Stevenson vivo, viajero y escritor
Tres espl¨¦ndidos vol¨²menes recogen los ensayos personales, biogr¨¢ficos y literarios del autor escoc¨¦s y una antolog¨ªa de sus cr¨®nicas de viaje
Hoy, como de sobra sabemos, el g¨¦nero ensay¨ªstico abarca desde un esbozo recreativo en una revista literaria hasta un volumen imponente de cientos de p¨¢ginas sobre un tema trabajado durante d¨¦cadas. Tampoco es cosa de sublevarse, en imprecisiones m¨¢s graves buceamos todos los d¨ªas. Sin embargo, los verdaderos aficionados al ensayo ¡ªy que por tanto comemos de todo cuando toca, siempre con buen apetito, sea una imponente fabada o un liviano canap¨¦ de caviar¡ª guardamos un especial aprecio a dos caracter¨ªsticas que nunca deber¨ªan faltarle: la ligereza desenfadada de trazo (lo que Baldassare Castiglione llam¨® sprezzatura) y la sorpresa, lo imprevisto de la perspectiva o del giro que toma el asunto planteado inicialmente. Una de las dos nunca est¨¢ ausente y en la mayor¨ªa de los casos se dan ambas en los sucintos ensayos o art¨ªculos que a lo largo de su vida ¡°breve y valerosa¡± (Borges dixit) escribi¨® Robert Louis Stevenson.
RLS es recordado ante todo como narrador de la que quiz¨¢ sea la mejor novela juvenil de la era moderna, La isla del tesoro, y de uno de los m¨¢s turbadores relatos de terror psicol¨®gico y fisiol¨®gico (pionero de la ciencia-ficci¨®n), algo posterior: El extra?o caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde. As¨ª como otras narraciones largas o breves que alternan un aire vintage neorrom¨¢ntico con formas de contar que prefiguran los experimentos de vanguardia o renuevan la novela hist¨®rica y que fueron capaces de atrapar a lectores adolescentes, a nost¨¢lgicos de Walter Scott o el capit¨¢n Marryatt, junto a maestros del porvenir como Henry James y Marcel Schwob. Pero RLS no es en absoluto un candoroso impulsivo que se deja llevar por los ardores c¨¦lticos de su coraz¨®n escoc¨¦s, sino un artista que reflexiona con finura sobre el oficio de las letras, sobre las perplejidades tanto de la est¨¦tica como de la ¨¦tica, y que cuando recala en las playas de los mares del Sur no se entrega sin m¨¢s a las ex¨®ticas bellezas de su paisaje, sino que tambi¨¦n se rebela contra las injusticias de ese aparente para¨ªso. Cuando debe hablar de las lecturas que m¨¢s han influido en ¨¦l, tras la debida reverencia a Shakespeare y al querido D¡¯Artagnan, ese compa?ero de alma que le regal¨® Alejandro Dumas, pone inmediatamente en lo m¨¢s alto a Montaigne, un retratista de la vida ¡°moderado y genial¡± cuyos lectores, si saben leerlo bien, ¡°sentir¨¢n c¨®mo tiemblan sus ortodoxias y se conmueven sus convicciones, y se dar¨¢n cuenta de que esos movimientos no se han producido sin pretexto ni justificaci¨®n¡±. Tambi¨¦n reconoce que la lectura de uno de los grandes ensayistas de la generaci¨®n anterior a la suya, William Hazlitt, en particular su ensayo Sobre el esp¨ªritu de la obligaci¨®n, ¡°marc¨® un hito en su vida¡±. Estos predecesores dilectos se hacen notar cuando uno lee sus escritos de no ficci¨®n.
De la vasta colecci¨®n de art¨ªculos y ensayos breves ¡ªRLS escribi¨® mucho, pese al apretado plazo de su vida¡ª, la editorial P¨¢ginas de Espuma, nombre muy adecuado al autor, selecciona casi un millar y medio de p¨¢ginas, ordenados tem¨¢ticamente en tres vol¨²menes. Bajo el t¨ªtulo Vivir recoge ensayos personales y biogr¨¢ficos. Entre ellos, sus recuerdos familiares acerca de sus mayores que construyeron faros en las costas escocesas, de quienes se encontraba particularmente orgulloso. Y remembranzas de su infancia y juventud, tan determinantes luego en su obra, de sus nada vehementes estudios, de sus primeras impresiones sobre la mortalidad, relevantes en alguien de salud fr¨¢gil desde su ni?ez, del islote adolescente que marc¨® su imaginaci¨®n hasta llevarle luego a un tesoro y hasta de sus consideraciones reflexivas sobre la vejez ajena, ya que la propia le ser¨ªa negada, feliz ¨¦l.
