?Desahuciados?

A veces pienso que la farmacolog¨ªa me ha bloqueado las emociones. La realidad, aunque te estrangule, no consigue que las l¨¢grimas afloren. Tampoco el cine, la m¨²sica, los libros. Eso cre¨ªa. No es cierto. Acabo de ver un documental titulado La Granja del Paso, dirigido por Silvia Munt, aquella preciosa Colometa, que en varios momentos me ha colocado un nudo en la garganta. Tambi¨¦n he sentido esa bendita humedad en los ojos.

Los protagonistas son una asociaci¨®n de gente acorralada, desahuciada, que ha estado demasiadas veces a punto de tirar la toalla, que ha convivido con el insomnio, ese temible asaltante nocturno, en el que cuando todo va mal aparece el abismo y tambi¨¦n la idea de poner fin al tormento mediante una soluci¨®n sin retorno, pero que ha descubierto esa cosa tan infrecuente llamada solidaridad, calor mutuo, rebelarse contra el desastre, otorgarle la raz¨®n a Ma Joad cuando al despedirse tal vez para siempre de su fugitivo hijo Tom en Las uvas de la ira le asegura: ¡°No podr¨¢n con nosotros, porque somos la gente¡±. Siempre han podido los malos, pero a lo mejor alguna vez pierden porque la gente no acepta el t¨¦rmino rendici¨®n.

Hay testimonios conmovedores de los que han perdido su techo o est¨¢n a punto de la intemperie, los que conocen el miedo sin tregua, sentirse una mierda, la desolaci¨®n. Y casi siempre, los que hablamos de la tragedia de los desahucios poseemos casa y n¨®mina, somos te¨®ricos de la desgracia ajena. Aqu¨ª lo hacen ellos, sin ¨¦nfasis, sin grandilocuencia, sin apelar al melodrama. Y transmiten. Y llega la emoci¨®n del receptor. Es vida, es de verdad.

Han estrenado La Granja del Paso en algunas salas alternativas. Todas las televisiones p¨²blicas, financiadas por nosotros, tan absurdas, falaces o inexistentes la mayor¨ªa, deber¨ªan exhibir en prime time esta oda a la resistencia. Y que al personal se nos amargue la cena.