La belleza no se puede resumir
'El ¨²ltimo d¨ªa de Terranova', de Manuel Rivas, busca la complicidad de los que ven la literatura como arte bello
Es imposible resumir la belleza. En el caso de la literatura de Manuel Rivas, la belleza es el lenguaje, la capacidad de construcci¨®n verbal, compleja y sutil, con la que edifica piezas memorables cuyas met¨¢foras tienen los pies en el suelo, pero que gracias a ese estilo suyo que convoca la poes¨ªa y los sue?os se convierten en historias que vuelan como las mariposas o como las palomas nobles.
De hecho, la literatura de Manuel Rivas, que es una po¨¦tica sobre la realidad, est¨¢ llena de animales hermosos, de aves singulares, de una manada de caballos salvajes que a ¨¦l le sirven para darle velocidad y tierra a ese territorio de agua con el que se cubren tanto sus libros narrativos como sus poemas. Su raigambre es la historia, y en concreto la historia de los dramas de Espa?a o del mundo, pero su manera de narrar no busca la complicidad de los que sienten como ¨¦l, sino de todos aquellos que buscan que la literatura sea un arte bello. Es un escritor singular, cuya distinci¨®n, como ocurre con uno de sus maestros, John Berger, se basa en su exigencia: ni una palabra sobra, ninguna palabra o s¨ªmbolo carece de sentido, y este sentido jam¨¢s resulta propio de la pereza con la que a veces la literatura disfraza sus carencias. Escribe, en este libro tambi¨¦n, como si ara?ara la tierra, pero lo que obtiene de su pesquisa no es solamente el latido de la tierra, o de los hombres, sino la prolongaci¨®n de la ansiedad con la que se acerca a la belleza. Es un poeta, y lo es todo el rato, mientras escribe o dice; acaso porque su alma est¨¢ atravesada por el conocimiento minucioso de las dificultades de vivir y no propende a simular lo que ni ha padecido ni siente. En eso se distingue y en eso distingue sus libros: en la autenticidad, no porque la proclame sino porque resulta evidente, no ha de subrayarse.
En la narraci¨®n de la realidad parece imprescindible caer en t¨®picos, en lugares comunes que buscan el aplauso o el acuerdo, sobre todo en un universo que ahora mide la importancia de lo que se escribe o lo que se dice por la frecuencia con que resulta comunicado o tuiteado; en esto caemos los periodistas much¨ªsimo, y caemos los que hacemos columnas, pues para lograr el aplauso parece haber manuales. No es que ¨¦l huya como alma que lleva el diablo de esas tentaciones tan usuales en la literatura (o en el periodismo de opini¨®n) de testimonio: es que no est¨¢ dotado para caer en esas circunstancias que envejecen la literatura hasta convertirla en panfleto o en objeto de usar y divulgar, que es una manera elegante de tirar al tacho de las basuras historias hermosas que devienen en relatos banales, supuestamente comprometidos con la realidad.
En este caso de su ¨²ltimo libro, El ¨²ltimo d¨ªa de Terranova (Alfaguara), Rivas aborda un hecho cierto y real, la desaparici¨®n paulatina de las librer¨ªas como centros culturales de enorme importancia en la sociedad en la que vivimos; resumida as¨ª, la sugerencia del asunto (e incluso de la met¨¢fora que lo sustenta) remite a testimonios circunstanciales que dar¨ªan de s¨ª reportajes, cr¨®nicas o editoriales, o panfletos, a los que ni la etiqueta literatura salvar¨ªa de la ruina en la que recaen las met¨¢foras previsibles. Del mismo modo que en su memorable La lengua de las mariposas es su habilidad po¨¦tica la que convierte un testimonio dur¨ªsimo sobre el odio en la Guerra Civil en una met¨¢fora sutil y bella sobre la inmoralidad de la guerra (y del odio), en esta novela, El ¨²ltimo d¨ªa de Terranova, Manuel Rivas fabrica un enorme poema emocionante que parece sacado de la entra?a de su propio dolor o de su misma experiencia. ?l ama los libros, pero no es librero; ¨¦l no tiene las caracter¨ªsticas circunstanciales o reales de cada uno de los protagonistas de su libro, pero aqu¨ª est¨¢ el Rivas de su poes¨ªa, el joven poeta rilkeano y rimbaudiano de sus primeros versos y de sus m¨¢s ¨ªntimos tormentos, provocando a su alma de ciudadano y a la vez a su alma de escritor para narrar un drama de nuestro tiempo con el vuelo que exige la belleza de la literatura.
El libro ocurre en Galicia, pero sobre todo pasa en el alma de los hombres; en este caso, de los que pierden el sustento de la cultura que est¨¢ en los libros. Lo que podr¨ªa ser un drama familiar de nuestro tiempo pasa a ser, en la escritura del poeta Rivas, otra met¨¢fora con la que el escritor de Monte Alto va surcando el arte de narrar.
Ese drama de nuestro tiempo, el final de las librer¨ªas, o del prestigio de los libros, es el fracaso de la cultura; pero, como queda dicho, explicado as¨ª ese hecho del que son testigos los medios y las personas se convierte en una circunstancia, en una l¨ªnea con la que en Twitter quedar¨ªas muy bien ante los previsibles seguidores de la demagogia (buena o mala, como el colesterol) que nos espera en esos tejemanejes enredados. El compromiso de Rivas est¨¢ claro, ha pagado por ello (como cuando lo insultaron por ponerse al frente de Nunca mais cuando la Costa da Morte se llen¨® de petr¨®leo) y lo expresa en sus art¨ªculos y en sus presencias p¨²blicas. Pero aqu¨ª, repito, es el poeta, el hombre que rebusca en la vida para convertir en belleza lo que toca, como si fuera un ser sumergido m¨¢s all¨¢ de donde ¨¦l mismo pudiera llegar: se hace buzo de la vida, va al m¨¢s all¨¢, donde los versos son aire verdadero, alas de sus animales misteriosos.
