El cuento de violetas de Cecilia
'Un ramito de violetas', de Cecilia, nacida de un relato de su autora, se ha transformado en un cl¨¢sico de la m¨²sica pop espa?ola
Cecilia (Evangelina Sobredo, Madrid, 1948), fue una rara avis en el pop espa?ol. Hija de un diplom¨¢tico, su infancia y adolescencia transcurrieron en Inglaterra, Estados Unidos, Portugal y Jordania, con el ingl¨¦s como primer idioma. No regres¨® a Espa?a hasta 1969, para iniciar la carrera de Derecho, pero por entonces la m¨²sica ya era su camino principal, influida por Dylan, Simon & Garfunkel (de ellos vendr¨ªa su nombre art¨ªstico), Joan Baez y Los Beatles. Un a?o despu¨¦s estaba grabando con el grupo Expresi¨®n, y en 1972 lanz¨® su primer LP en solitario, alcanzando la popularidad con el tema Dama dama, con el que meti¨® un gol por toda la escuadra a la acartonada burgues¨ªa hispana. Pero es que sus canciones eran poco convencionales (al igual que su apariencia, hippie y despreocupada) y poco complacientes con los c¨¢nones est¨¢ndar del pop locales de aquel tiempo, con unos textos que de tan acendrados pueden compararse con los de Serrat en el mismo per¨ªodo.
Tras un inconmensurable segundo elep¨¦ (Cecilia 2), que pese a ser su obra maestra result¨® un fracaso de ventas, todo se dispar¨® con el tercero y con la canci¨®n que le daba t¨ªtulo: Un ramito de violetas, editada en single en 1974 (el LP llegar¨ªa en el 75). Para ese disco hubo cambio en el equipo de producci¨®n: atr¨¢s quedaba Jos¨¦ Luis de Carlos (que hab¨ªa realizado un trabajo excepcional en los dos primeros), tomando la direcci¨®n Honorio Herrero y Juan Carlos Calder¨®n, ocup¨¢ndose este ¨²ltimo tambi¨¦n de los arreglos (como hab¨ªa hecho en el debut). Calder¨®n, que ven¨ªa del jazz, era un arreglador de prestigio, elegante pero con pellizco popular y comercial. En Un ramito de violetas, el ¨¢lbum, quiz¨¢ pec¨® de sobriedad, de cierta frialdad formal y de elusi¨®n de la mirada m¨¢s pop y c¨¢lida de Cecilia.
Su canci¨®n m¨¢s conocida, la que en el mismo momento de su edici¨®n sorprendi¨® a prensa y p¨²blico, naci¨® como un cuento corto al modo de James Joyce, uno de sus autores favoritos. Pero Cecilia, temperamental, no qued¨® contenta con el resultado y rompi¨® lo escrito para, poco despu¨¦s, transformar el relato en un poema que ser¨ªa el germen de la canci¨®n. Canci¨®n profundamente triste pero de argumento con final agridulce, y estructurada al modo narrativo cl¨¢sico, con presentaci¨®n, nudo y desenlace. Inesperado desenlace, por lo menos para quienes la escuchan por vez primera (y perdonen el spoiler): Cecilia presenta en los primeros versos a una mujer "feliz en su matrimonio" (ama de casa, suponemos, como correspond¨ªa en aquellos a?os), aunque el marido ten¨ªa "un poco de mal genio / y ella se quejaba de que nunca fue tierno", que desde hace tres a?os recibe cartas "llenas de poes¨ªa" de un extra?o. Tras el estribillo, por el que sabemos que cada 9 de noviembre el desconocido le env¨ªa, de forma an¨®nima, un ramito de violetas, arriba la segunda estrofa, la m¨¢s emotiva y sentimental, en la que Cecilia nos introduce en el pensamiento de la protagonista, en las fantas¨ªas que despiertan en ella las cartas y los ramitos de violetas ("A veces sue?a y se imagina / c¨®mo ser¨¢ aquel tanto la estima, / ser¨ªa un hombre m¨¢s bien de pelo cano, / sonrisa abierta y ternura en las manos"), una mujer que vive de "d¨ªa en d¨ªa con la ilusi¨®n de ser querida". Absolutamente desgarrador. Vuelta al estribillo y tercera y ¨²ltima estrofa, el sorprendente desenlace: es el esposo quien escribe las cartas y env¨ªa los ramitos de violetas, el que alienta su fantas¨ªa ¨ªntima por ese amor secreto: "No dice nada porque lo sabe todo, / sabe que es feliz, as¨ª de cualquier modo (¡) ?l, su amante, su amor secreto, / y ella que no sabe nada, / mira a su marido y luego calla".
