Desolaci¨®n

El jueves se anunciaron las candidaturas a los Globos de Oro, unos premios que cuentan con categor¨ªas tanto de cine como de televisi¨®n. Y si los primeros suelen describirse con el clich¨¦ de ¡°la antesala de los Oscar¡±, en televisi¨®n los Globos van por libre, nominando y premiando novedades o t¨ªtulos que los Emmy no se atreven a destacar. Si el a?o pasado se desmarcaron premiando The Affair y empezaron a dar reconocimientos a la gran Transparent, esta vez han dado cabida entre los nominados a series como Mozart in the Jungle, Mr. Robot, Outlander o Narcos. Aire fresco que siempre se agradece pero que entra a costa de dejar fuera a grandes t¨ªtulos como Mad Men o las temporadas con las que algunas series est¨¢n tirando por los suelos la maldici¨®n de las segundas partes.

Una de las grandes olvidadas ha sido The Leftovers, el dolor hecho televisi¨®n. La creaci¨®n de Damon Lindelof y Tom Perrotta no solo es una gran serie, sino que se ha convertido en la experiencia emocional m¨¢s intensa del a?o televisivo. Sus espectadores (muy escasos: la gran mayor¨ªa ni se acercaron y muchos, por desgracia para ellos, abandonaron en sus primeros cap¨ªtulos) han afrontado cada semana su particular catarsis, llevados de la mano de unos personajes, una historia y una banda sonora que no da tregua. Cada cap¨ªtulo ha sido m¨¢s desolador que el anterior. Pero esa locura emocional no ha hecho que perdiera el foco de lo que quer¨ªan contar, una historia de personajes, de fe, de tristeza y desesperaci¨®n. El alma de los personajes estaba hecha a?icos y los espectadores lo presenciaban con el coraz¨®n en un pu?o. Ninguna otra serie ha logrado tal nivel emocional este a?o. Aunque su final de temporada sab¨ªa a despedida definitiva, HBO ha decidido hacer la vista gorda a la ¨ªnfima audiencia que ten¨ªa y otorgarle una tercera y ¨²ltima temporada.

Puede que no opte a los Globos de Oro. Pero la experiencia que nos ha regalado no nos la quita nadie.