Historia de una pol¨¦mica
Saludada con respeto por la cr¨ªtica y las autoridades morales en Francia, la pel¨ªcula 'El hijo de Sa¨²l' parece demostrar que el largo debate sobre Arte y Holocausto ha sido superado.
La representaci¨®n de lo que Adolf Eichmann llam¨® "la soluci¨®n final a la cuesti¨®n jud¨ªa" ha sido uno de los mayores desaf¨ªos para los artistas de las ¨²ltimas siete d¨¦cadas. En especial, en el contexto de la imagen. ?Qu¨¦ puede hacer el cine, en un marco documental o de ficci¨®n, para reproducir un fen¨®meno que no se puede filmar, del que no existen im¨¢genes de archivo ni testimonios leg¨ªtimos ¡ªsolo lo hubieran sido, como dijo Primo Levi, los de "quienes no volvieron para contarlo"¡ª y cuya reconstrucci¨®n es percibida por muchos como moralmente abusiva? Al enfrentarse a este problema, el debutante L¨¢szl¨® Nemes ha encontrado una soluci¨®n estimulante y novedosa con El hijo de Sa¨²l, que llega este viernes a la cartelera espa?ola, tras ser premiada en Cannes y en plena carrera por el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera.
Con su c¨¦lebre aforismo sobre la inutilidad de la poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz, el fil¨®sofo alem¨¢n Theodor Adorno ya sent¨® en 1951 las bases de la conflictiva relaci¨®n que las diferentes disciplinas art¨ªsticas iban a mantener con la Shoah durante la segunda mitad del siglo pasado. El estreno de El hijo de Sa¨²l ha resucitado esta eterna pol¨¦mica, menos fogosa que en otros tiempos pero no completamente extinguida. ?Es preferible apostar por el ascetismo visual prescindiendo de toda reconstituci¨®n o forzar la visibilidad de la tragedia a toda costa? En Francia, el debate ha sido recurrente desde los a?os cincuenta. El cineasta Jacques Rivette, cuando era cr¨ªtico de Cahiers du Cin¨¦ma,?denunci¨® la escena del suicidio del personaje de Emmanuelle Riva, presa en un campo de concentraci¨®n, en la pel¨ªcula Kap¨° (1959), de Gillo Pontecorvo. En concreto, el travelling estilizado que muestra el cad¨¢ver en la verja electrificada le pareci¨® "abyecto". M¨¢s recientemente, el documental , del director Joshua Oppenheimer, que trataba sobre la matanza de medio mill¨®n de ciudadanos de etnias chinas en Indonesia entre 1965 y 1966, tambi¨¦n fue recibido con divisi¨®n de opiniones por parte de la cr¨ªtica. El debate se encaden¨® con el estreno de La imagen perdida (2013), donde el cineasta camboyano Rithy Panh reproduc¨ªa el genocidio de los jemeres rojos con mu?ecos de plastilina.
Trailer de la pel¨ªcula Kap¨® (1959), de Gillo Pontecorvo.
A diferencia de muchos de sus predecesores, Nemes ha encontrado una estrategia distinta para representar lo irrepresentable. En El hijo de Sa¨²l, la c¨¢mara deja el terror en un borroso segundo plano o fuera del campo visual, evitando deliberadamente la profundidad de campo y las panor¨¢micas generales. Reconstruye la masacre a trav¨¦s del sonido, pero nunca de la imagen. ¡°Ah¨ª es donde nace el verdadero horror¡±, ha dicho Nemes. Su apuesta por una inmersi¨®n total y a la vez el¨ªptica puede recordar el punto de vista del protagonista de un videojuego. Nemes respeta la prohibici¨®n t¨¢cita de reconstituir lo que suced¨ªa dentro de las c¨¢maras de gas y, a la vez, evita los discursos c¨¢ndidos de algunos de sus predecesores.
Nacido en Budapest en 1977 y formado en Francia hasta los 25 a?os, el director procede de una familia diezmada por el Holocausto, que nunca le ocult¨® los hechos acontecidos en la Alemania nazi. La idea para la pel¨ªcula surgi¨® cuando Nemes ¡ªantiguo ayudante de realizaci¨®n del gran cineasta h¨²ngaro B¨¦la Tarr¡ª descubri¨® un libro que recog¨ªa los manuscritos enterrados por distintos trabajadores de esos comandos obligados a participar en la exterminaci¨®n de los crematorios. Sabi¨¦ndose condenados a morir e inspirados por la importancia de la transmisi¨®n en la tradici¨®n jud¨ªa, quisieron dejar constancia de su paso por el campo. De manera sutil, Nemes inscribe su pel¨ªcula en una dimensi¨®n simb¨®lica. Enterrar en condiciones a un ni?o (que podr¨ªa ser o no el hijo del protagonista) es una forma de dar una sepultura digna a todas las v¨ªctimas, mientras que aferrarse al rito supone un ¨²ltimo vestigio de civilizaci¨®n en medio de la barbarie.
