D¨¦bora Arango: historia de un olvido
La pintora antioque?a, blanco de cr¨ªticas ultraconservadoras, don¨® m¨¢s de 200 obras al Museo de Arte Moderno de Medell¨ªn, que presenta una muestra de su obra
Durante gran parte del siglo XX, Medell¨ªn, una ciudad del occidente colombiano, parec¨ªa estar condenada a los campanazos de las iglesias. Las grandes familias de la regi¨®n, muchas de origen campesino y minero, se hab¨ªan establecido en el Valle de Aburr¨¢ desde finales de la Colonia, cargando a cuestas, adem¨¢s de sus enseres personales, una fuerte tradici¨®n pol¨ªtica conservadora y los m¨¢s ac¨¦rrimos valores cat¨®licos. Como comenta el escritor Mario Vargas Llosa, en algunas ciudades latinoamericanas la mayor fantas¨ªa de una madre era que su hijo llegara a sacerdote, y si lograba ser obispo, la felicidad no tendr¨ªa nombre.
En aquella villa ultramontana, literalmente encerrada entre dos cadenas monta?osas y un exuberante bosque h¨²medo tropical (una ciudad que hasta 1950 no sobrepasaba los 350 mil habitantes), monse?or Miguel ?ngel Builes (1888-1971) era el gu¨ªa espiritual y pol¨ªtico por excelencia: un cr¨ªtico severo a "las modas femeninas" (como la utilizaci¨®n de pantal¨®n y montar a caballo), la masoner¨ªa, el cine, la autonom¨ªa universitaria, los libros imp¨ªos, las revistas pornogr¨¢ficas, el liberalismo, el comunismo y, c¨®mo no, el arte moderno. Casi todos los aspectos de la vida contempor¨¢nea eran, seg¨²n monse?or Builes, para "esc¨¢ndalo del pueblo cristiano y complacencia del infierno". Ante la "decadencia moral del pueblo colombiano", que monse?or ve¨ªa en cada cambio social, sol¨ªa repetir en tono apocal¨ªptico: "?p¨¢smese el cielo!".
Pero una figura remec¨ªa el ambiente clerical de la 'ciudad de la eterna primavera': la artista D¨¦bora Arango (1907-2005), disc¨ªpula del muralista Pedro Nel G¨®mez y formada en M¨¦xico bajo el influjo de David Alfaro Siqueiros y Jos¨¦ Clemente Orozco. D¨¦bora, c¨®mo la recuerdan cari?osamente, parec¨ªa predestinada a destruir la "civilizaci¨®n occidental y cat¨®lica": no s¨®lo vest¨ªa con pantal¨®n y montaba a caballo, tampoco vivi¨® para conseguir marido y hacer familia extensa.
Aunque realiz¨® sus obras m¨¢s punzantes entre las d¨¦cadas de 1930 y 1950, un largo silencio se extiende sobre su producci¨®n
D¨¦bora muri¨® soltera. Seg¨²n algunas fuentes no oficiales era lesbiana, un asunto que incluso hoy ning¨²n historiador se ha atrevido a corroborar y que, de ser cierto, debi¨® significarle m¨¢s de una dificultad en el Medell¨ªn de entonces. En la pintura Esquizofrenia en el manicomio (1940), D¨¦bora representa a una mujer en posici¨®n lasciva, con las piernas abiertas, encerrada en un asilo de locos de la ciudad, sentada en una habitaci¨®n con im¨¢genes de mujeres desnudas pegadas en las paredes, recortadas de revistas pornogr¨¢ficas. Posiblemente la escena aluda a una mujer homosexual sometida a tratamiento psiqui¨¢trico, una desviada para los est¨¢ndares sociales y m¨¦dicos de la ¨¦poca. Sin embargo, el contenido cr¨ªtico de la obra suele ser neutralizado en las exhibiciones de museos y en las interpretaciones que hace la historia del arte tradicional.
Aunque D¨¦bora realiz¨® sus obras m¨¢s punzantes entre las d¨¦cadas de 1930 y 1950, un largo silencio se extiende sobre su producci¨®n hasta mediados de los a?os 80. Sus representaciones de mujeres desnudas, prostitutas, mendigos y pol¨ªticos corruptos, pintados de forma "incorrecta" para los est¨¢ndares de la cr¨ªtica m¨¢s correcta, le valieron el silencio y el olvido a lo largo de todo un siglo. Ning¨²n museo colombiano o extranjero coleccion¨® sus obras, fue una figura descartada por el coleccionismo privado y nunca trabaj¨® con galer¨ªas. Termin¨® sus d¨ªas alejada en una finca en las afueras de Medell¨ªn, y aunque al comienzo de su vida art¨ªstica parec¨ªa tener un insaciable impulso tect¨®nico, su recuerdo se fue diluyendo a trav¨¦s del tiempo.
