la tenacidad, la apat¨ªa sexual, la religiosidad pr¨¢ctica y equilibrada, el silencio calculado¡±. Y no hay duda de que el personaje encarn¨® anticipadamente ciertas cualidades del imperialista brit¨¢nico. Gilles Deleuze, que ve¨ªa en el personaje de Robinson Crusoe la personificaci¨®n de la aburrida exaltaci¨®n del trabajo y de la propiedad burguesa, sosten¨ªa que cualquier lector sano de la obra s¨®lo espera que Viernes se acabe merendando a su amo. En fin, opiniones diversas para una novela fundacional cuyas secuelas posteriores han proporcionado hitos literarios tan importantes como Viernes o los limbos del Pac¨ªfico (1967), de Michel Tournier (Alfaguara), en la que el protagonista rechaza regresar a la civilizaci¨®n, o Foe (1986), de J.?M. Coetzee (Random House), una inteligente metarrobinsonada contada por Susan Barton, una n¨¢ufraga que llega a una isla en la que sobreviven un tal Cruso y su esclavo Viernes.
Navide?a
Si es que queda alguien al otro lado de esta p¨¢gina, debo decirle que, aunque no tengo ning¨²n parecido con Kylie Minogue ¡ªal menos f¨ªsicamente¡ª, no me siento acomplejado por ella; de modo que si la australiana ha podido efectuar, desde el mism¨ªsimo centro de Oxford Street (es decir, desde Selfridges), el disparo de salida de la campa?a navide?a (a cambio de una publicidad universal impagable para su ¨¢lbum Christmas), tambi¨¦n yo puedo, desde este destartalado sill¨®n de orejas, dar por inaugurada la consabida campa?a del libro de regalo para esta ¨¦poca tan obligatoriamente entra?able del a?o. De entre los coffee table books y ¨¢lbumes ilustrados recibidos he seleccionado tres que me parecen particularmente atractivos; ah¨ª van. Cinco llaves del mundo secreto de Remedios Varo (Atalanta; 45 euros), publicado anteriormente por la mexicana Conaculta, es un precioso reader ilustrado en el que se intentan desvelar las claves (esot¨¦ricas, art¨ªsticas) de esa figura irrepetible del surrealismo, nacida (1908) en Angl¨¨s, en la comarca gerundense de la Selva, y muerta (1963) en Ciudad de M¨¦xico. Amante de Benjamin Peret, el gran poeta surrealista (y trotskista), su misteriosa obra, en la que los motivos on¨ªricos se revelan inmersos en una especie de silencio eterno y vibrante, refleja la influencia de El Bosco, los surrealistas (tambi¨¦n Max Ernst) y Leonora Carrington. Mi segunda recomendaci¨®n recae en el Macbeth biling¨¹e publicado por Reino de Cordelia (24,95 euros), en traducci¨®n de Luis Alberto de Cuenca y Jos¨¦ Fern¨¢ndez Bueno y con ilustraciones (estupendas y salvajes) de Ra¨²l Arias. Por ¨²ltimo, he salivado abundantemente hojeando el ilustrad¨ªsimo Tokio, las recetas de culto (Lunwerg, Planeta; 24,50 euros), de Maori Murota, gracias a cuyos consejos podr¨¦ cocinar, de ahora en adelante, algunos de mis ramen favoritos.??am, ?am, slurp!
Viajeros
La f¨®rmula la import¨® el inolvidable Jaime Salinas en 1978, cuando meti¨® a 30 periodistas y escritores en un tren que hac¨ªa el trayecto Madrid-Cuenca para invitarlos a un morteruelo con G¨¹nter Grass: la excursi¨®n sirvi¨® para que el nombre del escritor alem¨¢n, publicado por Alfaguara, conociera una popularidad que no correspond¨ªa a sus ventas. Planeta, que, como los comerciantes chinos, ha demostrado siempre gran talento mim¨¦tico, dio otra vuelta de tuerca al invento promocional: fue en 1992 o 1993, cuando invit¨® a periodistas y cr¨ªticos a Estambul con motivo de la publicaci¨®n de La pasi¨®n turca, de Antonio Gala. Agradecidos, los invitados no escatimaron tinta para publicitar los t¨®rridos amores de la malquerida Desideria Oliv¨¢n y el apasionado Yamam en la vieja Constantinopla. Ahora Espasa (tambi¨¦n Planeta) ha hecho algo m¨¢s modesto en la misma tradici¨®n, invitando a un grupo de periodistas y cr¨ªticos a Vera de Bidasoa a empaparse de ambiente barojiano en la vieja casona de Itzea para que les ayuden a vender los 15.000 ejemplares iniciales de Los caprichos de la suerte, la in¨¦dita ¨²ltima novela de Gran Escritor Muerto. Y vaya si lo han conseguido: si sumamos los cent¨ªmetros cuadrados consagrados al libro en papel, digitales y televisiones, y multiplicamos el resultado por el coste de la publicidad equivalente, en Espasa se habr¨ªan gastado una fortuna. Bueno, dejando aparte el inter¨¦s hist¨®rico-literario del descubrimiento, ser¨ªa lamentable que alg¨²n joven empezara a leer a Baroja por esta novela, escrita cuando su autor hac¨ªa tiempo que hab¨ªa dejado de ser el m¨¢s importante novelista espa?ol de la primera mitad del siglo XX. Parafraseando al maestro Mainer, lo mejor que he podido encontrar en esta novela son ¡°restos de un naufragio, rescoldos de un fuego¡±. Por lo dem¨¢s, estos d¨ªas he le¨ªdo tambi¨¦n con curiosidad la breve antolog¨ªa Recuerdos de don P¨ªo Baroja (F¨®rcola), que recoge algunos de los entregad¨ªsimos art¨ªculos (edici¨®n de Francisco Fuster) que sobre el maestro vasco escribi¨® Camilo Jos¨¦ Cela.
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