Visibilizar la m¨²sica
Han sido, todav¨ªa lo son, a?os atroces para la m¨²sica popular espa?ola. Una cat¨¢strofe perfecta
Veo que Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu ha vuelto a acertar con El renacido y no puedo evitar brindar con tequila. Confieso incluso razones gremiales: en los ochenta, El Negro I?¨¢rritu, as¨ª le llamaban, ejerc¨ªa de locutor en la emisora WFM, en M¨¦xico. Andaba fascinado por Nacha Pop y otros grupos de la nueva ola madrile?a; hay rastros de esa pasi¨®n en sus bandas sonoras (recuerdo que Una d¨¦cima de segundo iba a aparecer en Biutiful, aunque al final no entr¨®).
El Negro, con retranca, suele preguntar si ahora ya no salen grupos espa?oles a la altura de aquellos. ?C¨®mo explicar que s¨ª, que hay proyectos de gran categor¨ªa, pero que no se promocionan internacionalmente? Deber¨ªa mencionar la contracci¨®n del negocio musical, el desinter¨¦s institucional, la escasa audacia de los m¨²sicos¡
Han sido, todav¨ªa lo son, a?os atroces para la m¨²sica popular espa?ola. Una cat¨¢strofe perfecta, fruto de la degradaci¨®n est¨¦tica de la televisi¨®n y la radio, el creciente divorcio entre el gusto masivo y los artistas creativos, el solipsismo de tantos grupos, la mutaci¨®n de la m¨²sica grabada en producto gratuito y su consiguiente devaluaci¨®n, la descomposici¨®n de la industria (tanto ¡°la buena¡± como ¡°la mala¡±), la hostilidad de algunas autoridades.
En este maelstrom, se ha evidenciado una carencia: a diferencia del cine o el libro, no existe una Academia de la M¨²sica Popular, un Instituto que defienda sus leg¨ªtimos intereses. Funcionan asociaciones sectoriales ¡ªdiscogr¨¢ficas, promotores, locales nocturnos, hasta los periodistas musicales intentan juntarse¡ª pero no una alianza transversal, capaz de servir como interlocutora ante la ciudadan¨ªa.
T¨¦cnicamente lo hubo: en 2002, se fund¨® la Academia de las Artes y las Ciencias de la M¨²sica, iniciativa conjunta de SGAE y AIE. Hasta el nombre resultaba rimbombante: parec¨ªa una traducci¨®n de National Academy of Recording Arts & Sciences, el colectivo estadounidense que entrega los Grammy. Para rematarlo, eligieron como presidente al hombre m¨¢s odiado del pa¨ªs: Eduardo Bautista.
A pesar de sus ambiciosos estatutos, poco hizo la Academia; las actividades culturales y educativas de SGAE siguieron desarroll¨¢ndose bajo el paraguas de su Fundaci¨®n. Esencialmente, la Academia se centr¨® en organizar los Premios de la M¨²sica, puestos en marcha en 1996.
Desde el principio, los Premios de la M¨²sica irritaron a las multinacionales discogr¨¢ficas, que a su vez montaron unas bochornosas ceremonias de autobombo denominadas Premios Amigo. A la dispersi¨®n de esfuerzos se sum¨® la com¨²n ausencia de planteamientos a largo plazo.
Los Premios de la M¨²sica no sobrevivieron a la Operaci¨®n Saga; imborrables las im¨¢genes de la Guardia Civil tomando por asalto el Palacio de Longoria el 1 de julio de 2011. Fue tal shock que la p¨¢gina web premiosdelamusica.com sigue congelada en la XV edici¨®n, celebrada unas semanas antes. Atenci¨®n: all¨ª, pinchando en el logo de Academia de la M¨²sica, terminas en una nebulosa empresa alemana que ofrece trabajos para modelos y fot¨®grafos. Puede que academiadelamusica.com pertenezca ahora a esos acaparadores que trafican con dominios de Internet. Su lema, traducido, resulta sarc¨¢sticamente apropiado: ¡°sin dinero, no hay m¨²sica¡±.
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