Escritores a domicilio
127 escritores de 28 pa¨ªses acuden durante la FIL a las escuelas de Guadalajara Acompa?amos al poeta Ra¨²l Zurita y a la novelista Margarita Garc¨ªa Robayo
Vestido de blanco de los pies a la cabeza, barba incluida, Ra¨²l Zurita entr¨® el viernes en el auditorio de la escuela Preparatoria 6, levantada en la falda de un cerro y con vistas a una cementera en el sur de Guadalajara. All¨ª se top¨® con cien muchachos puestos en pie y aplaudi¨¦ndole. ¡°Le tenemos una sorpresa¡±, le hab¨ªa dicho la ¡°maestra¡± Mar¨ªa Cristina Galindo despu¨¦s de contarle que d¨ªas antes les hab¨ªa visitado la donostiarra Arantxa Urretabizkaia, a la que ella llama cari?osamente Arantxa Plisetskaya. Galindo es profesora de danza y los dos escritores han ido a ¡°la Prepa¡± dentro del programa Ecos de la FIL, que cada noviembre lleva a los institutos de Jalisco un buen pu?ado de autores de entre los que acuden a la feria del libro.
Pero la sorpresa no es el aplauso. La sorpresa es el danz¨®n que 18 estudiantes han ensayado para Zurita (Santiago de Chile, 1950). ¡°Esto no lo voy a olvidar en la vida¡±, dijo, emocionado, el autor de Purgatorio tratando de conciliar su p¨¢rkinson con el micr¨®fono ya en el aula de audiovisuales en la que le esperaba otra tanda de adolescentes. ¡°Soy alguien con un oficio que es una obsesi¨®n y para la cual no hay escuela¡±, lanz¨® antes de relatar el hecho que lo convirti¨® en poeta cuando era estudiante de ingenier¨ªa: el golpe de Estado de Pinochet el 11 de septiembre de 1973, que dio con sus huesos en un barco-prisi¨®n: ¡°Lo ¨²nico que me imped¨ªa enloquecer era imaginar llanuras, cordilleras, versos escritos en el cielo¡¡±
Para el escritor, uno de los maestros de la poes¨ªa chilena actual, lo importante era mantener la mente en libertad. ¡°Eso ya es ser el artista m¨¢s grande de la creaci¨®n¡±, a?adi¨® ante la expectaci¨®n de los estudiantes. ¡°Algunos pintar¨¢n los murales de Orozco y otros solo los imaginar¨¢n, pero los dos ser¨¢n artistas¡±, dijo en referencia a la serie que el muralista mexicano pint¨® en el antiguo hospicio de la ciudad.
Si alguien pensaba que el discurso del poeta era elevado no ten¨ªa m¨¢s que esperar a las preguntas de los estudiantes, todas ellas de alto voltaje: ?Qu¨¦ significa la esperanza? ?Qu¨¦ es el amor a la vida? ?De qu¨¦ se arrepiente? ?Hay que sufrir una experiencia traum¨¢tica para ser escritor? ¡°Rotundamente no. No est¨¢ decretado por ning¨²n dios que el sufrimiento sea natural¡±, respondi¨® a esta ¨²ltima antes de pasar a las preguntas f¨¢ciles. La de un muchacho interesado en saber si escrib¨ªa a mano: ¡°Me gustaba. Luego no pude y aprend¨ª con la computadora. Ahora apenas puedo tipear y voy a tener que acostumbrarme a dictar¡±. Tambi¨¦n la de alguien que hab¨ªa tomado nota de la referencia a la Divina Comedia apuntada por el profesor que present¨® al poeta: ¡°Mi abuela, que era italiana, ten¨ªa nostalgia y me contaba cuentos del infierno. Creo que empec¨¦ a escribir no por intelectual sino para volver a o¨ªr la voz de mi abuela¡±. Cuando le preguntaron si hab¨ªa logrado en la vida lo que quer¨ªa, Zurita respondi¨®: ¡°Me conform¨® con dejar una marca. Puede que un d¨ªa alguno de ustedes se acuerde del d¨ªa en que un poeta vino a su escuela. Y se preguntar¨¢: ?era chileno o argentino?¡±.
A la hora en que Ra¨²l Zurita terminaba su intervenci¨®n en la Preparatoria 6, una escritora se dispon¨ªa a empezar la suya ante otro grupo de adolescentes en el otro extremo de Guadalajara. Margarita Garc¨ªa Robayo (Cartagena de Indias, 1980), que lleg¨® a la escuela Tonal¨¢ Norte desde el aeropuerto mochila en mano. El profesor Harold Escobedo define su escuela como ¡°un oasis en un lugar marginal¡±. Antes de llegar se pasa una cancha de f¨²tbol reseca. Pero la escuela tiene una de c¨¦sped sint¨¦tico. Escobedo dice que combaten problemas como los embarazos o el consumo de crystal meth.
Los alumnos de la Tonal¨¢ recibieron a la novelista en un auditorio pulcro y con el aire acondicionado m¨¢s ajustado para una novelista del Mar B¨¢ltico que para una del Caribe ¨Csi bien la autora de Cosas peores (Seix Barral, Premio Casa de las Am¨¦ricas 2014) y de Lo que no aprend¨ª (Malpaso) lleva diez a?os en Argentina¨C. La escritora se acomod¨® en una butaca junto a una estatuilla del Quijote que no la abland¨® a la hora de criticar la cl¨¢sica imposici¨®n escolar de leer a los cl¨¢sicos. ¡°Creo que la lectura no tiene que venir forzada por el canon sino porque te d¨¦ placer leer¡±. Y un chico pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ es canon?¡±.
Canon no es la biblioteca de los padres de Garc¨ªa Robayo. Ella se aficion¨® a leer rebuscando en las estanter¨ªas de su casa, un corpus que ofrec¨ªa desde obras de espiritismo a novelas de Cor¨ªn Tellado y que se fue zampando tumbada en cama bajo el ventilador de su cuarto.
La temperatura no es inocente. La alumna Ana Casillas, de 17 a?os, comentaba despu¨¦s de la charla que el clima tiene ¡°culpa¡± de que los mexicanos lean poco. ¡°Todo el tiempo puedes estar en la calle. En los pa¨ªses que llueve, la gente lee¡±. Sin embargo ella est¨¢ leyendo El retrato de Dorian Gray de ?scar Wilde. Daniel Saldate, de 18, cuenta que lo suyo es el monopat¨ªn, pero tambi¨¦n lee. Aunque sus padres son fieles cat¨®licos, ¨¦l avanza en la lectura de El Anticristo de Nietzsche.
La escritora les cont¨® que se hizo escritora al mudarse de su pa¨ªs. En t¨¦rminos ambientales: al separarse del calor de la familia. ¡°La distancia te enfr¨ªa la mirada, y puedes escribir sin sentir que est¨¢s cometiendo un atentado contra tu entorno¡±. Les dio un consejo para escribir aplicable a todo en la vida, ¡°Lo primero que hay que hacer es mandarte, tirarte al agua¡±, y repiti¨® que en su formaci¨®n fue fundamental el escritor mexicano Jos¨¦ Emilio Pacheco. En el ¡°oasis¡± de Tonal¨¢, Margarita Garc¨ªa Robayo homenaje¨® al creador de Las batallas en el desierto.
Babelia
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