?Im¨¢genes pese a todo?
En el verano de 1944 los miembros del 'Sonderkomando' de Auschwitz lograron fotografiar el proceso de exterminio y hacer llegar las im¨¢genes a la resistencia polaca.
"El crimen m¨¢s demoniaco del nacionalsocialismo". Eso fue para Primo Levi la creaci¨®n de los Sonderkommandos, las cuadrillas de presos obligados a conducir a otros presos a las c¨¢maras de gas, incinerar sus cad¨¢veres y hacer desaparecer sus restos. Reclutados por un SS de baja estatura y rostro salpicado de pecas llamado Otto Moll, en Auschwitz llegaron a formar parte de esas escuadras 2.200 hombres. La mayor¨ªa fueron ejecutados por orden del propio Moll antes de dar el relevo al grupo siguiente, cuyo primer trabajo era deshacerse de los cad¨¢veres de sus predecesores.
El aislamiento de los comandos ¡ªuno protagoniza la ¨²ltima novela de Martin Amis, La Zona de Inter¨¦s¡ª era tan importante para mantener en secreto el objetivo de los campos que cuando uno de ellos advirti¨® de su destino a una mujer fue quemado vivo para escarmiento del resto de ¡°cuervos¡±. Cada crematorio ten¨ªa 15 hornos, un guardarropa y una c¨¢mara de gas con capacidad para 3.000 personas. Tardaban entre 10 y 15 minutos en morir.
Cada crematorio ten¨ªa 15 hornos, un guardarropa y una c¨¢mara de gas con capacidad para 3.000 personas
Aunque a finales de 1942 fracas¨® un primer intento de sublevaci¨®n, muchos de los miembros del comando de Auschwitz enterraron sus testimonios de lo que estaba pasando. Fueron recuperados durante la liberaci¨®n. Philip M¨¹ller, jud¨ªo checo, lleg¨® a recopilar un plano de los crematorios, una lista de nazis y una etiqueta de gas Zyklon B. El objetivo era entregarlos a dos presos que pensaban evadirse. Misi¨®n fallida. La que no fall¨® fue la de fotografiar, tal y como ped¨ªa la Resistencia polaca, el proceso de exterminio. Aunque en Auschwitz funcionaban dos laboratorios fotogr¨¢ficos que produjeron un arsenal de im¨¢genes, destruido en su mayor¨ªa por los nazis antes de su derrota, los miembros del Sonderkommando se decidieron a dar el paso definitivo en el verano de 1944, coincidiendo con la deportaci¨®n de 430.000 jud¨ªos h¨²ngaros. Unos 24.000 llegaron a ser asesinados en un solo d¨ªa.
Seg¨²n algunas fuentes, la c¨¢mara lleg¨® al campo en el doble fondo de una escudilla introducida por un trabajador polaco. Seg¨²n otras, la robaron en el Canad¨¢ de Auschwitz, el enorme almac¨¦n de objetos arrebatados a las v¨ªctimas, llamado as¨ª por tratarse de un lugar de abundancia. Para vigilar las operaciones, rompieron a prop¨®sito el tejado del crematorio n¨²mero 5 de modo que, obligados a subirse a ¨¦l para repararlo, pudieran controlar el exterior. Escondida en el fondo de un cubo, un jud¨ªo griego se hizo con la m¨¢quina y desde el interior del crematorio ¡ªde ah¨ª el marco negro de las instant¨¢neas¡ª tom¨® dos fotos de la incineraci¨®n de cad¨¢veres al aire libre. Despu¨¦s retrat¨® a un grupo de mujeres a punto de entrar en la c¨¢mara de gas.
Los negativos salieron de Auschwitz dentro de un tubo de dent¨ªfrico y hoy se conservan en el museo del campo de concentraci¨®n. En 2003 el fil¨®sofo franc¨¦s Georges Didi-Huberman les dedic¨® un ensayo ya cl¨¢sico, Im¨¢genes pese a todo, en el que defiende la importancia de la fotograf¨ªa frente a quienes sostienen que es una frivolidad buscar pruebas para algo que no necesita ser probado, im¨¢genes para lo que no podemos ni imaginar: la conversi¨®n de v¨ªctimas en instrumento de los verdugos hasta privarlas, como dec¨ªa Primo Levi, del consuelo de ser inocentes.
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