El misterio de las pantallas vamp¨ªricas
Una larga tradici¨®n de obras que se han atrevido a proponer una historia alternativa del cine, a partir del poder sobrenatural de algunas de sus im¨¢genes m¨¢s ic¨®nicas
La coincidencia en las librer¨ªas de la novela criminal ?ltima sesi¨®n (Mondadori) de Marina Pessl y del absorbente ensayo Hollywood g¨®tico (Es Pop) de David J. Skal invitan a recordar una larga tradici¨®n de obras que se han atrevido a proponer una historia alternativa del cine, a partir del poder sobrenatural de algunas de sus im¨¢genes m¨¢s ic¨®nicas.
1. Colmillos. El Nosferatu (1922) de Murnau, obra maestra pionera del expresionismo, estuvo a punto de morir exterminada como un vampiro si Florence Stoker, viuda de Bram Stoker, hubiese consumado con ¨¦xito su misi¨®n de dar castigo ejemplar a ese temprano desacato a los derechos de autor. En?Hollywood G¨®tico (Es Pop), el siempre brillante David J. Skal, bi¨®grafo de Tod Browning, cuenta la historia del paso de Dr¨¢cula del papel al cine, pasando por los escenarios teatrales, como una pesadilla de pleitos y pulsos contractuales. Una historia donde no interviene lo sobrenatural, pero s¨ª el poder autodestructivo de vanidades demasiado humanas.
2. De culto. Los incondicionales del enigm¨¢tico y esquivo cineasta Stanislas Cordova funcionan casi como una secta secreta, capaz de comunicarse en c¨®digo y de reunirse en catacumbas para asistir a proyecciones clandestinas de las pel¨ªculas de su ¨ªdolo. Cordova es el agujero negro en el centro de??ltima sesi¨®n (Mondadori), un thriller que le ha salido bastante tedioso y desorientado a la norteamericana Marisha Pessl. Cualquier aficionado al cine de terror no tardar¨¢ en comprobar que la autora habla por boca de ganso al explorar la supuesta aureola mal¨¦fica de un cineasta atrapado en los m¨¢rgenes de una novela rutinaria.
3. Ecos. Si Theodore Roszak tuviese el mismo temperamento que Florence Stoker, quiz¨¢ sentir¨ªa el impulso de llamarle la atenci¨®n a Marisha Pessl por lo que, sin duda, parece algo m¨¢s que mera casualidad: ?ltima sesi¨®n parece el apa?o serie B de Flicker, celebrada novela del ensayista de Chicago, incomprensiblemente in¨¦dita en Espa?a, que, a trav¨¦s de un intrincado relato conspirativo, logra entroncar la historia del cine con la persecuci¨®n de los c¨¢taros en la Edad Media. El modelo en que se bas¨® el autor para crear al misterioso cineasta Max Castle fue el fascinante Edgar Ulmer, autor de Satan¨¢s (1934).
4. Demonios animados. De la mano del gato Waldo, una suerte de doppelg?nger diab¨®lico del gato F¨¦lix, el historietista Kim Deitch lleva a?os elaborando, vi?eta a vi?eta, una historia subterr¨¢nea de Hollywood donde los delirios de la animaci¨®n de principios de siglo anticipan las derivas lis¨¦rgicas de la Contracultura.?El bulevar de los sue?os rotos (La C¨²pula), firmado junto a su hermano Simon Deitch, es una de sus obras mayores pero no conviene olvidar otros t¨ªtulos como?Hollywoodland, Shadowland, A Shroud for Waldo o The Stuff of Dreams consagrados a so?ar Hollywood como la m¨¢s opresiva de las alucinaciones.
5. Meca de fantasmagor¨ªas. Con la trilog¨ªa formada por sus novelas La muerte es un asunto solitario, Cementerio para lun¨¢ticos y Matemos todos a Constance, Ray Bradbury acu?¨® una eficaz f¨®rmula para auto-mitificar sus a?os como joven escritor y guionista aspirante en Los Angeles. A trav¨¦s de un preciso equilibrio entre novela negra y derivas fant¨¢sticas, el autor de?El vino del est¨ªo propuso un rico imaginario de cementerios adosados a estudios cinematogr¨¢ficos, jaulas flotantes con leones y cad¨¢veres en el interior y viejas divas amenazadas de muerte, con personajes inspirados en Ray Harryhausen, Fritz Lang o James Wong Howe.
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