Jugando con la muerte
Boltanski crea una instalaci¨®n in¨¦dita en recuerdo del artista Mario Merz, fallecido en 2003
La proyecci¨®n en blanco y negro de una platea llena hasta la bandera, espera congelada el visitante que, al bajar la escalera de la Fundaci¨®n Merz de Tur¨ªn hacia la imagen, se encuentra repentinamente envuelto en el aplauso atronador de decenas de manos. La sorprendente proyecci¨®n, que se activa al paso del espectador, es uno de los elementos que componen Dopo, una muestra concebida como una gran instalaci¨®n coral in¨¦dita, que Christian Boltanski dedica a su amigo Mario Merz, fallecido en 2003, uno de los artistas m¨¢s destacados del arte povera italiana, conocido por sus igl¨²es y sus Sucesiones de Fibonacci en diversos soportes, como la de neones colocada en el Puerto de Barcelona. ¡°El d¨ªa del funeral de Mario Merz qued¨¦ totalmente estupefacto cuando la gente salud¨® la salida del f¨¦retro con una salva de aplausos. Nunca lo hab¨ªa visto antes¡±, recuerda Boltanski.
Aunque el paso del tiempo, la caducidad de la vida, la fragilidad del ser humano y la muerte han sido sus temas estrella a lo largo de toda su trayectoria, en esta muestra m¨¢s que nunca el artista franc¨¦s se enfrenta a los interrogantes que plantea el fin de la vida¡ y eso a pesar de que est¨¢ en gran forma. Quiz¨¢s contribuya a ello tambi¨¦n el hecho de que se acerca la fecha l¨ªmite de la apuesta que hizo en 2009 con David Walsh, un coleccionista australiano que amas¨® una fortuna precisamente a golpes de apuestas. Walsh apost¨® que Boltanski (Par¨ªs, 1944) morir¨ªa antes de ocho a?os (es decir antes de cumplir los 73 a?os). Desde el d¨ªa de la apuesta le paga una cantidad mensual para tener cuatro c¨¢maras web en su estudio de Par¨ªs, que retransmiten las 24 horas lo que all¨ª acontece, en una especie de cueva bunker en Tasmania, abierta al p¨²blico. Si Boltanski no muere el acuerdo contin¨²a vigente y la obra fruto de las miles de horas de grabaci¨®n resultar¨¢ cada vez m¨¢s cara. ¡°El d¨ªa que muera se realizar¨¢ una pieza con todo el material grabado acelerado 8.000 veces. El espectador podr¨¢ decidir parar la proyecci¨®n totalmente al azar y visionar un fragmento, puede que me encuentre o no, porque por supuesto no estoy siempre en el estudio¡±, indica Boltanski, explicando que consideradas las cotizaciones si muere antes de los ocho a?os el coleccionista ganar¨¢ dinero, si no lo ganar¨¢ ¨¦l. ¡°Walsh dice que nunca pierde, puede ser, vamos a ver. Es un juego con el diablo, pero no un pacto. Yo har¨¦ lo posible por sobrevivir¡±, asegura con la iron¨ªa y el humor que le caracteriza y le permite otorgar ligereza y serenidad a los temas m¨¢s duros.
Tambi¨¦n el propio edificio de la Fundaci¨®n Merz, una antigua central t¨¦rmica que ha mantenido las caracter¨ªsticas peculiares de la arquitectura industrial de los a?os 30, ha favorecido el montaje de una muestra especialmente m¨ªstica. Abajo est¨¢ la necr¨®polis representada por estructuras fantasmales, hechas de cajas de cart¨®n apiladas y envueltas en celof¨¢n blanco, iluminadas s¨®lo por un r¨®tulo, como de feria, de bombillas rojas y azul, con la palabra Dopo, despu¨¦s. ¡°?Cu¨¢ntos despu¨¦s hay en la vida de una persona?¡±, se pregunta el artista.
Arriba, una gigantesca instalaci¨®n de 200 fotograf¨ªas de rostros, sacados del inagotable archivo de Boltanski, impresos sobre velos, suspendidos y en movimiento, representa a las almas que vuelan y nos envuelven. En la sala de paredes alt¨ªsimas los velos se mueven gracias a un sistema que recuerda una cadena de montaje y evoca el pasado obrero del barrio y del edificio. Es una obra nost¨¢lgica pero no angustiosa, serena y tranquilizadora cuando la luz diurna entra por los altos ventanales y m¨¢s misteriosa e inquietante cuando la oscuridad de la noche lo envuelve todo en sus sombras. Entre las telas, pegado a la pared, asoma un cocodrilo a tama?o real. ¡°Este es de Merz. Lo he dejado porque estamos en su casa¡±, explica el artista, que est¨¢ a punto de inaugurar en Monterrey una amplia retrospectiva, que viajar¨¢ por diversas ciudades de M¨¦xico. Mientras tanto est¨¢ pensando en la exposici¨®n que debe organizar en Valencia por haber sido el ganador del XIII Premio Julio Gonz¨¢lez, que concede la Generalitat.
El montaje de Tur¨ªn se completa con dos elementos: un fantasmag¨®rico juego de sombras, que se vislumbra desde un ventanuco, en un peque?o cuarto al que no se puede acceder y un autorretrato din¨¢mico de Boltanski, fruto de un montaje fotogr¨¢fico que permite ver la evoluci¨®n de su rostro de los 5 a los 65 a?os. ¡°Es una forma de mostrar el ni?o que un d¨ªa fuimos y que todos tenemos en nuestro interior¡±, concluye.
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