Nico en Espa?a
El viernes, cuando lleg¨® la noticia del ataque al Bataclan parisiense, la primera referencia musical que me salt¨® a la cabeza fue un c¨¦lebre concierto de 1972, pirateado tanto en audio como en v¨ªdeo; sobre aquel escenario se juntaron Lou Reed, John Cale y Nico. ?Extra?as sinapsis! En los d¨ªas que han transcurrido, he comprobado que las melopeas sombr¨ªas de Nico funcionan como b¨¢lsamo.
Esa escucha obsesiva me ha llevado a Le¨®n, en 1976. Nico era cabecera de cartel en, atenci¨®n, el Primer Enrollamiento Internacional del Rock Ciudad de Le¨®n. M¨¢ximo disparate: una cantante l¨²gubre, acompa?ada por su armonio y un guitarrista alem¨¢n, en un festival de rock. Aparte de las angustias de, vamos a decirlo, una yonqui esperando pillar hero¨ªna en una capital de provincia reci¨¦n salida del franquismo, actu¨® ante un p¨²blico que, en general, desconoc¨ªa su arte: recordemos que en Espa?a, durante los sesenta, no se publicaron ni su legendario LP con The Velvet Underground ni sus primeros trabajos en solitario.
Parad¨®jicamente, era una cara conocida (pero an¨®nima). Como modelo, protagoniz¨® los sue?os h¨²medos de millones de espa?oles: encarnaba a una valquiria en anuncios del co?ac Centenario Terry. De hecho, se la confund¨ªa con la amazona que, ligera de ropa, galopaba sobre un caballo blanco en dos spots televisivos de Terry que dirigi¨® Leopoldo Pom¨¦s; la evidencia visual sugiere que se trataba de otra modelo, Margit Kocsis.
A pesar del desastre leon¨¦s, Nico volver¨ªa a actuar en Espa?a: por ejemplo, en el Canet Rock de 1978. En 1987, gir¨® con una de las varias bandas alimenticias que form¨® en su exilio narc¨®tico de Manchester. Entrevistada en TV-3 para el programa Arsenal, se expresaba en t¨¦rminos nebulosos. No resolv¨ªa el gran misterio: lo que hab¨ªa en el fondo de aquel cisne ario. Su belleza parec¨ªa haber dictado su carrera: la aparici¨®n en La dolce vita, el papel principal en una pel¨ªcula francesa (Striptease, 1963), la inmersi¨®n en el circo de freaks reunidos por Andy Warhol.
Como dice Cohen, prefer¨ªa los hombres guapos, pero hac¨ªa excepciones. Tuvo un hijo con Alain Delon (que nunca reconoci¨® a la criatura), fascin¨® a Jackson Browne, se sinti¨® inspirada por Jim Morrison. M¨¢s Brian Jones, Bob Dylan, Lou Reed. En 1969, lleg¨® Philippe Garrel, el cineasta franc¨¦s, con sus problemas mentales y el elixir de la hero¨ªna. Como suele ocurrir con esa sustancia, Nico se transform¨® en otra persona, a¨²n menos fiable.
No sabemos si era una pantalla vac¨ªa, en la que proyect¨¢bamos nuestras fantas¨ªas, o s¨ª escond¨ªa un monstruo: los arrebatos antisemitas, las agresiones racistas destrozaban el mito familiar de que su padre hab¨ªa muerto ejerciendo la resistencia contra Hitler.
El cierre tuvo Ibiza como fondo. En julio de 1988, se cay¨® de la bicicleta cuando iba a comprar material (marihuana, seg¨²n su hijo). Pudo ser un derrame cerebral, pero alguien lo confundi¨® con una insolaci¨®n. Una vez muerta, el misterio se transformaba en proceso de beatificaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.