Otro volumen, quiz¨¢ el m¨¢s interesante, se titula Escribir y re¨²ne los ensayos dedicados a esa tarea y, no menos importante, a la lectura, pues ambas fueron la viga maestra de la vida de RLS. Aqu¨ª se revela como un cr¨ªtico apasionado y perspicaz de otros, pero sobre todo de s¨ª mismo. Las p¨¢ginas que dedica a c¨®mo cre¨® La isla del tesoro y algunos m¨¢s de sus libros son esclarecedoras de modo estimulante: hacen sentir la ilusi¨®n de la obra que se abre paso, cuando los obst¨¢culos a¨²n son acicates y no barreras. Sorprende su severidad ¡ªque no regatea m¨¦ritos¡ª con los autores que podr¨ªamos suponer que le encantaban, como Edgar Allan Poe (que obviamente tanto le influy¨®, aunque no lo admita as¨ª) o Julio Verne. Y no olvida, desde luego, una reflexi¨®n sobre La moralidad del ejercicio de las letras, un texto que merece m¨¢s atenci¨®n que muchas consideraciones c¨¦lebres sobre el ¡°compromiso¡± del escritor.
El tercer volumen, titulado Viajar, re¨²ne una antolog¨ªa de textos viajeros. ?Qu¨¦ estupendo cronista de vagabundeos fue RLS! Sus relatos versan no s¨®lo sobre los lugares a los que iba o desde los que part¨ªa ¡ªsi bien se mira, todos los puntos cardinales son eso, sitios, en los cuales bajo unas u otras luces se vive y se malvive por igual¡ª, sino ante todo acerca de lo que significa viajar, la emoci¨®n del desplazamiento y los mitos que obtenemos de ella. Mi preferido es el art¨ªculo que dedica a c¨®mo disfrutar de los lugares menos agradables, una lecci¨®n de resignaci¨®n creadora¡ Esta edici¨®n de los escritos de no ficci¨®n de RLS est¨¢ hecha con cuidado primoroso, tres tomos en pasta dura, bien ilustrados, ofrecidos en una caja de calidez irresistible. Pueden se?alarse algunas leves inconsecuencias en la traducci¨®n y lunares menores en la versi¨®n de algunos t¨ªtulos de obras de otros autores: los amantes de Julio Verne, que somos muy irritables, soportamos mal que al h¨¦roe abrumadoramente ingl¨¦s que dio en 80 d¨ªas la vuelta al mundo se le llame ¡°Ph¨ªneas¡± (que suena a fil¨®sofo c¨ªnico) en lugar de ¡°Ph¨ªleas¡±, o que se hable de ¡°los supervivientes del canciller¡± en lugar del Chancellor, cuyo naufragio da pie a la novela. Pero todo eso cuenta poco ante la esplendidez del conjunto. Si el amigo o familiar al que quieren hacer un regalo es aficionado a la lectura, no hay mejor elecci¨®n que esta edici¨®n de los ensayos de RLS. Y si no es aficionado a la lectura, no le regalen nada: que se fastidie.
Vivir. Robert Louis Stevenson. Traducci¨®n de Amelia P¨¦rez de Villar. P¨¢ginas de Espuma. Madrid, 2015. 400 p¨¢ginas. 25 euros.
Viajar. Robert Louis Stevenson. Traducci¨®n de Amelia P¨¦rez de Villar. P¨¢ginas de Espuma. Madrid, 2014. 472 p¨¢ginas. 25 euros.
Escribir. Robert Louis Stevenson. Traducci¨®n de Amelia P¨¦rez de Villar. P¨¢ginas de Espuma. Madrid, 2013. 448 p¨¢ginas. 25 euros.
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