La mordaza de los h¨¢bitos
?Todo empez¨® como broma y termin¨® como obra clave de la literatura anticlerical, un texto tan relevante por su disecci¨®n de una realidad concreta como por su inesperada vigencia tantos a?os despu¨¦s. Diderot comenz¨® a escribir La Religieuse, en forma de cartas dirigidas a un potencial salvador, para tomarle el pelo al Marqu¨¦s de Croismare, destinatario de esas falsas misivas. Reescrito como novela, el texto se public¨® p¨®stumamente erigi¨¦ndose en objeto de controversia por su cuestionamiento del uso de la mujer como valor de cambio por parte de las familias burguesas con dificultades econ¨®micas en la segunda mitad del XVIII y por su feroz visi¨®n de la Iglesia como ¨®rgano de poder claustrof¨®bico y patriarcal. Ciento setenta a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de la novela, Jacques Rivette pudo comprobar hasta qu¨¦ punto segu¨ªan abiertas las heridas: su fiel adaptaci¨®n, protagonizada por Anna Karina, mantuvo un largo pulso con la censura en medio de un clima de ¨¢spera controversia en el que particip¨®, aline¨¢ndose en las filas de la acusaci¨®n, el escritor Fran?ois Mauriac.
LA RELIGIOSA
Direcci¨®n: Gillaume Nicloux.
Int¨¦rpretes: P. Etienne, F. Lebrun, I. Huppert, L. Bourgoin.
G¨¦nero: drama.Francia, 2103,
Duraci¨®n: 112 minutos.
Cuando Guillaume Nicloux decidi¨® abordar una nueva adaptaci¨®n de La Religieuse tuvo muy claro en qu¨¦ medida el texto de Diderot pod¨ªa apelar a nuestro presente, en el que tanto el control de lo femenino como el fanatismo religioso de toda ¨ªndole siguen inspirando tr¨¢gicos titulares de prensa. Lo que no entraba en sus previsiones era que las susceptibilidades cat¨®licas locales estuvieran todav¨ªa tan a flor de piel como para obstaculizar el uso de determinadas localizaciones: el equipo tuvo que desplazarse al monasterio alem¨¢n de Bronnbach para rodar sus escenas conventuales.
El cineasta -que, acaso para airearse del clima opresivo de La religiosa, hizo de la l¨²dica y libre El secuestro de Michel Houellebecq (2014) su siguiente proyecto- narra el calvario rumbo a la emancipaci¨®n de su hero¨ªna privilegiando una mirada naturalista, nada forzada, que le permite sortear los riesgos del encorsetamiento acad¨¦mico y, al mismo tiempo, olvidarse de la espartana austeridad expresiva de la lectura de Rivette. Tres madres superioras punt¨²an el viacrucis de la hero¨ªna, encarnando contrastadas formas de control: del afecto casi maternal del personaje de Fran?oise Lebrun ¨Ccapaz, como afirma la protagonista, de ¡°suavizar las espinas de la religi¨®n¡±- al deseo imperativo al que Isabelle Huppert aporta un extra?o maridaje de trastorno y desamparo, pasando por la violencia inquisitorial de una Louise Bourgoin cuyas carnales facciones remiten al mundo de la nunsploitation. Sobreviviendo a todos esos yugos, Pauline Etienne logra algo casi milagroso: ser una Maria Falconetti filtrada a trav¨¦s de Marion Cotillard.
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