A un metro del infierno
Es un ¨®rdago a la cuesti¨®n del 'travelling' de Godard, un list¨ªsimo anzuelo a los tab¨²es de representaci¨®n de Lanzmann
Tratado por arriba y por abajo, del derecho y del rev¨¦s, con grandilocuencia y con sencillez, con ¨¦tica y con est¨¦tica, incluso con esteticismo y sin ¨¦tica, con justicia, con rigor, con ambig¨¹edades, con poder did¨¢ctico, incluso con humor, el Holocausto en el cine, no pocas veces procedente de la literatura, parec¨ªa un tema agotado. Parec¨ªa. Hasta que lleg¨® el h¨²ngaro L¨¢szl¨® Nemes y lo puso patas arriba en el pasado Festival de Cannes. Una vez m¨¢s. Porque la m¨¢s terrible de las tragedias del siglo XX es un tema inagotable. Porque la actitud del ser humano resulta inabarcable. En cuestiones de fondo quiz¨¢ est¨¦ todo dicho ya. Quiz¨¢. Pero en la forma quedaba a¨²n un resquicio, al menos. Un resquicio brutal basado en una de las posibilidades del cine: el lugar de mostrar, intentar inmiscuir, introducir, involucrar al espectador; no solo mentalmente, sino casi f¨ªsicamente. Literalmente, provocar a la platea la sensaci¨®n de estar dentro de un barrac¨®n, de una fila de la muerte, de un socav¨®n moral, de una guerra sin cuartel, con el infierno de los dem¨¢s y con el de uno mismo. Es la extraordinaria El hijo de Sa¨²l, un ¨®rdago a la cuesti¨®n del travelling como cuesti¨®n moral de Godard, un ant¨ªdoto a la teor¨ªa de la abyecci¨®n de Rivette, un list¨ªsimo anzuelo a los tab¨²es de representaci¨®n de Lanzmann.
EL HIJO DE SA?L
Direcci¨®n: L¨¢szl¨® Nemes.
Int¨¦rpretes: G¨¦za R?hrig, Levente Moln¨¢r, Urs Rechn, Todd Charmont, S¨¢ndor Zs¨®t¨¦r.
G¨¦nero: drama. Hungr¨ªa, 2015.
Duraci¨®n: 107 minutos.
La pel¨ªcula de Nemes logra el objetivo a trav¨¦s de tres recursos aparentemente sencillos. Primero, un dise?o de sonido hiperrealista en el que cada movimiento, cada roce, cada grito, cada disparo, cada respiraci¨®n, parezca un navajazo en el est¨®mago del que ve la pel¨ªcula. Segundo, una c¨¢mara agil¨ªsima, casi siempre detr¨¢s del protagonista, un jud¨ªo que trabaja en uno de los hornos crematorios de Auschwitz, que se mueva al ritmo de numerosos planos secuencia. Y tercero, una limitad¨ªsima profundidad de campo, de apenas un metro en muchos momentos. Solo importa lo que est¨¦ delante de las narices del personaje. Un procedimiento que, a la vez, ejerce de recurso formal ¨¦tico y de met¨¢fora de fondo. Porque la ambig¨¹edad de la actitud de Sa¨²l, poniendo en peligro a los vivos para poder honrar a un muerto, es el otro gran tema de la pel¨ªcula. Nemes viene a hablarnos de la imposibilidad de tener una visi¨®n global del campo de exterminio en esas condiciones, y eso se transmite.
Las cr¨ªticas morales desde el sof¨¢ de casa son f¨¢ciles. Lo terrible es estar ah¨ª y tener que actuar, que tomar decisiones. Y eso es lo que presenta la pel¨ªcula, lo que te hace sentir m¨¢s que ver: el martirio f¨ªsico y mental de habitar el infierno y querer mantenerte en pie.
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