Letra conmovedora escrita con lenguaje di¨¢fano que, m¨¢s all¨¢ de interpretaciones simplistas (la mujer doblegada a vivir sus pasiones en silencio, y Cecilia no iba por ah¨ª en su cancionero), da lugar a distintas lecturas: la principal es la incomunicaci¨®n de una pareja cuya existencia transcurre en la monoton¨ªa y falta de pasi¨®n, en la que el marido es incapaz de expresar sus sentimientos y lo hace mediante poemas an¨®nimos, consciente de las ilusiones y felicidad que despierta en ella el saberse querida por un admirador an¨®nimo. Otra, m¨¢s retorcida, ser¨ªa el casi bu?ueliano fetichismo de ¨¦l al saber que ella vive una pasi¨®n amorosa imaginaria e imposible.
En lo musical, la composici¨®n, de melod¨ªa profunda y melanc¨®lica, con la l¨ªmpida voz de Cecilia en primer plano, est¨¢ protagonizada casi constantemente por el piano apoyado por los pespuntes de una guitarra espa?ola, con el bajo pulsando con firmeza. Para reforzar el dramatismo general, en la segunda mitad entra una secci¨®n de cuerdas y cada tanto un evocador acorde¨®n subraya la tristeza de la singular historia de amor.
Un ramito de violetas fue un ¨¦xito tremendo desde el mismo instante de su edici¨®n en single, el mayor de Cecilia hasta entonces, y ayud¨® a las ventas del LP. Pero Cecilia no lleg¨® a grabar el cuarto ¨¢lbum, pues muri¨® en un accidente de tr¨¢fico en 1976. La canci¨®n ha crecido con el paso de los a?os hasta niveles insospechados, convirti¨¦ndose en uno de esos cl¨¢sicos inoxidables que no saben de la erosi¨®n del tiempo y conociendo multitud de versiones.
Manzanita logr¨® un ¨¦xito formidable en 1981 con la que probablemente sea la mejor relectura, a su modo y rumbe¨¢ndola levemente. En 1996, en un disco de duetos p¨®stumo dirigido por Juan Carlos Calder¨®n, se grab¨® una nueva versi¨®n recuperando la voz de Cecilia y sumando vocalmente a Julio Iglesias. En los noventa, V¨ªctor Manuel y Pablo Milan¨¦s la incorporaron en una gira conjunta y en el nuevo siglo Sole Gim¨¦nez la llev¨® a terrenos de latin jazz. Pero tambi¨¦n la han grabado Bord¨®n 4, Pastora Soler o La d¨¦cada prodigiosa.
Las versiones internacionales son muchas: Carlos La Mona Jim¨¦nez la ha hecho muy popular en Argentina en una toma acelerada y adaptada a sus peculiares maneras. En Israel, David Broza, siempre tan pr¨®ximo a la m¨²sica espa?ola, la version¨® en hebreo con el nombre de Sigaliot. En Uruguay la cant¨® Natalia Oreiro; en Italia, ?Gian Franco Pagliaro; en Chile, Zalo Reyes la llev¨® al ¨¦xito, prest¨¢ndose incluso a colaborar en 2012 en una versi¨®n rock junto al grupo Leklaus. Tambi¨¦n en rock guitarrero destaca la versi¨®n de la formaci¨®n argentina Los Olestar.
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