Le¨ª el libro viajando a M¨¦xico, en una larga noche que se hizo tambi¨¦n de d¨ªa; cuando lo acab¨¦, en medio del oc¨¦ano y de la alegr¨ªa de haber le¨ªdo una obra tan hermosa, abord¨¦ El viento ligero en Parma (Sextopiso), una espl¨¦ndida colecci¨®n de art¨ªculos de Enrique Vila-Matas, que iba a ser coronado con el premio FIL en Guadalajara. Ah¨ª encontr¨¦ esta cita de Juan Benet, que el autor de Bartleby y compa?¨ªa dedica a su amigo y colega Antonio Tabucchi. Dec¨ªa as¨ª Benet, y pens¨¦ que iba en la direcci¨®n de lo que sent¨ª leyendo el libro de Rivas: ¡°El arte literario es tan id¨®neo para hacer la revoluci¨®n como el cupl¨¦ patri¨®tico para enardecer un pa¨ªs y ganar una guerra en ultramar. Son cosas que rara vez casan: la literatura, por tener un estatus propio, tiene su propia moral que no tiene por qu¨¦ coincidir con el deber social, m¨¢s general o m¨¢s espec¨ªfico, impuesto por el momento hist¨®rico; tiene su propia constituci¨®n, su propia historia y su propia revoluci¨®n que lleva a cabo¡±.
El arte de Rivas consiste en contar y decir sin que el ruido de lo que sucede, o de lo que le preocupa de lo que sucede, marque el ritmo interior de su narraci¨®n. Eso es as¨ª porque jam¨¢s renuncia a la complejidad de la literatura en favor de que esta sea simple reflejo de lo que est¨¢ pasando. Su libro es una obra de arte. Se?ala el drama, el librero va a ser desahuciado, ¨¦l y los suyos, una compleja familia que hereda su patrimonio, su actitud y su ¨¢nimo, saben lo que significa la librer¨ªa, como eslab¨®n crucial de sus vidas y de sus ideas. Pero en esa familia (como en el libro) conviven la ficci¨®n absoluta, las pesadillas y los sue?os, y nadie est¨¢ libre, en cada una de las biograf¨ªas que aqu¨ª sobresalen, de sus respectivas historias, pero todas tienen un significado que enriquece la propia realidad, la prolongan hasta los extremos que exige el arte. Y todas esas vidas son suculentas, po¨¦ticas e incre¨ªbles, como las leyendas que sustentan gran parte de los libros de Manuel Rivas y que son parientes de invenciones que resultan legendarias en literaturas de otros gallegos ilustres, como Torrente, Cunqueiro, Casares o Valle-Incl¨¢n.
No solo hay, en esta narrativa crucial en la obra completa del escritor, relato de ese mundo interior de los personajes que transitan por la librer¨ªa y sus aleda?os, sino que por esas puertas entran tambi¨¦n la modernidad, la m¨²sica, el extranjero, las referencias visuales, culturales o tecnol¨®gicas que hoy marcan el ritmo del mundo, hasta la guada?a mortal, en forma de desahucio, que halla en desamparo la vida y, en este caso concreto, la librer¨ªa de Fontana, el hombre que preserva su tesoro con la pasi¨®n de un h¨¦roe.
Es un libro lleno de vida y de literatura. Un referente de su estilo es Pedro P¨¢ramo, el memorable relato de Juan Rulfo, que es tambi¨¦n una visita a un mundo que se va, a esa sombra que es a la vez pesadilla y sue?o. Pedro P¨¢ramo ¡°est¨¢ escrito con levadura. Lo dejas una noche y fermenta. Se llena de cosas nuevas¡±. Eso se lee en El ¨²ltimo d¨ªa de Terranova. Debo decir que as¨ª pas¨® con este libro de Rivas: lo dej¨¦ reposar despu¨¦s de la noche, que se hizo de d¨ªa, en el viaje a M¨¦xico. Al amanecer me preguntaron de qu¨¦ iba esa maravilla, cuando cont¨¦ que me hab¨ªa iluminado la vida de lector en esas horas. Lo que dije fue eso que queda dicho desde el t¨ªtulo: La belleza no se puede resumir.
L¨¦anlo, no se lo pierdan. No solo trata de una librer¨ªa que quieren cerrar. Es una met¨¢fora de la vida que quieren cerrar. Y es vida pura, pura alegr¨ªa, como ese libro titulado as¨ª de Mu?oz Molina, como La lluvia amarilla de Llamazares, como El balc¨®n en invierno de Landero. Como aquella lengua de las mariposas¡ Una generaci¨®n literaria espa?ola rebuscando en la realidad para transmitir desde ella esa levadura que por otros medios logr¨® Rulfo en su legendario Pedro P¨¢ramo.
El ¨²ltimo d¨ªa de Terranova, de Manuel Rivas, publicado por Alfaguara, se presenta el 9 de diciembre de 2015, a las 19.30, en la Librer¨ªa Alberti (Calle Tutor, 55, Madrid), en una conversaci¨®n del autor con la librera Lola Larumbe.
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