C¨®mo ha logrado Colombia volver a ser destino de grandes citas musicales
Un cambio en la legislaci¨®n, la recuperaci¨®n econ¨®mica y el posible final del conflicto atraen a artistas que nunca antes hab¨ªan actuado en el pa¨ªs
Horas antes de que Bon Jovi se subiera al escenario del Camp¨ªn, el principal estadio de f¨²tbol de Bogot¨¢, el l¨ªder conservador ?lvaro G¨®mez Hurtado, candidato a la presidencia del pa¨ªs, fue asesinado cuando sal¨ªa de la universidad donde impart¨ªa clases. Era 1995, pero los estadounidenses decidieron continuar con el concierto y unirse a la escueta lista de artistas internacionales que se hab¨ªan atrevido a tocar en un pa¨ªs donde las balas silbaban m¨¢s fuerte que los acordes. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, Colombia se despierta de la oscura pesadilla de m¨¢s de 50 a?os de guerra y no solo recupera la esperanza por la paz, tambi¨¦n la posici¨®n como una de las ciudades claves del subcontinente para albergar grandes citas musicales.
¡°Estamos en el centro de la regi¨®n, a cinco horas de Nueva York, a tres de Miami, a cinco de M¨¦xico y a seis de Santiago de Chile y Buenos Aires, esta ubicaci¨®n estrat¨¦gica siempre ha permitido que nos lleguen las influencias musicales en el momento¡±, explica Felipe Hoyos, miembro de la direcci¨®n de artes del Ministerio de Cultura de Colombia. ¡°El problema era que pod¨ªamos escucharla, pero no verla en directo¡±.
Las prioridades a finales del siglo XX eran otras. ¡°Hab¨ªa que preocuparse de la violencia¡±, recuerda Hoyos. El narcoterrorismo de Pablo Escobar, que domin¨® el pa¨ªs de mediados de los ochenta a principios de los noventa el pa¨ªs, era una potente arma de disuasi¨®n cultural. Guns ¡®n Roses fueron de los pocos que tambi¨¦n se atrevieron a viajar a Bogot¨¢ en esos a?os de plata o plomo. Axl Rose y su banda llegaron a Colombia una lluviosa tarde de noviembre de 1992, como dice su canci¨®n, en su mejor momento musical con la gira Use your illusion world tour. Tiempo despu¨¦s, el cantante dir¨ªa que aquel concierto es ¡°uno de sus mejores recuerdos¡±.
Los a?os que siguieron a esta actuaci¨®n fueron silenciosos, excepto por alguna espor¨¢dica visita de artistas de pa¨ªses vecinos. ¡°A la mayor¨ªa tuvimos que verlos cuando ya se hab¨ªan consagrado: The White Stripes en 2005, Iron Maden en 2007, Metallica en 1999 o a Roger Waters que trajo a Colombia Dark side of the moon en 1996¡±, enumera Gabriel Arjona, asesor tambi¨¦n en la direcci¨®n de artes.
Cuando a los espectadores y a las bandas se les pas¨® el miedo, emergieron nuevos problemas. ¡°En este pa¨ªs ha habido una gran cultura de la gratuidad¡±, opina Philippe Siegenthaler, director de booking de Absent Papa/T310, una de las promotoras musicales m¨¢s importantes del pa¨ªs, responsable del festival Est¨¦reo Picnic y de la llegada de S¨®nar y Lollapalooza a territorio colombiano. ¡°Rock al Parque [estatal y de libre acceso] fue durante mucho tiempo la ¨²nica alternativa para vivir la m¨²sica en directo, por suerte no solo ha habido un cambio empresarial, tambi¨¦n cultural, el p¨²blico ha entendido que hay que pagar por ir a un concierto¡±.
La mara?a burocr¨¢tica
La recuperaci¨®n econ¨®mica latinoamericana de la ¨²ltima d¨¦cada llen¨® los bolsillos de un p¨²blico deseoso de m¨²sica en vivo. Los colombianos estaban dispuestos a saldar su deuda, solo necesitaban que los promotores y la legislaci¨®n tambi¨¦n hicieran su parte. La transformaci¨®n del modelo cultural lleg¨® a principios del nuevo siglo, primero al cine y casi 10 a?os despu¨¦s a las artes esc¨¦nicas, categor¨ªa en la que se incluyen los conciertos. ¡°Tenemos un ministerio que se cre¨® en 1997, despu¨¦s de que en la Constituci¨®n de 1991 se reconociera por primera vez que Colombia era un pa¨ªs multicultural¡±, apunta Arjona.
