Recuerdos de Carmen Parga
Esos j¨®venes vivieron la II Rep¨²blica como una excitaci¨®n jubilosa, pero todo lo arruin¨® la gran carnicer¨ªa de la guerra
Uno nunca sabe donde va a encontrarse con las grandes lecturas, las voces inesperadas que suenan a veces con una extra?a realidad en las p¨¢ginas impresas. Tuve que ir a M¨¦xico, a la feria del libro de Guadalajara, para encontrar una voz espa?ola que desconoc¨ªa, la de Carmen Parga, que muri¨® en 2004, con casi noventa a?os, despu¨¦s de una vida a la vez com¨²n y prodigiosa, una de esas vidas arrebatadas por la fuerza centr¨ªfuga de los exilios y las guerras que sin embargo preservan como un germen indestructible de sensatez y serenidad. En Guadalajara alguien me habl¨® de la situaci¨®n penosa del Ateneo Espa?ol de M¨¦xico, y cuando me dijo que su presidenta se llamaba Carmen Tag¨¹e?a le pregunt¨¦ si no ser¨ªa hija del teniente coronel Manuel Tag¨¹e?a, uno de los h¨¦roes del Ej¨¦rcito republicano durante la Guerra Civil. La coincidencia aviv¨® la conversaci¨®n. Yo conoc¨ªa las memorias de Tag¨¹e?a, Testimonio de dos guerras, uno de esos relatos en primera persona fundamentales para conocer desde dentro los a?os que van desde la llegada de la II Rep¨²blica en Espa?a hasta lo m¨¢s tenebroso de la Guerra fr¨ªa, el tr¨¢nsito de una vida desde la ilusi¨®n juvenil de la libertad pol¨ªtica y la justicia social hasta el sombr¨ªo desenga?o en la Uni¨®n Sovi¨¦tica de Stalin y en las dictaduras que se llamaron sin sarcasmo ¡°democracias populares¡±.
A los ochenta a?os, en M¨¦xico, viuda, Carmen Parga siente la necesidad de consignar por escrito lo que ha contado muchas veces en voz alta
Cuando empez¨® la guerra en Espa?a, Manuel Tag¨¹e?a, a los 23 a?os, era un doctor en Matem¨¢ticas y F¨ªsica. En el verano del 36 ya mandaba patrullas de milicianos en la Sierra de Madrid. Su valent¨ªa personal destacaba tanto como su sentido de la disciplina y de la estrategia. Dos a?os m¨¢s tarde, ascendido a teniente coronel, tuvo a su cargo un cuerpo de Ej¨¦rcito en la batalla del Ebro. Milit¨® en la Juventud Socialista Unificada y luego en el Partido Comunista. En sus memorias el relato pormenorizado de las operaciones de la guerra tiene un poderoso pulso narrativo y al mismo tiempo est¨¢ despojado de sectarismo ideol¨®gico. Tag¨¹e?a escrib¨ªa en M¨¦xico, en 1969, sabi¨¦ndose ya muy enfermo, con la seguridad de que el libro solo se publicar¨ªa despu¨¦s de su muerte, resuelto a contar la verdad de lo que hab¨ªa vivido y tambi¨¦n a que su testimonio no pudiera ser manipulado por la dictadura franquista. Su experiencia en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en Yugoslavia y en Checoslovaquia lo hab¨ªan desenga?ado del comunismo, pero el desenga?o, en lugar de convertirlo en un reaccionario, hab¨ªa acentuado su sentido de la justicia y del valor de las libertades civiles y la soberan¨ªa personal. Su curiosidad, su entereza, su voluntad de aprender, asombran tanto como su determinaci¨®n de no cerrar los ojos ni rendirse al infortunio. Aprendi¨® ruso, franc¨¦s, ingl¨¦s, serbocroata, checo. Fue profesor con apenas 30 a?os en la academia militar Frunze, de Mosc¨², y asesor del Ej¨¦rcito yugoslavo. Hizo entera la carrera de Medicina en Checoslovaquia. Lleg¨® a M¨¦xico con su familia en 1955, despu¨¦s de tr¨¢mites y esperas de pesadilla para que le permitieran irse de la Europa comunista, y se gan¨® la vida en un laboratorio farmac¨¦utico.
