Peso de vuelo
'H de halc¨®n', de Helen Macdonald, es el relato intenso y l¨ªrico de una depresi¨®n, de una bajada al s¨®tano emocional
Tras quedar hu¨¦rfana, Helen Macdonald decide comprar y adiestrar un azor. As¨ª contado, habr¨¢ quien levante una ceja suspicaz: ¡°Ah, otra novela de autoficci¨®n, del subg¨¦nero duelo, tan concurrido ¨²ltimamente. Y en este caso, adem¨¢s, terapia con animales¡±. Nada de eso. H de halc¨®n es un libro bell¨ªsimo, extra?o y con pocos referentes.
S¨ª, hay autoficci¨®n, pues Macdonald escribe en primera persona, desde la intimidad y el desgarro. Y est¨¢n el duelo, y el azor. Pero nada de terapia. Si uno quiere curarse, se busca un perro, un caballo o un delf¨ªn, no un ave con la fama del azor: ¡°rufianes: asesinos, dif¨ªciles de adiestrar¡±, ¡°sanguinarios¡±, ¡°viles¡±, y cuyo adiestramiento solo tiene una t¨¦cnica: dejarlos matar todo lo que quieran. ¡°Matar lo calma¡±.
H de halc¨®n es el relato de una depresi¨®n, de una bajada al s¨®tano emocional. Pero de forma indirecta, a partir de proyecciones, im¨¢genes y met¨¢foras, con gran fuerza po¨¦tica. Macdonald pasea a Mabel (as¨ª bautiza al ave) por los campos alrededor de Cambridge y nos deja una sucesi¨®n de estampas que parecen lienzos de un museo de pintura rom¨¢ntica: sus descripciones del paisaje est¨¢n cargadas de emoci¨®n, memoria y misterio. El paso de las estaciones, los cambios de luz, los sonidos, el viento o el pasto helado que cruje bajo las botas son el mejor espejo para su ¨¢nimo.
Pero el azor no es un ave de cielos abiertos y vuelos majestuosos, sino de bosques oscuros y emboscadas a ras de suelo. Siguiendo a Mabel, Macdonald huye a lo salvaje buscando consuelo; y se adentra en ese bosque aleg¨®rico ¡°al que van todas las cosas perdidas¡±, y donde quiere encontrar a su padre ¡°para traerlo de vuelta a casa¡±.
No es solo Mabel, sino tambi¨¦n su dolor, el que no se deja adiestrar. Y como el azor, tambi¨¦n la tristeza de Macdonald se posa a veces en el pu?o, mansa; otras echa a volar y se pierde de vista, y en alg¨²n momento se revuelve violenta y le deja cicatrices. Si el azor siente unas irrefrenables ganas de matar (¡°yarak¡±, lo llaman), el dolor se inflama y resulta autodestructivo.
Mujer y ave se unen en un ¡°nosotras¡±, se a¨ªslan del mundo, sufren en la separaci¨®n y llegan a cazar juntas. Un v¨ªnculo que sin pudor se llama ¡°amor¡±. La primera vez que se ven, o cuando quedan a solas en la casa (¡°me mira, mortalmente aterrorizado, y siento que los silencios de nuestros corazones coinciden. Sus ojos son luminosos, plata en la penumbra. Exhala c¨¢lido aliento sobre mi rostro¡¡±), resultan en p¨¢ginas que no desentonar¨ªan en una novela pasional sin cambiar una sola palabra. As¨ª sacadas de contexto, y sabiendo que se refieren a un p¨¢jaro, pueden parecer involuntariamente c¨®micas o provocar chistes zo¨®filos, pero no se confundan: atrapados por su escritura, compartimos la intensidad de un v¨ªnculo ins¨®lito y hermoso.
Los cetreros hablan de ¡°peso de vuelo¡± para referirse a la alimentaci¨®n de sus aves. Si pasan hambre o est¨¢n demasiado cebadas no volar¨¢n. H de halc¨®n est¨¢ en su ¨®ptimo peso de vuelo: intensa, l¨ªrica, pero con la ligereza suficiente para alcanzar el cielo. No se la pierdan.
H de halc¨®n. Helen Macdonald. Traducci¨®n de Joan Eloi Roca. ?tico de los libros. Barcelona, 2015. 384 p¨¢ginas. 22,40 euros
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