Estos cimientos se erigieron en una instituci¨®n que contemplaba c¨®mo a su alrededor se tej¨ªa una mara?a burocr¨¢tica que termin¨® por convertirse en la trampa perfecta para, por ejemplo, no pagar impuestos. ¡°Un promotor ten¨ªa que pagar un 69% de tributos de media para organizar un concierto¡±, explica el asesor, ¡°y toda esa recaudaci¨®n iba a la bolsa de Hacienda, a Deportes y a los pobres, pero nunca al sector cultural¡±. De cada 100 pesos, entre 70 y 80 se destinaban al IVA, a impuestos nacionales y locales, y a retenciones sobre la renta para justificar la contrataci¨®n de servicios art¨ªsticos. En el caso de int¨¦rpretes extranjeros, el impuesto pod¨ªa llegar al 33%. ¡°Ante esta situaci¨®n, se inventaron pr¨¢cticas como pagar solo una peque?a parte de los contratos en Colombia o no poner los precios en las boletas para que la Administraci¨®n no supiera cu¨¢nto le correspond¨ªa¡±. Desde el ministerio cuentan que una de las razones por las que Paul McCartney se neg¨® a venir durante muchos a?os a Colombia era porque rechazaba este tipo de pr¨¢cticas.
La alta carga tributaria ten¨ªa aparejado otro problema, las tediosas gestiones. ¡°En el caso de Bogot¨¢ hab¨ªa que superar m¨¢s de 20 tr¨¢mites ante distintas entidades solo para conseguir la autorizaci¨®n de un evento¡±, explica Arjona. ¡°El proceso pod¨ªa alargarse meses, ha habido casos en los que un artista estaba cantando al mismo tiempo que se aprobaban los papeles¡±.
En 2012, durante la primera legislatura de Juan Manuel Santos, y despu¨¦s de siete a?os de negociaciones, entr¨® en vigor una ley que transform¨® el sector. Desde aquel momento, en Colombia se excluye del pago de IVA (16%) a todos los servicios art¨ªsticos de un evento. La retenci¨®n por contrataci¨®n de artistas extranjeros baj¨® 25 puntos hasta el 8%, y todos los impuestos locales y nacionales se derogaron para las artes esc¨¦nicas (m¨²sica, teatro, magia, circo sin animales y danza). ¡°Adem¨¢s, se cre¨® una contribuci¨®n parafiscal cultural¡±, dice Arjona. ¡°Un tributo que no es un impuesto¡±. Es decir, ahora las entradas se gravan siempre que cuesten m¨¢s de 27 d¨®lares, y ese dinero, recaudado por Cultura en colaboraci¨®n con la DIAN (organismo de Hacienda), se invierte en infraestructuras culturales; con la particularidad de que al no ser un impuesto per se, puede ir a instituciones p¨²blicas y tambi¨¦n a las privadas.
La medida ha supuesto una recaudaci¨®n de 2012 a noviembre de 2105 de m¨¢s de 52.000 millones de pesos (unos 15 millones de d¨®lares). ¡°Y nada se ha robado¡±, aclaran los asesores del Ministerio, celebrando este nuevo sistema m¨¢s transparente. La consecuencia directa es una mejora en las infraestructuras de 65 teatros y salas en todo el pa¨ªs; la posibilidad de prestar una vez al mes los estadios deportivos (antes los alcaldes se negaban por presiones del sector y la prensa futbol¨ªstica); un sistema de venta online de entradas seguro y legal; y la disminuci¨®n de los requisitos a solo siete.
Sobre el papel, los gerentes regionales a¨²n deben mejorar mucho sus espacios culturales. En la pr¨¢ctica, los colombianos ya han podido ver a Madonna, Beyonc¨¦, Katy Perry y The Chemical Brothers en el S¨®nar. ¡°Colombia lleva a?os en el punto de mira como ejemplo de cambio¡±, dice Enric Palau, codirector del festival de m¨²sicas avanzadas que celebr¨® su primera edici¨®n en Bogot¨¢ a principios de diciembre. ¡°En Europa, Medell¨ªn es uno de los modelos urban¨ªsticos y sociales m¨¢s reconocidos¡±.
Y el pr¨®ximo a?o le toca el turno a los esperados The Rolling Stone. Por primera vez en la historia, Mick Jagger y los suyos actuar¨¢n en la capital colombiana en marzo de 2016. No import¨® que las entradas alcanzaran hasta los 300 d¨®lares, volaron en horas. ¡°Hace un tiempo hubiera sido inimaginable, ning¨²n promotor se hubiera atrevido a traerlos por los problemas burocr¨¢ticos y la incapacidad t¨¦cnica para acoger un espect¨¢culo as¨ª¡±, asegura Hoyos. Parece que Colombia empieza a saldar, por fin, su deuda.
Babelia
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