Se echa de menos una curadur¨ªa menos tem¨¢tica y m¨¢s pol¨ªtica, en sinton¨ªa con el esp¨ªritu disruptivo de D¨¦bora Arango
El car¨¢cter mis¨¢ntropo de la artista fue desencadenado por toda suerte de pugnas intestinas. Una exposici¨®n suya realizada en Medell¨ªn en 1939, fue boicoteada por las Damas de la Liga de la Decencia, una suerte de peque?o comit¨¦ de se?oras por la defensa de la moral y las buenas costumbres. Su exposici¨®n en el Teatro Col¨®n de Bogot¨¢ (1940) fue cerrada por orden del pol¨ªtico conservador Laureano G¨®mez (amigo cercan¨ªsimo de monse?or Builes y presidente de Colombia entre 1950 y 1951), a quien sus desnudos le parec¨ªan "inmorales", "perversos", "pornogr¨¢ficos" e "incorrectos" t¨¦cnicamente. Vale la pena anotar que Laureano G¨®mez y su hijo ?lvaro G¨®mez Hurtado comulgaban est¨¦ticamente con la posici¨®n del nacionalsocialismo frente a un sector del arte moderno, por ellos calificado como "arte degenerado". Por otro lado, una exposici¨®n de D¨¦bora en el Instituto de Cultura Hisp¨¢nica de Madrid (1955) fue clausurada por el gobierno de Francisco Franco, un episodio apenas documentado por la historiograf¨ªa local. Para completar el panorama, el principal mentor de la artista, el pol¨ªtico liberal Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n, quien le hab¨ªa invitado a realizar la exposici¨®n de 1940 en el Teatro Col¨®n, fue abaleado en las calles de Bogot¨¢ el 9 de abril de 1948; su asesinato gener¨® el episodio hist¨®rico conocido como El Bogotazo.
En los ochenta, la obra de D¨¦bora ser¨ªa recuperada como un testimonio ¨²nico, radical y femenino
Gracias al autoritarismo falangista, las prostitutas, mendigos y pol¨ªticos corruptos pintados por D¨¦bora ser¨ªan invisibilizados durante casi medio siglo. Incluso, la influyente cr¨ªtica de arte colombo-argentina Marta Traba, establecida en Colombia desde la d¨¦cada del 50, tampoco llam¨® la atenci¨®n sobre la producci¨®n de la artista. Traba prefiri¨® impulsar a una generaci¨®n de artistas hombres conocida, entre otros motes, como Los intocables, un grupo del que hac¨ªa parte Fernando Botero, Alejandro Obreg¨®n, ?dgar Negret y Eduardo Ram¨ªrez Villamizar.
Solo hasta los ochenta, la obra de D¨¦bora ser¨ªa recuperada por los museos y por la historia del arte como un testimonio ¨²nico, radical y femenino de los momentos ¨¢lgidos de la historia moderna de Colombia. Sin embargo, incluso despu¨¦s de su muerte, la artista nunca tuvo un espacio de exposici¨®n permanente en museo colombiano alguno.
Desde el pasado 3 de septiembre, algo empez¨® a cambiar: abri¨® al p¨²blico la ampliaci¨®n del Museo de Arte Moderno de Medell¨ªn (MAMM), instituci¨®n que promete convertirse en referente del arte contempor¨¢neo latinoamericano y que incluye una exposici¨®n permanente de pinturas y acuarelas de D¨¦bora, exhibida gracias a una donaci¨®n de 233 obras realizada por la artista en 1987, un acervo largamente guardado en reserva y que s¨®lo hasta hoy logra exhibirse parcialmente. A pesar del esfuerzo, se echa de menos una curadur¨ªa menos tem¨¢tica y m¨¢s pol¨ªtica, en sinton¨ªa con el esp¨ªritu disruptivo de D¨¦bora. En todo caso, despu¨¦s de mucho tiempo, las condiciones est¨¢n dadas para revisitar cr¨ªticamente la obra de esta artista perseguida y olvidada.
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