El arte callejero transforma a Miami
El trabajo de cientos de muralistas convierte un barrio deprimido de la ciudad en una pujante zona cultural y tur¨ªstica
El barrio de Wynwood, en Miami, era hasta hace poco territorio hostil. Violencia, droga, armas, prostituci¨®n y bandas callejeras campaban a sus anchas en un enclave no muy lejano del centro de una ciudad que a¨²n tiene en la memoria el estigma de crimen y corrupci¨®n que la identific¨® en la d¨¦cada de los ochenta. Cinco a?os atr¨¢s, Wynwood era todav¨ªa uno de esos lugares a los que es mejor no entrar por equivocaci¨®n. Hoy, apenas quedan restos del ominoso pasado y la zona est¨¢ experimentando una efervescencia cultural, social y econ¨®mica casi sin comparaci¨®n en Estados Unidos. El milagro ha sido obra del arte callejero, de los centenares de muralistas que han transformado, y transforman a diario, la otrora fisonom¨ªa depresiva de sus calles, que se han convertido en una gigantesca pintura que salpica de vivos colores cada casa, cada negocio, cada esquina.
Wynwood, que alberga hoy el llamado distrito del arte de Miami, se ha convertido en uno de los principales atractivos tur¨ªsticos de una ciudad bendecida por el clima y cuyo m¨¢ximo exponente cultural es la celebraci¨®n anual de Art Basel. De hecho, la famosa feria de arte contempor¨¢neo, que este a?o comenzar¨¢ a principios de diciembre, y Wynwood han tejido una alianza que se complementa y beneficia a ambos.
Lo que hoy son espectaculares murales callejeros que atraen a artistas de todo el mundo eran en los a?os ochenta grafitis de las bandas callejeras de la ciudad. ¡°Los grafiteros ven¨ªan armados y marcaban su territorio. Si los grafitis se borraban era una declaraci¨®n de guerra¡±, afirma Rigo Le¨®n, quien lleva a?os haciendo murales en las calles de un vecindario que se conoce como la palma de la mano. Por sus calles se pueden ver obras de artistas urbanos m¨ªticos como Shepard Fairey, m¨¢s conocido como Obey, quien hizo el c¨¦lebre retrato en azul, blanco y rojo del entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos Barack Obama con el lema Hope (esperanza), o de Ron English. ¡°Vienen artistas de todo el mundo. Miami es hoy uno de los sitios con mayor creatividad del mundo¡±, a?ade Le¨®n.
?Qui¨¦n manda? Una pared para cada uno
La transici¨®n de los grafiteros a los muralistas en Wynwood no fue sencilla. Los primeros, acostumbrados a tener el control de d¨®nde se pintaba y lo que se pintaba, se resistieron inicialmente al empuje de los muralistas. Hubo enfrentamientos, amenazas, hasta que la fuerza del cambio se impuso. Rigo Le¨®n recuerda el enfrentamiento con un grafitero de Nueva York, con el que tuvo una pugna por una de las paredes de Wynwood, una disputa que tuvo que zanjar el due?o del inmueble con un reparto salom¨®nico: dio una pared a cada uno.
Hoy, todo ha cambiado. La delincuencia y las peleas son residuales y lo que abunda son turistas y gente joven que acude a los numerosos restaurantes y bares de copas decorados con los llamativos murales, que no solo han cambiado la fisonom¨ªa de Wynwood, sino tambi¨¦n su destino.
La pasi¨®n por pintar en las calles de Wynwood, que ahora alberga 70 galer¨ªas de arte y algunos de los comercios, restaurantes y bares de copas m¨¢s conocidos de la ciudad, ha contagiado a centenares de artistas callejeros de todo el mundo, que acuden masivamente a Miami para ser part¨ªcipes de esta explosi¨®n cultural. ¡°Yo trabajaba en un banco en California, donde estudi¨¦ arte. Lo dej¨¦ todo para pintar en Wynwood, para enmara?ar las paredes¡±, afirma Adri¨¢n ?vila, de 26 a?os, que en la actualidad est¨¢ pintando una obra en un restaurante.
Uno de los fen¨®menos m¨¢s sorprendentes es el permanente cambio de piel del barrio. Los murales, salvo los de figuras consagradas como Obey, que parecen intocables, cambian cuando lo deciden los propietarios de los establecimientos, dotando al barrio de un enorme dinamismo. Llegado este momento, las paredes se pintan previamente de blanco para que el artista pueda ejecutar su obra. ¡°Cuando llega Art Basel, muchos murales cambian y con ellos Wynwood¡±, asegura Greyko Garc¨ªa, un muralista que tambi¨¦n trabaja en una galer¨ªa de arte.
Stephen Edwards dirige una de estas galer¨ªas, que hacen jornadas de puertas abiertas el segundo s¨¢bado de cada mes para que los turistas puedan contemplar y adquirir de igual manera los cuadros de los muralistas. Edwards se traslad¨® a Miami atra¨ªdo por la pujanza del arte callejero. ¡°Llegu¨¦ hace tres a?os desde Canad¨¢. Conoc¨ªa Wynwood y cuando llegu¨¦ me enamor¨¦ del ambiente, de la energ¨ªa. Me traslad¨¦ para contribuir al arte¡±, afirma Edwards.
El arte callejero tambi¨¦n ha dinamizado el mercado inmobiliario del barrio, donde ahora se est¨¢n construyendo hoteles, edificios de viviendas y grandes aparcamientos. El problema es el encarecimiento de los precios, que est¨¢ expulsando a parte del vecindario y siendo sustituido por grandes firmas que ven en la mezcla de arte y turismo un importante negocio.
¡°Mucha gente vio lo que ven¨ªa y empez¨® a comprar propiedades hace a?os¡±, afirma Le¨®n, quien empez¨® haciendo ¡°trabajos ilegales¡±, es decir, pintando las paredes sin autorizaci¨®n. Actualmente, su trabajo es reconocido y requerido por empresas y particulares. ¡°Lo hice para darme a conocer, pero es peligroso. Ahora, prefiero pintar un mural en la calle, que lo ve todo el mundo que pasa por aqu¨ª, a tener 20 cuadros en una galer¨ªa¡±, concluye el artista.
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