?rbol

De pronto el cielo cambia de color. Como cuando en un sue?o caminas y por sorpresa el suelo te abandona. Buscas ese sobresalto que te suspende en la nada. Sientes miedo pero quieres volver a ese sendero. ?Ser¨¢ esa la sensaci¨®n que tienen las hojas al desprenderse de su ¨¢rbol en oto?o? En el vac¨ªo que media entre el cuerpo del ¨¢rbol y la tierra el viento te sujeta. As¨ª como nuestra vertical presencia se sostiene en el afecto. Los ¨¢rboles esperan a la primavera para cubrirse de ilusiones nuevas. Otras esperanzas llegan, se volver¨¢n a ir para fundirse con la tierra. Es la libertad la que nos compone. Pero en esa libertad siempre alguien se apresa. Queremos la libertad para perderla. Y s¨ª, al tiempo nada lo detiene. S¨®lo en la apariencia de mantener un orden, para no pensar en la muerte, para no darnos cuenta de la finitud de nuestra existencia.

Las hojas se desprenden. Las gotas de la lluvia encuentran su ¨¢rbol, mueren en el hormig¨®n, besan a la tierra, posan en la membrana m¨¢s sutil de las flores quietas. El viento arrastra la tierra suficiente para hacer una isla. Hacia all¨¢ se dirigen las utop¨ªas de la vida, del ¨¢rbol, de la lluvia, del amor y de la locura.

So?¨¦ que viv¨ªa en el ¨¢rbol m¨¢s extranjero de la tierra. Ten¨ªa la mitad de hoja caduca, la otra de hoja perenne. Era como un universo de colores. En cada tono un pensamiento, una emoci¨®n, un miedo, una certeza, un amor. Era loco, pero fascinante. En ¨¦l siempre encontraba la complejidad de la vida. Una continuidad insostenible para quien busca una existencia apacible, quieta, simple. Su corteza ten¨ªa la textura de la realidad, pero en su centro s¨®lo cab¨ªan utop¨ªas, sue?os irrealizables escapando en una nave espacial hac¨ªa la libertad. Siempre buscando la libertad. Tal fue su af¨¢n por liberarse que muri¨®. Se transform¨®. El ¨¢rbol ense?a que la muerte es conversi¨®n. Naturaleza. Y ¨¦l, tan complejo como siempre, vive ahora en un bosque infinito de conocimiento. Ese ¨¢rbol es ahora un libro de filosof¨ªa.