Mi hija ser¨¢ una zombi
The Walking Dead logr¨® transgredir arraigados tab¨²es de representaci¨®n del medio televisivo a trav¨¦s de un estrat¨¦gico incremento de discurso con respecto a la tradici¨®n cinematogr¨¢fica de la que derivaba: en la secuencia que abr¨ªa el primer episodio, el protagonista mataba a una ni?a (zombi), pero los guiones de la serie no dejaban de insistir una y otra vez en reformular el exterminio de todo muerto viviente como un acto de piedad tributado al humano que fue.
MAGGIE
Direcci¨®n: Henry Hobson.
Int¨¦rpretes: Arnold Schwarzenegger, Abigail Breslin, Joely Richardson, Douglas M. Griffin, J. D. Evermore, Rachel Withman Groves, Jodie Moore.
G¨¦nero: terror. Estados Unidos, 2015.
Duraci¨®n: 95 minutos.
El debutante Henry Hobson, dise?ador de t¨ªtulos de cr¨¦dito responsable de la cabecera de The Walking Dead, afronta en Maggie, su ¨®pera prima, la humanidad del muerto viviente ¡ªo, m¨¢s bien, su doloroso tr¨¢nsito de lo humano a lo monstruoso¡ª partiendo de un tono que lo distancia tanto de la serie basada en las historietas de Robert Kirkman como de esas Memorias de un zombi adolescente ¡ªpel¨ªcula de Jonathan Levine, novela de Isaac Marion¡ª que intentaron hacer por el arquetipo del muerto viviente algo cercano a lo que la saga Crep¨²sculo aplic¨® a la tradici¨®n vamp¨ªrica.
Barnizando la memoria de Herman Cohen ¡ªel productor que en los a?os 50 asoci¨® desconexi¨®n teen y otredad en t¨ªtulos como Yo fui un hombre lobo adolescente (1957) y I Was a Teenage Frankenstein (1957)¡ª con un lirismo indie que funciona antes como textura que como verdadera po¨¦tica, Maggie propone una obra de c¨¢mara con padre abnegado e hija infectada en su centro, bajo la espada de Damocles de los protocolos de cuarentena en una sociedad posapocal¨ªptica que ha aprendido a manejar ¡ªpero no a erradicar¡ª una amenaza viral.
La incapacidad de destilar la melancol¨ªa que impregna al relato en verdadera identidad estil¨ªstica lastra una pel¨ªcula que, no obstante, se revela consecuente e implacable en todas sus decisiones narrativas. En la piel de ese padre que, desde su extrema elementalidad, debe afrontar una decisi¨®n moral del calibre de la que recorr¨ªa, como un pulso obsesivo, el subsuelo de La carretera de Cormac McCarthy, Schwarzenegger afronta, con una dignidad m¨¢s monol¨ªtica que bressoniana, el papel que, m¨¢s all¨¢ de la ligereza de Junior (1994), rompe m¨¢s a conciencia con su imagen cinematogr¨¢fica, junto a una Abigail Breslin merecedora de un hipot¨¦tico cum laude en desintegraciones conmovedoras y cargadas de lacerantes matices.
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