Aqu¨ª, el apocalipsis
Existen virtudes en la segunda temporada de 'True Detective' que van conformando toda una coherencia ¨ªntima y contundente entre las dos entregas
Aunque hicieran el pino con las orejas, dif¨ªcilmente la segunda temporada de True Detective podr¨ªa salir bien parada de su comparaci¨®n con la primera. M¨¢s all¨¢ de la inquietante y turbadora bajada a los infiernos de sus personajes, lo que resultaba insuperable en los ocho cap¨ªtulos precedentes era el estado de gracia de dos actores que rompieron la barrera del gesto y la palabra: Woody Harrelson y Matthew McConaughey.
Respecto a eso, el cuarteto Vince Vaughn, Colin Farrell, Rachel McAdams ¡ªla mejor de la terna¡ª y Taylor Kitsch, perdidos en un guion demasiado farragoso, poco pod¨ªan hacer. Pero existen virtudes en la segunda temporada que van conformando toda una coherencia ¨ªntima y contundente entre las dos entregas. M¨¢s all¨¢ de la nula barrera entre el bien y el mal, siempre explorada en busca de alg¨²n resto de pureza y dignidad en mitad del fango que convierta a sus personajes en seres con sentido dentro de este mundo, True Detective indaga consciente y consecuentemente en las fronteras del apocalipsis.
Y no lo hace desde la siempre alejada perspectiva de la ciencia-ficci¨®n, sino desde una ¨®ptica presente que no predica el advenimiento del mismo, sino su completa vigencia. El fin, seg¨²n propone Nic Pizzolatto, ya se ha presentado. Somos meros supervivientes en mitad de un desastre progresivo, conjugado en gerundio, que no s¨®lo ha arrasado el equilibrio ecol¨®gico del planeta, sino todo resquicio de ¨¦tica y moral digno de salvarnos de la quema.
Ese es el c¨¢ntico y el n¨ªtido mensaje nada subyacente que nos lanza su creador en ambos fondos reales de la obra. Un h¨¢bitat enfangado, una madriguera de hormigas confusas que luchan por sobrevivir un d¨ªa m¨¢s, sea primero entre la pantanosa fiebre de Luisiana o bien despu¨¦s, sin rumbo claro que escoger, sobre los cruces de las autopistas que confunden el sur de California.
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