El friso interminable de Joy Laville
Una exposici¨®n en Cuernavaca recorre la obra de la artista inglesa, afincada en M¨¦xico desde mediados de los cincuenta.
La exquisitez de los libros de Jorge Ibarg¨¹engoitia empieza por las portadas mismas, siempre acompa?adas por escenas donde mujeres lilas o azules aparecen tendidas en divanes o sentadas a la orilla del mar, tal vez solas o charlando una o dos, con alguna planta exuberante dejada por ah¨ª y las monta?as o el mar de fondo.
Esos paisajes apacibles, que no son, dir¨ªa el propio Ibarg¨¹engoitia, "ni simb¨®licos ni aleg¨®ricos ni realistas", pero s¨ª "misteriosamente familiares", pertenecen al mundo interior de Joy Laville, una pintora que, no cabe la menor duda, "est¨¢ en buenas relaciones con la naturaleza".
Campos de color que remiten vagamente a una geograf¨ªa c¨¢lida, solo interrumpida por figuras humanas que merodean o reposan
Nacida en el sur de Inglaterra en 1923, Joy Laville pas¨® sus primeros treinta y tres a?os alejada por completo de la pintura, a pesar de que la idea se pase¨® siempre por su cabeza. Se cas¨® joven con un canadiense al que sigui¨® fuera de Europa durante la guerra ("la segunda, por supuesto"), pero del cual se separ¨® al poco tiempo. Sin dinero y con un hijo peque?o decidi¨® viajar a M¨¦xico en 1956. Y fue entonces que comenz¨® a pintar y que, muy pronto, lleg¨® al tipo de figuraci¨®n diluida que caracteriza su trabajo. Tambi¨¦n fue entonces que conoci¨® a Ibarg¨¹engoitia, su segundo marido, con quien se mud¨® a vivir a Par¨ªs.
Despu¨¦s de la tr¨¢gica muerte del escritor en 1983, Laville volvi¨® a M¨¦xico y se instal¨® definitivamente en Cuernavaca, la llamada "ciudad de la eterna primavera". Y ah¨ª, en el cuarto de su casa que funciona como estudio, pinta todas las ma?anas, incluso en domingo, durante por lo menos tres horas. Lo hace en parte por disciplina, dada su idea de que se trata de una labor como cualquier otra, pero tambi¨¦n por no renunciar a su mayor fuente de dicha. Y es claro que su pintura es producto de ese deleite, pues el mundo que representan no es, como dec¨ªa Ibarg¨¹engoitia, "ni angustiado, ni angustioso, sino alegre, sensual, ligeramente melanc¨®lico" y hasta "un poco c¨®mico".
Si la pintura de Laville guarda alg¨²n parentesco es con el trabajo del que ella considera su maestro, Roger von Gunten, un artista tambi¨¦n centrado en el paisaje, pero desde la acumulaci¨®n. Ah¨ª donde la obra de Von Gunten aparece recargada de elementos, la de Joy Laville se aligera, es puro aire. Campos de color que remiten vagamente a una geograf¨ªa c¨¢lida, solo interrumpida por figuras humanas que merodean o reposan.
La pintura de Laville no concluye en cada cuadro, contin¨²a de uno a otro, como si se tratara de un friso interminable, donde ese mundo de cosas leves, de ma?anas soleadas, puede desplegarse a sus anchas. Y por ello la exposici¨®n retrospectiva organizada por el Centro Cultural Jard¨ªn Borda de Cuernavaca se presenta como una ocasi¨®n inmejorable para acercarse a ese universo fabuloso que Laville viene construyendo desde hace casi medio siglo.
Joy Laville, Centro Cultural Jard¨ªn Borda, Av. Jos¨¦ Mar¨ªa Morelos 271, Cuernavaca Centro, Morelos, abierta hasta el 12 de diciembre.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.