Ser sin tener
N¨¦lida Pi?¨®n es una abuela sin nietos y una madre sin hijos; adem¨¢s de escritora, es el ejemplo de que se puede tener y nunca haber sido
N¨¦lida Pi?¨®n es una abuela sin nietos y una madre sin hijos. Es, adem¨¢s de escritora, la comprobaci¨®n de que se puede ser sin tener, o tener y nunca haber sido. Y esto no quiere decir que por ser mujer y tener esa edad debiera haber sido madre y abuela, tan s¨®lo que lo parece. Lo que s¨ª ha sido es una hija a la que amaron mucho. Ella corresponde a ese amor comport¨¢ndose como si sus padres estuvieran vivos, quiz¨¢ porque recordar es la primera forma de rectitud.
Cuando suspendes pierdes el rumbo, cuando te distraes demasiado pierdes porciones m¨¢gicas y misteriosas de la vidaN¨¦lida Pi?¨®n?
Empezamos la entrevista y tras la primera respuesta hay problemas con el micr¨®fono, tenemos que suspender, sin embargo ella sugiere rescatar lo que hemos grabado, porque argumenta: ¡°cuando suspendes pierdes el rumbo, cuando te distraes demasiado pierdes porciones m¨¢gicas y misteriosas de la vida¡±. De ah¨ª que ella siempre ha estado atenta y alerta. Desde muy ni?a escrib¨ªa, pero fue tras la muerte de su padre que decide ser la escritora que quer¨ªa ser, una escritora con dignidad, sin alianzas espurias y que aprendi¨®, mantiene y repite: ¡°El pan garantiza la dignidad y yo luch¨¦ por eso. Viv¨ªamos solas mi madre y yo y tuvimos que proteger el dinerito que mi padre me hab¨ªa dejado. Ambas hicimos un acuerdo: nunca una har¨ªa una reclamaci¨®n a prop¨®sito de la decisi¨®n de la otra, y nunca tuvimos una discusi¨®n¡±. N¨¦lida, escribe: ¡°Ser libre en la pobreza era mejor que ser esclava de la l¨®gica de la riqueza¡±.
La autora de La camisa del marido?(Alfaguara, 2015) posee una cortes¨ªa dulce que no llega a ser empalagosa. Desea y consigue caer bien. Tiene vocaci¨®n para la amistad, nos ha dicho y lo comprueba. Vive en R¨ªo de Janeiro, en la ¨²nica casa que tiene, donde no entra la soledad. Est¨¢ rodeada de gente, anida en el otro, como aquel que convierte la amistad en la familia que le hubiese gustado tener.
- P. ?Cu¨¢les son los lugares de donde no se regresa?
- R. El infierno. Aunque no conozco bien las leyes del infierno, a lo mejor pueden ser quebradas y uno pueda salir tambi¨¦n de ah¨ª. Mire, crecer es muy dif¨ªcil, uno no crece solito, uno crece con la humanidad. No hay una manera ideal de crecer. Crecemos a trav¨¦s de tropiezos.
- P. ?C¨®mo explica que alguien pueda desear la muerte de un padre o de un hijo?
- R. Por el deseo. La pasi¨®n existe y la gran tradici¨®n universal es el parricidio. La gran obra de Juan Rulfo habla de eso, de la sucesi¨®n que se hace a trav¨¦s de la violencia. Es una realidad, quieres el trono y matas al padre que tiene la corona. Es la sucesi¨®n dram¨¢tica de la vida. La sucesi¨®n se hace a trav¨¦s de la tragedia, no siempre a trav¨¦s del benepl¨¢cito. Por ello es necesario controlar el deseo, que es implacable y te desorienta, no siempre es constructor. Mi padre dec¨ªa ¡°dios nos libre de la pasi¨®n¡±.
- P. ?Qu¨¦ tiene merecidamente suyo?
- R. Mi obra. Yo merec¨ª la obra que tengo, he trabajado, he luchado, he confiado, y busqu¨¦ la perfecci¨®n. Pero sobre todo lo que tengo merecidamente es la generosidad que he recibido a lo largo de mi vida, sobre todo de mis padres, que me amaron profundamente. Me dieron lo que no ten¨ªan, me ofrecieron todo. Por eso yo soy una mujer con fundamentos, no soy una improvisaci¨®n, tengo c¨®digos y no puedo renunciar a ellos.
Es necesario controlar el deseo, que es es implacable y te desorienta, no siempre es constructor
Sobre la verdad ingrata que a veces somos los hijos, en un p¨¢rrafo de La camisa del marido, se puede leer: ¡°Extra?o destino el nuestro. Al parir, mugimos como las vacas, balamos como las ovejas. Tanto esc¨¢ndalo para que los hijos nos paguen luego con visitas apresuradas. Llegan maravillados con el mundo, y al poco tiempo, con la mirada puesta en el reloj, ya tienen prisa por marcharse. Como si el sino del hombre fuera huir del establo donde fue parido¡±.
- P. ?De qu¨¦ no le gusta hablar?
- R. De mi intimidad, es inviolable. La intimidad excesiva, desreglada, desgobernada, roba la imaginaci¨®n, roba el misterio del cuerpo del otro. El deseo es real, pero ser¨¢ mejor con fantas¨ªa. Nosotros estamos viviendo un tiempo en que la gente vende su intimidad, no tiene sentido del honor. Hay que tener pundonor para la vida y para el amor.
Yo merec¨ª la obra que tengo, he trabajado, he luchado, he confiado, y busqu¨¦ la perfecci¨®n
N¨¦lida Pi?¨®n parece que lo consigui¨®, es profunda sin ser soberbia. Es alegre sin ser fr¨ªvola, es elegante sin ser altiva, tiene humor y habla hasta por los codos. Domina su lengua, el portugu¨¦s. Es miembro de la Academia Brasile?a de las Letras y es lo m¨¢s alejado a la imagen fr¨ªa y erudita del acad¨¦mico. Y tambi¨¦n, c¨®mo no, es la comprobaci¨®n de que se puede ser sola y no estarlo; de que quiz¨¢ la verdadera valent¨ªa radica en ser alegre en medio de la ruina. Yo conoc¨ª ese estado superior de la existencia a trav¨¦s de un hermano al que le detectaron c¨¢ncer y le vaciaron medio cuerpo, le quitaron varios ¨®rganos, lo rajaron por dentro, y lo vi retorcerse de sufrimiento, pero jam¨¢s con un grito, cuando un llanto imparable y pavoroso era lo que tocaba. Nunca en la mitad del dolor agredi¨® ni ofendi¨®. Y es que ¨¦l, como N¨¦lida, supongo que hab¨ªa alcanzado la conciencia plena de la fragilidad. Y por eso, con las heridas frescas, en carne viva, sonr¨ªo. Y lo sigue haciendo, con una bolsa pegada a su cuerpo a donde va su orina, bolsa que le recuerda el milagro de estar vivo. Este hermano me ense?¨® que se puede luchar sin pelear; que se puede ser y no tener, o que a veces, cuando no se tiene, uno es m¨¢s. Como N¨¦lida?Pi?¨®n?que es m¨¢s hija en la?orfandad; que es, sin hijos y sin nietos, m¨¢s madre y abuela que cualquiera.
Babelia
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