En las memorias de Tag¨¹e?a hay una presencia discreta y asidua de su mujer, Carmen Parga. Los dos pertenecen a esa generaci¨®n que retrata mejor que nadie Max Aub en La calle de Valverde: hombres y mujeres que eran muy j¨®venes en las v¨ªsperas prometedoras de la II Rep¨²blica y que vivieron ese tiempo como una excitaci¨®n jubilosa que no era solo pol¨ªtica, porque ten¨ªa el impulso de la irrupci¨®n personal en la edad adulta, el de las promesas pr¨¢cticas que ya estaban cumpli¨¦ndose y las expectativas racionales o ut¨®picas que quedar¨ªan igualmente arruinadas por la gran carnicer¨ªa y la destrucci¨®n de la guerra, y luego del r¨¦gimen vengativo de los vencedores. Carmen Parga, en la Rep¨²blica, a los veinte a?os, es una de esas muchachas que aparecen en los anuncios de las revistas ilustradas o en las p¨¢ginas deportivas en huecograbado de los peri¨®dicos: delgada, con el pelo muy corto y la raya a un lado, vestida unas veces para ir a la universidad o al trabajo en una oficina y otras para practicar un deporte. Carmen Parga, como Manuel Tag¨¹e?a, como los amigos reales y los personajes inventados de Max Aub, tiene la buena suerte biogr¨¢fica, m¨¢s acentuada todav¨ªa en las mujeres, de ser joven en un tiempo en el que se abren posibilidades pol¨ªticas y educativas que no hab¨ªan existido antes. Tag¨¹e?a disfruta las ventajas del gran salto en la ense?anza y en la investigaci¨®n cient¨ªfica que hab¨ªa iniciado Ram¨®n y Cajal y que sosten¨ªan sus disc¨ªpulos. Carmen Parga, a los 20 a?os justos, pertenece al primer grupo de estudiantes, mujeres en su mayor¨ªa, que inaugura el edificio de Filosof¨ªa y Letras en la Ciudad Universitaria de Madrid.
En las memorias de Tag¨¹e?a hay una presencia discreta y asidua de su mujer, Carmen Parga. Los dos pertenecen a esa generaci¨®n retratada por Max Aub
Dice Henry James que todos los futuros son crueles. El de los j¨®venes de esa generaci¨®n fue inaudito. Estudiaron con los mejores maestros que ha tenido nunca el conocimiento humanista y cient¨ªfico en Espa?a. Disfrutaron de los primeros grandes logros modernos de la cultura popular, el cine sonoro, la radio, los bailes con m¨²sica de jazz, las piscinas p¨²blicas, los deportes. Vivieron por primera vez la posibilidad de una relaci¨®n igualitaria entre hombres y mujeres, en la vida privada y en el activismo pol¨ªtico. Todo ocurri¨® a una velocidad de la que es dif¨ªcil darse cuenta: en la primavera de 1939 Carmen Parga y Manuel Tag¨¹e?a son dos refugiados que han logrado escapar al cautiverio indigno en los campos de concentraci¨®n franceses y viajan en un carguero por el golfo de Finlandia, camino de Leningrado.
Pero ahora el libro de memorias que sigo no es el del marido, sino el de la esposa. A los ochenta a?os, en M¨¦xico, viuda desde hac¨ªa mucho y ya jubilada de sus tareas como profesora, Carmen Parga siente la necesidad de consignar por escrito lo que ha contado muchas veces en voz alta a los amigos que le preguntaban por los mundos ya lejanos que ella hab¨ªa conocido. Se lo ha propuesto de vez en cuando, y siempre lo ha postergado. Pero le da remordimiento pensar que algunas de las personas que le ped¨ªan que escribiera ya han muerto. Y ahora, urgida por el tiempo, comprende que debe hacerlo, antes que sea tarde, antes de que la desmemoria y la muerte borren sin rastro todo lo que ella ha conocido, lo que han visto sus ojos, la belleza de los ideales y la lucidez de los desenga?os necesarios, la exaltaci¨®n liberadora en el Madrid de la Rep¨²blica y el veneno lento del terror en el Mosc¨² de Stalin, el miedo y la alegr¨ªa de dar a luz a una hija sana y vigorosa en un invierno sovi¨¦tico de guerra y de fr¨ªos polares. Antes que sea tarde, llam¨® Carmen Parga a sus memorias cuando se decidi¨® por fin a escribirlas. Leerlas al mismo tiempo que las de Manuel Tag¨¹e?a es un ejercicio de restituci¨®n de una memoria civil verdadera, no banalizada ni simplificada. Y tambi¨¦n una lecci¨®n tan necesaria hoy como hace un siglo: sin libertad de conciencia y de expresi¨®n, sin ejercicio de la cr¨ªtica y de los controles democr¨¢ticos, sin respeto a lo singular y a lo minoritario, los ideales m¨¢s seductores de igualdad y justicia acaban en tiran¨ªas monstruosas.
Testimonio de dos guerras. Manuel Tag¨¹e?a Lacorte. Planeta, 2005. 750 p¨¢ginas. 29 euros.
Antes que sea tarde. Carmen Parga. Compa?¨ªa Literaria, 2002. 182 p¨¢ginas. 6 euros.
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