Los tiempos de 'Homeland'
Homeland hace tiempo que dej¨® de ser lo que era. Esto no quiere decir que sea peor necesariamente. Es otra cosa diferente de lo que fue en su gran primera temporada. Desde que en la tercera entrega hiciera saltar por los aires todo su planteamiento (tras una temporada para el olvido y un final que obligaba al reseteo de la serie), uno nunca sabe con qu¨¦ se va a encontrar cada a?o.
Esta vez, la producci¨®n apost¨® por un cambio de aires, trasladando la acci¨®n a Berl¨ªn, en una Europa bajo la amenaza del terrorismo isl¨¢mico en la que realidad y ficci¨®n se confunden. Pocos d¨ªas despu¨¦s de los recientes atentados en la capital francesa, un personaje de la serie dec¨ªa a otro: "Nadie quiere ver otro ataque como el de Par¨ªs". Es dif¨ªcil encontrar una serie que haya ido tan pegada a los acontecimientos reales. Homeland ha reflejado muy bien los tiempos que corren, esa "nueva normalidad", en la que es inevitable vivir en constante incertidumbre, con la amenaza continua sobre nuestros hombros. "No podemos darles el gusto de crear el p¨¢nico en nuestras ciudades siempre que lo deseen", dec¨ªan en la serie para justificar por qu¨¦ no se hab¨ªa avisado a Berl¨ªn de la amenaza terrorista que se cern¨ªa sobre ellos. "Es la nueva normalidad, caballeros".
Hackers, filtraciones, ataques con gas sar¨ªn... Homeland demuestra que la realidad supera a la ficci¨®n recurriendo a la primera para construir la segunda. Ah¨ª est¨¢n los m¨¦ritos de la quinta temporada. Y la inclusi¨®n de un personaje, el de Allison Carr (interpretada por Miranda Otto), que consigue robar el protagonismo incluso a la mism¨ªsima Carrie Mathison. Y eso que Carrie ten¨ªa como arma secreta su peluca para intentar atraer la atenci¨®n sobre s¨ª. Ha dado igual. Dos tercios de la temporada son de Allison con su doble juego y su retorcimiento.
Pero apegarse a la realidad no ha hecho que desaparezca la sensaci¨®n de que Homeland ya deber¨ªa haber terminado hace tiempo. La en¨¦sima crisis bipolar de Carrie, sus muecas, sus lloros, las dudas de Saul sobre las ideas de su pupila. Todo una vez m¨¢s. Tambi¨¦n se han echado de menos esos momentos que en las primeras temporadas te dejaban pegado al sof¨¢ y a los que volvieron a recurrir en la cuarta temporada para conseguir meterse en el bolsillo a los esc¨¦pticos. El camino esta vez era otro en una temporada a la que le ha costado demasiado despegar y a la que no era f¨¢cil engancharse por el ritmo pausado de que se ha dotado a su acci¨®n.
Y todav¨ªa habr¨¢ m¨¢s Homeland. El a?o que viene, otra temporada con una nueva obsesi¨®n de Carrie. ?Repetir¨¢n en Europa? ?Volver¨¢n a Estados Unidos? ?Viajar¨¢n a Siria, Rusia, Afganist¨¢n, Irak? Qui¨¦n sabe. Lo que est¨¢ claro es que Carrie volver¨¢ a obsesionarse con otro gran peligro que la animar¨¢ a dejar su medicaci¨®n para poder pensar libremente, lo que har¨¢ que la gente que la rodea se aleje de ella y terminar¨¢ trayendo terribles consecuencias para los que se acerquen demasiado a ella.
?Tiene sentido seguir? Para la cadena Showtime s¨ª. Homeland sigue report¨¢ndole buenos datos de audiencia y repercusi¨®n fuera de sus fronteras (aunque este a?o parece que la conversaci¨®n sobre Homeland ha mantenido un perfil m¨¢s bajo de lo habitual). Para la serie y para los espectadores es m¨¢s cuestionable que tenga sentido seguir. Esta temporada ha dividido a los espectadores entre los que han abandonado hacia la mitad, cansados de que no ocurriera nada que les invitara a continuar, y los que piensan que es una de las mejores entregas de la serie precisamente por la nueva perspectiva y el nuevo ritmo que ha mantenido.
Quiz¨¢ el tiempo de Homeland ya ha terminado. O quiz¨¢ Homeland es m¨¢s necesaria que nunca en los tiempos que corren. Qui¨¦n sabe.
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