Hasta en la sopa

Alguien me ense?a un tuit que consigue alegrarme un poquito el d¨ªa, despertarme la curativa risa. Dice as¨ª: ¡°Tengo la televisi¨®n apagada. Sale Albert Rivera¡±. Tambi¨¦n celebro el ¨¦xito del programa de radio A vivir que son dos d¨ªas, que dirige y presenta Javier del Pino desde hace tres a?os y que ha logrado algo tan ins¨®lito como que no haya aparecido jam¨¢s un pol¨ªtico en ¨¦l. Supone un acto de fe (y de bendito descreimiento) en la convicci¨®n de que cantidad de gente afortunadamente normal no encuentra afrodisiaco el discurso de la clase pol¨ªtica. Todos de acuerdo en que la misi¨®n de esta es velar por la felicidad colectiva, especialmente por la de los menos favorecidos, y que lo hace admirablemente, pero tambi¨¦n agradecemos que no den p¨²blicamente la tabarra con sus logros y la promesa de que a¨²n seremos m¨¢s dichosos si les concedemos el voto.

Y hago c¨¢lculos. A vivir que son dos d¨ªas ha superado los dos millones de seguidores y parece ser que est¨¢n muy contentos aunque no escuchen la irresistible elocuencia de los l¨ªderes pol¨ªticos. En las elecciones acostumbra a depositar la papela en las urnas sobre un 70% (y unas cuantas est¨¢n en blanco), por lo que deduzco que somos varios millones de personas los que carecemos de responsabilidad c¨ªvica, o marginales impresentables, o pertenecientes al lumpen, o que padecen inexplicable alergia a depositar un m¨ªnimo de confianza en los que aspiran a gobernar a los dem¨¢s, o soci¨®patas, o gente con las facultades f¨ªsicas o mentales seriamente da?adas, y as¨ª. O sea, que somos mogoll¨®n los que podemos vivir, sobrevivir o malvivir sin ellos.

No me extra?ar¨ªa que intentando conectar con el amado pueblo los l¨ªderes acudieran a S¨¢lvame para que les interroguen sobre su vida sexual y los pesares de su coraz¨®n. Tiene mogoll¨®n de audiencia. Que decidan los asesores de imagen.