A L¨¢szl¨® Nemes no se le pueda reprochar casi nada. 'El hijo de Sa¨²l' es lo contrario a 'La lista de Schindler' Claude Lanzmann
En Francia, la pel¨ªcula fue estrenada en noviembre con el benepl¨¢cito casi un¨¢nime de los grandes expertos y de las autoridades morales. Incluida la mayor de todas: el cineasta Claude Lanzmann, autor del mastod¨®ntico documental Shoah (1985), un compendio de diez horas filmado a lo largo de una d¨¦cada en distintos continentes, que reun¨ªa decenas de testimonios de v¨ªctimas y verdugos. Hasta ahora, Lanzmann se hab¨ªa opuesto f¨¦rreamente a hacer ficci¨®n a partir del exterminio. Durante el esc¨¢ndalo que acompa?¨® el estreno en Francia de La lista de Schindler (1993), Lanzmann acus¨® a Steven Spielberg de "trivializar" el Holocausto y de utilizar los hechos hist¨®ricos como simple "decorado", reproch¨¢ndole una secuencia donde los jud¨ªos terminaban siendo irrigados por una manguera de agua, en lugar de ser sometidos al gas. En 1994, Lanzmann firm¨® una tribuna en Le Monde, titulada Holocausto: la representaci¨®n imposible. "La ficci¨®n es una transgresi¨®n. Pienso profundamente que existe una prohibici¨®n de la representaci¨®n", sostuvo entonces Lanzmann. "?Qu¨¦ uno llora viendo La lista de Schindler? De acuerdo. Pero las l¨¢grimas son una forma de gozar. Las l¨¢grimas constituyen un goce, una catarsis", escribi¨®.
Trailer de la pel¨ªcula La imagen perdida (2013), de Rithy Panh.
Esta vez, en cambio, Lanzmann ha apoyado p¨²blicamente a Nemes. "No hay ninguna contradicci¨®n respecto a lo que dije entonces. A Nemes no se le pueda reprochar casi nada. El hijo de Sa¨²l es lo contrario a La lista de Schindler", se defiende el cineasta desde su domicilio parisino. "A diferencia de la falacia que present¨® Spielberg, que no reflexion¨® suficientemente sobre la cuesti¨®n, Nemes nunca muestra las c¨¢maras de gas. No ha querido representar el Holocausto, sino la vida de los Sonderkommandos. En su pel¨ªcula, la gente corre sin descanso, entre gritos constantes de fondo. La nobleza de Nemes consiste en no haber querido seducirnos. Al rev¨¦s: la suya es una pel¨ªcula muy tosca", sostiene Lanzmann.
Adorno se equivoc¨®, porque ha existido gran poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz, y tambi¨¦n gran cine. Annette Wieviorka
La pr¨¢ctica totalidad de la cr¨ªtica francesa se ha posicionado a favor de Nemes, con la notable excepci¨®n del diario Lib¨¦ration, que a¨²n as¨ª le dedic¨® una portada y un reportaje de cinco p¨¢ginas. Le reprochaba, entre otras cosas, llevar al plano del sonido lo que no se atreve a hacer con la imagen. El influyente fil¨®sofo e historiador del arte?Georges Didi-Huberman incluso ha publicado un peque?o libro dedicado a la pel¨ªcula, Sortir du noir (?ditions de Minuit), en el que define El hijo de Sa¨²l como "un monstruo necesario, coherente, ben¨¦fico, inocente". Por su parte, la historiadora Annette Wieviorka, gran especialista francesa en la Shoah, tambi¨¦n le da su visto bueno, colocando la cinta entre una lista de pel¨ªculas que han sabido tratar esta problem¨¢tica con el tacto adecuado, desde el documental Noche y niebla, que Alain Resnais firm¨® en 1955, hasta la reciente Phoenix, del cineasta alem¨¢n Christian Petzold.
En cambio, Wieviorka se opone al embellecimiento hist¨®rico que propon¨ªan pel¨ªculas como La vida es bella o La redada. "No me gustan las cintas que buscan un final feliz e integran el optimismo en esta historia. No hay optimismo posible. Si uno quiere ponerse optimista, es mejor que busque un relato distinto", responde Wieviorka. Para la historiadora, la prohibici¨®n de Lanzmann, igual que la de Adorno, ya han sido superadas. "En realidad, ninguna de las dos fueron respetadas. Adorno se equivoc¨®, porque ha existido gran poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz, y tambi¨¦n gran cine. Incluso hay quien dice que el arte es la ¨²nica manera efectiva de contar lo que sucedi¨®", afirma. Seg¨²n Wieviorka la relativa pol¨¦mica que acompa?¨® su estreno ha sido "inexistente, si la comparamos con el debate que se produjo tras el estreno de La lista de Schindler". Una prueba definitiva, para esta historiadora, de que esta disputa est¨¢ desfasada.
Para Wieviorka, los debates actuales sobre la representaci¨®n de lo irrepresentable circulan por otros derroteros: los de la propaganda islamista. "La discusi¨®n se ha desplazado al horror actual. Puede que la prohibici¨®n de la representaci¨®n se haya trasladado a la barbarie a la que asistimos. Pero existe una diferencia fundamental: los nazis intentaron ocultar sus cr¨ªmenes, mientras que el Estado Isl¨¢mico se inscribe en la pornograf¨ªa de sus actos", concluye.
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